Unitario

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     "Ya casi es hora de que empiece a dedicarte mi insomnio." 

Cuando llegó después de ser recibido por su hermano en la entrada de la casa, Tsukishima sólo pudo alzar la mano en forma de saludo y pasar de largo hasta subir los escalones que lo separaban de su lugar seguro. Cuando entró en la habitación, siendo tan controlado como siempre solía ser, dejó el bolso sobre una silla y sintió ese repentino colapso.

Se llevó una mano al pecho, le costaba respirar un poco, todo por culpa de ese maldito. No sabía en qué momento se había vuelto tan débil, pero no podía seguir así, mucho menos por ese ruidoso y estridente tipo.

No es que hubiera sido demasiado trascendental aquel casual acercamiento, pero ahora, cobijado por la oscuridad de su habitación, Tsukishima Kei podía colapsar en paz. Con las rodillas huesudas contra la oscura madera del piso, se inclinó hacia adelante por la falta de aire. Intentaba calmarse, con las manos también contra el piso y el abdomen contraído, con esa sensación de ahogo que había experimentado después del absurdo saludo por parte del capitán de Nekoma.

Había perdido el control, odiaba hacerlo, no podía permitírselo! Había construido una estructura acorde a sus necesidades, una que le permitía actuar y reaccionar con las demás personas sin involucrarse demasiado, y de repente venía el tipo más extraño que había visto en su vida (Aun mas que Kageyama y Hinata) y ponía su mundo de cabeza.

Con solo recordar cómo había empezado su pesadilla, se reprendía mentalmente al sentir que había caído en aquella trampa como si fuese un estúpido. Desde el principio debió imaginar que aquella sonrisa se traía algo detrás, no era normal mostrar tanto los dientes!

-Vamos a practicar, Megane kun – recordó su voz llamándolo de ese modo, y se le crisparon los nervios al sentir su piel erizándose. Kuroo había ido especialmente a buscarlo para insistir en un entrenamiento que lo ayudaría, y bajo la promesa de que Akaashi estaría también, logró convencerlo. Después de todo, él parecía ser el único cuerdo y responsable en ese grupo de locos.

Después de llevarlo a rastras hacia el gimnasio, lo hizo pasar aunque las luces estaban apagadas, y si hubiera sido Spiderman sus sentidos arácnidos se hubieran despertado, pero Tsukishima Kei no era Spiderman ni tenía sentidos arácnidos, por lo que ingresó al solitario recinto. La puerta se cerró detrás suyo de un golpe que lo obligó a girar, y en esa oscuridad pudo notar los ojos del gato analizándolo- Ya, ya, la broma de siempre hacia los de primer año y las personas nerds. ¿Podrías dejarme ir?- Se cruzó de brazos fastidiado, estaba bastante entrada la noche por lo que la única luz que entraba por los ventanales del gimnasio era la de la luna. Notó su sombra rodearlo, y por instinto retrocedió al percibir que Kuroo estaba más cerca de lo que había pensado. En ese momento odio usar lentes, porque había cierto punto ciego en el que no veía o prácticamente todo era borroso – Si no te hubiera dicho que Akaashi estaba aquí, no hubiera accedido- dijo el mayor, simulando un tono de tristeza mientras deslizaba el dedo índice por al ancho de la espalda de Tsukishima. Éste giró repentinamente, pero Kuroo parecía un hábil ninja en aquella absurda oscuridad. El bloqueador avanzó hacia la puerta para intentar abrirla, pero las palabras y la certeza de Kuroo lo hicieron desistir- Hay personas que sólo esperan que todo sucede, y otras que , ansiosas, odiamos esperar. Yo soy de las últimas...- No sabía por qué su tono de voz le causaba esa corriente eléctrica en el cuerpo, pero sin lugar a dudas no podía ser algo bueno – No comprendo qué tiene que ver conmigo ese discurso sacado de libro de autoayuda – Ahí estaba, la sal de siempre haciéndose presente. La verdad es que Tsukishima se sentía en desventaja y analizando la situación, sabía que sólo debía hacer que Kuroo se aburriese de lo que fuera que quería .

Kuroo parecía bastante seguro de sus intenciones, por lo que se puso de pie detrás del rubio rodeándolo por la cintura con un brazo. El rubio se sentía confundido en ese punto, no estaba habituado a ese tipo de acercamiento y no comprendía de qué iba esa broma, aunque perdió la sonrisa cuando sintió a Kuroo rozarle el lóbulo de la oreja con los labios. Su cuerpo reaccionó con un respingo pero el pálido brazo del mayor lo tenía lo suficientemente sujeto como para impedirle moverse. En ese punto, todo estaba de cabeza. Estaba solo en ese oscuro gimnasio, y Kuroo se estaba comportando de forma extraña. – Directo al corazón – dijo, refiriéndose a sus palabras, y volvió a sonreír- ¿Preferirías que fuera Akaashi?- aquella pregunta lo tambaleó internamente, porque sentía que estaba hablando en otro idioma o se estaba perdiendo algo de información.

The BEGINNINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora