[22] No es que me interese.

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Esmeralda:

Había pasado sólo un día desde que en la preparatoria había estallado uno de mis secretos y Amber había decidido unirse a mi grupo.

También había hecho enojar a Eduardo con mis risas y respuestas de mala gana, pero sabía que él ocultaba cosas, sólo que no sabía cuales eran y el no poder sacárselo me irritaba, así que terminaba irritándolo también.

—¿Entonces te interesa ayudar a Amber? —preguntó Sara tirándose a mi lado, en el sofá. La miré frunciendo el ceño.

—No, ¿por qué dices eso? —pregunté y ella me miró confusa.

—Pero si ya se hablan y ella quedó de venir hoy. —asentí.

—Así es, pero no es que me interese, Sara. Quiero averiguar cosas y tengo mis métodos. —ella abrió la boca.

—¿Sólo es una estrategia? —me encogí de hombros.

—Que sea lo que quiera ser, pero a mí nada más me sirve para investigar cosas sobre ella y Eduardo. —dije apretando las manos.

—Bueno, pero no te alteres, vas a cumplir lo que sea que te propongas. Te conozco y lo veo. —sonrió y asentí más tranquila.

—Hola, ¿de qué hablan? —preguntó Estephanie alzando una ceja.

—Es sobre Amber, quedó de venir más tarde. —dijo Sara y me encogí de hombros sin ánimos.

—Pienso que trama algo y voy a descubrirlo, y si no es ella hay un último sospechoso en mi lista. —dije.

—¿Es tu novio verdad? —preguntó María y asentí.

—No quería decir esto, pero Eduardo se comporta de una forma muy extraña y creo que eso es de todo, menos normal. —mencionó Estephanie y la miré de acuerdo.

—Sí, también lo he estado notando. —respondí.

—¿Qué planeas hacer, Esmeralda? —suspiré.

—Lo primero que haré es cambiar un poco mi reputación en la escuela, luego, mantenerme vigilando a Eduardo y a Amber, y por último no dejar que Evelyn continúe metiéndose en mi camino, tampoco me dejaré exponer de esa manera.

—¿Y cómo cambiarás tu reputación? —preguntó Sara desconcertada.

—Todavía no tengo una idea firme, pero ya sabré como y ustedes lo verán pronto. —dije sonriendo.

—Ahora me das miedo, y con los moretones en tu rostro te ves realmente como una boxeadora.

—Creo que debería apuntarme en el boxeo, ¿o no? —pregunté a María y ella frunció el ceño.

—Ya estuviste en clases de artes marciales, ¿para qué boxeo? —me encogí de hombros.

Nos quedamos sentadas un par de minutos hasta que sonó el timbre.

—¿Quién crees que sea? —preguntó Estephanie y me encogí de hombros.

—En este momento, puede ser cualquiera. —dije restándole importancia.

Sara se levantó y abrió la puerta, como siempre sin ver quién estaba allí parado.

—Sólo es Amber. —dijo sin importancia. Fruncí y el ceño y me volteé— Y el resto de su grupo.

—No lo digas de esa manera. —dijo Amber, pero a Sara no le importaba eso.

—¿Qué haces aquí? Son las dos de la tarde. —pregunté sin entender.

—¿A qué te refieres? Te dije que hablaríamos sobre algo importante.

—Sí, pero primero explica cuál es tu punto, o razón por la que debes unirte a nosotras. —preguntó Estephanie.

—A ver. —dijo y se sentó— Envidié a Esmeralda por años, nunca me preocupé por mí como debí hacerlo, en cuanto a estudios y qué carrera elegiré en la universidad. Tener popularidad no significa nada, pues veo que tú puedes tenerla y no perder el control de lo que es importante. Nunca pierdes tu postura, a tus amigas y quiero aprender eso, además de que estoy en una mala posición actualmente.

—Bien, hay cosas que aún debo procesar, pero mientras lo hago puedo enseñarte un par de cosas. —respondí.

—¿Cómo es que no te molesta que esté pidiéndote ayuda? ¿En tu propia casa? —preguntó Laura.

—Es exactamente por eso, porque no soy yo quien lo está haciendo, y ojalá nunca lo haga. Porque si algún día necesito de Amber y su comportamiento es porque estoy en graves problemas. —dije sonriendo— Es decir, no me vean como una mala persona, es sólo que no me gustaría pedirle ayuda a mi rival de toda la vida, eso me haría perder el orgullo y quien sabe si la dignidad.

—Esmeralda, hay otra cosa que debo comentarte. —dijo Amber moviendo los dedos en un ritmo continuo.

—¿Sobre alguien? —asintió— Déjame adivinar, ¿Eduardo? —Amber frunció el ceño.

—Sí, ¿cómo sabes? Por cierto, ya no me interesa tu novio. —dijo haciendo una mueca.

—No es como que a mí me importe mucho. —Amber y sus amigas me miraron confundidas.

—¿Y por qué están juntos? —volvió a preguntar Laura.

—Quise decir que me importa, pero estoy abierta a escuchar las críticas negativas que tengan que decir sobre él, y supe que se trataba de él porque repentinamente te supiste nerviosa. —respondí y le di una corta mirada a Sara.

Había olvidado por completo que no podía mostrar esa actitud frente a Amber. Sólo quería investigar qué estaba ocultando mi novio y no debía decir muchas verdades frente a la chica.

—Bueno, es que no estoy segura de la verdadera razón por la que Eduardo está contigo. Hace un par de semanas, cuando empezaron a salir, lo escuché hablar por teléfono con alguien, y probablemente hablaba sobre ti, dijo que había un par de cosas que debía sacarte. —mencionó aun nerviosa.

—Eso también intentó hacerlo un par de veces, primero te interrogaba mucho sobre Evelyn y sobre qué ocultabas, y el viernes, en el comedor antes de que Amber llegara, preguntó "¿Algún otro secreto que quieras contar?" —nos recordó María y asentí.

—Pero también Esmeralda le dijo que se tranquilizara, si es que no tenía nada que ocultar y él se tensó. —dijo Sara confundida.

—¿Tienes algún otro secreto, Esmeralda? —preguntó Amber y la miré con cara de póker— Bueno, lo siento, sólo pregunté.

—Sinceramente, no que yo recuerde, y ¿qué Eduardo necesite saber? No comprendo nada. —dije preocupada mordiendo mi labio inferior.

De repente sonó el timbre nuevamente y todas nos miramos confundidas, me levanté y fue difícil identificar quien estaba fuera, pues estaba de espaldas, pero sin duda, era una chica. Abrí y ella se volteó, no pude evitar reír, era una risa que transmitía nervios y a la vez enojo.

—¿Qué demonios haces aquí? Maldita traidora. —pregunté apretando los puños.

Las típicas nerd's ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora