Prólogo

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"¡Genial, mi nuevo barrio es tan acogedor que me dan ganas de matar a todos!", pensó.

La verdad era que no le agradaba para nada la idea de mudarse. Pero era lo mejor para ella y su familia.

-Emily, cariño -la voz de su madre la aparta de sus pensamientos.

-¿Qué pasa?

-Ve a conocer el lugar, yo debo esperar a que llegue tu padre. Ve con cuidado, no vayas a perderte.

"Sería fantástico. Todo sea por no volver a esa casa", decía para sí misma.

-Bien, nos vemos luego.

Salió cerrando la puerta tras ella.
Caminó carretera abajo y se topó con un bosque. No le agradaban en absoluto, al contrario, le daba un poco de miedo entrar. Dudó unos segundos. Miró a sus alrededores y se decidió por explorar. Caminó por un sendero que estaba marcado. Al parecer la gente iba ahí a menudo. Aun habían pisadas en la arena y huellas de las herraduras de caballos.
Los altos álamos le daban una sensación de tranquilidad. El cantar de los pájaros le agradaba, y el sonido del viento que pasaba entre las copas de los árboles era acogedor.
Se detuvo frente a un gran roble que estaba en medio del camino. Al parecer el sendero llegaba hasta ahí. Rodeó el árbol con cuidado de no caerse y notó que el ambiente cambiaba completamente.
La vista ya no era tan agrdable. Los árboles estaban en su mayoría secos y apagados. Había niebla espesa y los cantos de los pájaros se habían ido; habían sido reemplazados por un crujir que provenía de los troncos de los árboles. A lo lejos se oyó un búho y un par de cuervos.
Quizo volver, pero sus pies sólo se movieron hacia adelante. Su curiosidad era más fuerte.

Recorrió un buen tramo y oyó un quejido. Se quedó quieta y miró hacia todos lados, pero no veía nada. La espesa niebla sólo le permitía ver unos pasos mas lejos de ella.

Otra vez un quejido. Caminó hacia el lugar donde lo había oído. Mientras la niebla se disipaba cada vez que se acercaba. Divisó un árbol, y... una extraña figura entre sus raíces sobresalientes. Se acercó despacio y la figura se veía más nítida. Era una persona recosatada en las raíces del árbol. Cuando estaba a sólo unos pasos, notó que era una mujer. Vestía un extraño traje color blanco.

Se situó a su lado y divisó que la mujer estaba herida.

-¿Está bien?, Necesitas ir a un hospital -dijo nerviosa.

Tenía una perforación en su abdómen. Al parecer era profunda, porque la sangre que salía de ella era bastante. El traje estaba tiñéndose de rojo poco a poco.

-De-debes... proteger el... -tosió y un hilillo de sangre salió de su boca -mundo...

-¿Q-qué?

-T-ten...

La mujer acercó su mano a su pecho y una luz comenzó a surgir de él. La alejó despacio con su puño cerrado.
Se lo tendió torpememte a la chica.
Emily dudó, pero finalmente estiró su mano y recibió el pequeño objeto.

Una perla, brillante, de color blanca. Miró a la mujer y notó que había muerto. Guardó sus últimas fuerzas para entregarle la perla.
Cerró su puño.

-Prometo que haré lo posible por proteger el mundo -dijo a la mujer sin vida.

Se levantó y caminó de vuelta al roble. Antes de pasar al otro lado, miró una vez más la perla; ésta se desprendió de su mano y se levantó hasta la altura de su pecho. Se quedó congelada cuando vió que la pequeña esfera se adentró en su cuerpo quedando en su interior. Su pecho brilló y la luz se extendió por todo su cuerpo. Se sintió liviana y se dió cuenta de que sus pies no tocaban el suelo, estaba a unos centímetros del pasto seco del bosque.
Cerró sus ojos queriendo despertar. Al sentir sus pies pisar el suelo, abrió los ojos y miró hacia abajo. Se sobresaltó al ver que el atuendo que llevaba era completamemte diferente al que se puso cuando despertó.

Era un traje blanco con rayas negras por todos lados, excepto en la parte delantera, desde su cuello hasta su ombligo, el traje era blanco, sin ninguna raya.
"Como un tigre", pensó. En el pecho, dónde la perla había sido absorvida, había un círculo negro con tres marcas de garras blancas dentro de él. Miró sus manos, sus "guantes" tenían pequeñas garras. También tenía una cola de tirgre, y claro, las orejas no podían faltar.
Oyó el cantar de los pájaros del otro lado del roble. También oyó el motor de un camión que pasaba por la carretera fuera del bosque. Giró su cabeza y oyó voces, un par de mujeres contando chismes. Sus oídos eran excelentes. Su olfato también había mejorado.

-¿Y ahora cómo me quito ésto? -preguntó nerviosa.

Buscó su celular, había caído de su bolsillo. A punto de desbloqueralo, se percató de su cabello, ya no era castaño, ahora era rubio y sus ojos habían pasado de ser color miel a un extaño color mar. Se veía muy diferente.
Desbloqueó su celular y marcó el número de su madre.

-¿Emily?

-Hola mamá, ya voy en camino. Me distraje en un bosque muy lindo que hay, no tardo -dijo y sin esperar respuesta cortó la llamada.

Miró hacia todos lados, pensando qué hacer o cómo quitarse ese traje. Se mordió el labio nerviosa y sintió el sabor a sangre. Pasó sus dedos por sus labios y se pinchó con algo. Volvió a acercar su mano y esta vez notó que tenía colmillos, filosos colmillos.

-Genial, lo que faltaba. Ahora soy un animal medio humano -dijo sarcástica.

Se llevó una mano al pecho y respiró profundamente. Necesitaba despejar su mente para pensar mejor.
La luz surgió nuevamente de su pecho y sintió pánico. Notó que algo salía de ella e instintivamente lo atajó. Era la perla. En el momento que lo notó su traje comenzó a desvanecerse, dejando ver su apariencia normal.

-Así que esta cosa, me cambia... -dijo pensativa. Observando atentamente la perla en su mano.

Finalemente caminó hacia el roble y lo rodeó hasta llegar al lugar verde y acogedor de antes. Siguió el sendero de vuelta hasta llegar a la carretera. Soltó un suspiro al notar que aun estaba de día. El tiempo que estuvo en el bosque le pareció eterno. Se dirigió a su casa pensando en qué cosas buenas o malas podría traerle ese nuevo poder.

Doble CaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora