Creando vida.(Especial San Valentín)

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  Ann, una hermosa y joven ángel vigilaba desde una blanca nube el mundo de los humanos, era muy curiosa y por primera vez decidió bajar hasta él. Como no podía ir sola, se dirigió hacia un su padre que rondaba cerca y le preguntó.

— ¡Padre!, el mundo de los humanos, ¿es interesante?

— Hija mía, el mundo en sí no lo es, lo interesante diría yo son sus habitantes, pero, ¿por qué lo preguntas?

—Me gustaría ir a ver qué es lo que hacen— respondió Ann.

— Está bien, tienes mi permiso pequeña, pero ten mucho cuidado cuando estés ahí abajo, recuerda que allí merodean en abundancia ángeles caídos y demonios, tú eres un joven ángel que sigue el camino del bien, si te llegan a ver se interesarían en ti y te verían como una presa.

— Tranquilo papá, estaré bien, sé cuidarme.

— Esa es mi pequeña, pero aún así debes tener mucho CU-I-DA-DI-TO.

Y así fue que Ann, iba saltando suavemente de nube en nube hasta llegar a la más baja. En ella abrió sus enormes y blancas alas, planeaba por lo que le quedaba de cielo, con mucha suavidad, luego de unos minutos tocó el suelo. Se sorprendió, las personas que allí habitaban eran de su tamaño, también estaba impresionada por los vehículos, los había visto de lejos, pero nunca pensó que eran tan grandes.

Las personas no podían verla, pasaban a su lado sin tomarle en cuenta, para no estorbar el camino de los mortales decidió ir sobrevolando la acera. Se detuvo en un parque cercano y se puso a descansar sobre una pileta. La pileta era gigante, de dos niveles, en el primero había muchos delfines que lanzaban agua por sus hocicos, y sobre ellos una gran sirena que lanzaba agua desde un jarrón. Poco a poco iba oscureciendo. Había un lago en frente donde nadaban muchos tiernos y lindos patitos, la chica fue a acariciarlos y a jugar con ellos, como se notaba en ella la inocencia de un ángel.

La noche llegó muy rápido, fue hasta la nube más baja y cercana del lugar, se acomodó en aquella esponjosa nube que encontró y se puso a dormir.

Al despertar, ella abrió los ojos suavemente, veía borroso, se los refregó para poder ver bien, se dio la vuelta y notó como un chico le miraba, pero claramente no era humano, no podían verla, ni mucho menos llegar a esas alturas solo. El chico tenía dos cuernos, unas alas muy oscuras, tenía una cola que su término tenía forma de punta de flecha, además vestía completamente de negro.

— ¿Eres un ángel?— le preguntó mientras la miraba fijamente— estoy seguro que debes serlo, tus alas son puras y blanquísimas, tu piel casi tan clara como ellas, tienes una hermosa aurora, que también es signo de una gran pureza.

—Sí, lo soy— respondió— pero, tú, ¿quién eres?, ¿qué es lo que quieres?

— Yo soy Beleth— sonrió el chico— soy el príncipe demonio de las pesadillas, ¿cómo te llamas angelito?

— ¿Eh?, mi nombre es Ann.

—Que nombre más interesante, aún así, ¿qué te trae por estos sitios?, este es un lugar aburrido, deberías volver por donde viniste.

— ¿Aburrido?, nunca he estado aquí, tenía que bajar alguna vez.

—Hahaha, para llegar hasta este lugar, debo subir, yo vivo en las profundidades del averno, aún así, los dos lugares son aburridos, además soy el mensajero entre la Tierra y el infierno, y también el temor en los sueños, y es por eso que frecuento este lugar.

Ann bajó nuevamente para ver a los pequeños animales alados, pero estos ya no estaban, su rostro se tornó algo triste por no encontrarlos, miró a su alrededor en busca de algo y vio a un pequeño niño, al parecer estaba perdido, el ángel fue con él, le tomó la mano y lo llevó con sus padres. Nadie le vio, pareció que el niño llegó solo hasta ellos. Beleth la seguía y permanecía a su lado.

El camino de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora