Epílogo (Capítulo 1)

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- Te verás hermosa mañana en ese vestido -dijo una voz a mi espalda.

- ¡Sam!

Me di vuelta y vi a Sam apoyado, de brazos cruzados, en el marco de mi puerta. Corrí hacia el cuando vi que abría sus brazos y dejé atrás el espejo de cuerpo entero ubicado en una esquina de la pieza. Me apretó fuerte, pero delicado, entre sus brazos meciéndome de un lado a otro. Se separó un poco y me miró de pies a cabeza analizando cada detalle del vestido que llevaba.

- Creo que no te veía con vestido desde el funeral de... -y sus palabras se perdieron intentando remediar el error que acaba de cometer.

Me miró triste y arrepentido por lo que acababa de mencionar, esperaba que una lágrima corriera por mi cara, pero solo se apretó mi pecho.

Las personas que me rodeaban aún temían tocar el tema a flote, pues pensaban que iba a sufrir y romperme al volver escuchar el nombre de Caden. Al principio cada noche me levantaba pensado en que él podría aparecer a mi lado como solía hacerlo cuando lo necesitaba, esas noches en que él era el único que podía ayudar y entender por lo que pasaba, pero cuando estaba totalmente consciente entraba en cuenta de que él ya había desaparecido hace 4 meses, sin haber dejado nada como rastro, había sido arrastrado al igual que Zoella según Sam, quien estuvo consciente y pendiente de la situación mientras yo revivía gracias a Caden, quien había dado cada gota de su vida para salvarme a mi. Sam había asegurado ver como mi cuerpo pasaba de mi color normal a uno demasiado gris, aunque dijo que fue por unos minutos, ya que Caden se había percatado y ahí tomo la decisión de que mi vida era más importante que la suya.

- Se que vas a decir que es un tema ya manejado, pero aún siento que...

- Tranquilo, de verdad ahora las cosas están mejor- dije saliendo de su agarre para ir a buscar mi ropa y entrar al baño a cambiarme.

Él no dijo nada mientras lo dejaba de nuevo solo en la puerta. Me encerré en el baño y comencé a desvestirme y cambiarme a una ropa normal, mi típica polera blanca de tiras con un suéter negro largo, abierto y hasta más abajo de mis caderas color negro y unos jeans del mismo color. Recogí mi pelo castaño en un tomate alto y di el grifo para lavar mi cara. No quería pensar en Caden, por qué solo conseguía estancarme y no ver su muerte como un buen acto, además tenía que aprovechar la vida de Caden, pues por algo me la había dado. Además la vida parecía estar siendo buena conmigo estos últimos meses.

Salí del baño y vi a Sam apoyado en mi tocador viendo la cajita musical que dejaba asomar una pequeña bailarina, al igual que alguna vez había hecho Caden. Revisaba cada rincón esperando encontrar algo nuevo después de este tiempo, pero todo seguía igual, en su posición original, pues quería intentar mantener todo en su lugar.

Sam era el cambiado, después de la muerte de Caden, junto con un grupo de Vivientes, fuero por 4 meses de viaje por Europa en busca de algún grupo Temik o algo sobre los Deshabitados, quienes habían desaparecido de la faz de la tierra sin dejar rastro alguno, ni siquiera las mejores mediums del mundo entendían que pasaba, así que repartimos por cada central algunos de nuestros miembros para averiguar algo antes de deshacer la congregación, pues sin un mal oscuro, ya no se nos necesitaba. Esta misión no la había mandado yo, pues estuve casi una semana inconsiente, por lo que había sido Patrick quien había decidido tomar riendas del asunto y mandar a Sam a inspeccionar. Y aquí estábamos, después de varios meses sin un indicio. 

- ¿Cómo está Amelia? -preguntó Sam intentando cambiar mis pensamientos.

- Está increíble como madre -sonríe un poco al hablar de ella, pues su hijita era preciosa-. Su hija nació hace un mes y medio más o menos y es igual a ella pero con esos ojos que tiene Elliot.

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