"Melodia" agonizante.

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Jack, escondido tras el árbol del jardín de los O'Brien, observaba como Melody iba de un lado a otro por la pequeña cocina. El cabello pelirrojo de la mujer se recogía en un casual moño, y sus andares eran apresurados, impacientes. Vestía unos sencillos vaqueros y una camiseta de manga corta, negra. Rondaría los cuarenta años, y sus ojos denotaban una mente vacía de experiencias fuertes, y una superficialidad casi agónica. Cuando su silueta desapareció en el interior de la casa, Jack salió cuidadosamente, y sin más, se acercó a la puerta trasera, abriéndola de golpe y entrando en la casa. Cerró la puerta en silencio, casi con mimo. 

Se oía una música ligera, jazz quizás, sonar desde lo que debía ser el salón, y un grifo escupiendo agua un poco más allá, en el baño. La casa tenía un encanto familiar lleno de recuerdos. Olía a madera recién encerada y a pastel de chocolate, y todas las superficies estaban limpias, casi impolutas. Jack pasó la mano por las paredes, deteniéndose en un cuadro de la familia que le inspiró rabia, asco, y nostalgia. Ahí estaba Melody, unos años atrás, con un bonito vestido blanco, siendo abrazada por su marido. En su regazo, un niño de apenas cuatro o cinco años, y sentada en el suelo, Sharon, la hija mayor de la familia, que debía tener unos dieciseís en la fotografía. Jack, estremeciéndose, se acercó entonces a la puerta del baño, y con toda la tranquilidad que en ese momento podía mostrar, entró.

Melody estaba de espaldas, solo cubierta con la toalla. La bañera estaba a medio llenar, y tarareaba la misma melodía que sonaba en el salón. Cuando notó la presencia de Jack, rió. El puso sus manos sobre la cintura de ella, y le besó el cuello. 

- ¿Paul? ¿Que haces aqui tan pronto? - preguntó, dejando escapar una risita y apoyando la espalda en el torso de Jack. Este la acunó unos segundos, sumergiéndose en recuerdos pasados, y de pronto, colocó su mano sobre los labios de ella y le dió la vuelta bruscamente, para que lo mirase. Los ojos de Melody se abrieron desmesuradamente, y un gemido, ahogado por la mano de Jack, salió de sus labios. Intentó deshacerse de él, y salir corriendo, pero rápidamente la retuvo, abrazándola. Siseó cuando ella le dió una patada.  

- Nena, tranquila. ¿No crees que es un inconveniente que estés tan tensa? ¿Acaso no te alegras de verme? Porque yo si. Te echaba de menos, pequeña. - le dijo al oído.

Ella intentó huir de nuevo. Las lágrimas caían por sus mejillas. Jack la arrastró con él, hasta el salón, donde a duras penas, consiguió subir el volumen de la música. 

- Así nadie nos oirá, cariño. - la atrajo hacia sí y la abrazó de nuevo, tarareando la melodía que no conseguía identificar.

- Déjame en paz... Déjanos. Por favor. - gimoteó ella. 

- ¿Dejaros en paz? Solo saldo cuentas, cariño. Al fin y al cabo, me traicionaste.

- No lo hice, Jack. Solo actué como debía. Como cualquiera debería actuar frente a un loco - dijo, envalentonándose y poniendo los hombros rectos.

- ¿No crees que es un poco contraproducente que te enfrentes a mi, dada la situación? - ella titubeó un poco, y se echó a llorar, estremeciéndose espasmódicamente. El acarició su cabello y la acunó de nuevo, murmurando como si de una niña pequeña se tratase. 

Entonces Melody lo empujó, y aunque no lo tiró dada su corpulencia, consiguió desasirse de su abrazo. Cogió el atizador de la chimenea y le dió un golpe fuerte en el torso.  Luego, se encaró con el. Jack la miró, sereno, y empezó a reír entre dientes.

- Te has equivocado, nena. - Fué hacia ella, y como si fuese una muñeca de trapo, le arrebató el atizador. Luego, le propinó un golpe en el costado con el mismo, cortándole la respiración a la mujer y haciendo que se derrumbara, quejándose y entre lágrimas. Jack dejó caer el atizador a un lado, como si le asqueara y se arrodilló al lado de la herida. 

- ¿Estás bien? ¿Te he echo daño? - preguntó, servicial y aparentemente preocupado. Melody lo miró entre la bruma de las lágrimas y le escupió en la cara. 

La expresión de Jack cambió por completo de nuevo. Se levanto y le propinó una patada en el estomago, seguida de otra más. Luego la levanto en vilo y la  zarandeó, dándole un puñetazo en la mandíbula. La tiró contra el sofá, sangrando como estaba y la tomó con su torso y con sus piernas. Un par de golpes más, y Melody cayó inerte al suelo. Sangraba por la nariz y por la boca, y su respiración era demasiado tenue como para ser percibida siquiera. Le latia todo el cuerpo, y estaba demasiado dolorida como para moverse. Jack recupero el atizador y le asetó el golpe definitivo, en el torso, rompiendo su caja torácica y provocando una profusa expulsión de sangre por su boca. Rápidamente, limpio el atizador y sus manos en el lavabo de la cocina, cuidando de no dejar rastros de sangre, y se secó las manos en un trozo de papel de cocina que luego se guardo en el bolsillo. Sujetando el atizador con un trapo, lo dejó en su lugar, entre otros tres, y se guardó también el trapo. Miró con asco al cadáver de Melody. Que decadente se mostraba, ahora que la toalla se había deslizado y dejaba a la vista sus pechos magullados y su torso hundido, con el rostro lleno de sangre, que iba extendiéndose por el suelo.  

Entonces, Jack se aventuró al piso de arriba, con una sonrisa en los labios. 

Suspiros de un asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora