Hace mucho tiempo, una persona singular existió. Rey de la gran Chipre era. Pero no fue su puesto lo que lo hizo especial, sino su historia de amor. Una persona nunca se estanca, sino que está envuelta en un capullo con muchas, muchas capas. Con el tiempo, estas se marchitan, y con ello la persona renace mentalmente, dejando las cáscaras a un costado, como experiencias.
Esta es la historia del Gran Rey Yuuri Katsuki, quien rompió una fina cáscara, para llegar a una que tardaría en rascar.
El rey abrió lentamente sus ojos, la tierna luz del sol madrugador entró con confianza por sus ventanas, traspasó el fino tul blanco que cubría su cama para tocar con calidez el rostro del joven rey.
Esta paz no duró mucho, ya que las puertas se azotaron, sacándole un susto al somnoliento emperador.
—Despierte mi rey, ¡hoy tiene aquel especial almuerzo! —comentó Pichit, la mano derecha de Yuuri.
El fiel mayordomo sacó de su camino el tul y fue en busca de la ropa. Mientras el moreno no estaba, el rey se reincorporó y le esperó pacientemente sentado en la orilla de su gigantesca cama. Poco fue el tiempo que tardó Pichit en volver a estar frente a su rey. Se arrodilló ante él y con delicadeza comenzó a desabotonar el camisón de la mejor tela de su superior. Yuuri bostezaba y refregaba sus ojos mientras era desvestido. Con un paño húmedo de algodón, el mayordomo ayudó a refrescar el rostro del rey, dejando la ropa para después.
Una vez vestido, el rey seguido de su mayordomo se dirigieron al comedor, donde los sirvientes esperaban con el desayuno.
La mesa era larga y ancha, pero la única persona que se sentaba allí era el rey. Las comidas siempre fueron silenciosas y solitarias para el emperador.
Los sirvientes desde la puerta susurraban entre ellos "Espero que hoy el rey encuentre a una mujer".
El rey, saboreando las uvas, pensaba, casualmente, eso mismo. Quería por fin encontrar a una mujer que le enloquezca, que llenara ese vacío dentro de él.
En los 23 años del rey, nunca había sentido atracción hacia una dama. Con cada año que vivía, la soledad le acosaba con más intensidad. Necesitaba a quien le diera su progenitor, el próximo rey, pero Yuuri se negaba a juntarse con alguien a quien no ame, ya que más dolor le traería. "Amor... ¿es tan difícil concederme aquello?" se preguntaba mirando al techo.
El desayuno acabó. Una vez de vuelta en su cuarto, su mayordomo le esperaba para vestirle para el dichoso almuerzo.
Una larga túnica blanca con telas azul grisáceas superpuestas con variedad de piedras preciosas como decoración era lo que recomendaron para el rey. Para terminar la digna figura de un gobernante, en su cuerpo pusieron joyas de oro, que resplandían frente a la luz, como si orgullosas estuviesen de su valor.
La celebración llegó. La clase alta estaba reunida allí, con el rey como el especial invitado. Las mujeres, interesadas, se acercaban al rey y con sus encantos, le hablaban, ya que sus esposas querían ser. A lo lejos, ancianos que rondaban los treinta años, codiciaban por convertir en yerno al poderoso rey. Yuuri escuchaba a las mujeres atentamente, se esforzaba en unirse con una de ellas. Pero no podía, tales eran insignificantes para su vista. La culpa crecía, ya que en su mente, ofendido decía "¿por qué la naturaleza concibió tales vicios a las mujeres?". Las miraba, y no le alcanzaba los dedos para contar las imperfecciones de cada mujer, dichosas de ser nombradas bellezas. El rey no encontró lo que buscaba en aquel almuerzo, como nunca lo hizo.
Volvió a su palacio, se puso ropas más cómodas, mas no dejaban de ser de altos valores. Estaba frustrado, mecánicamente se dirigió a su taller, donde materializaba sus emociones, ya que era su forma de expresarse.
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Metamorfosis [YuurixYuri]
FanfictionLa mente humana es un cascaron de miles de capas. A cierto tiempo esta cae, y aparece una nueva por debajo. El rey Yuuri no podía aguantar a cambiar esta piel y salir de aquel estancamiento sentimental. Qué irónico que su salvación haya sido el ejem...