capítulo 3

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Me observé en el espejo, estaba muy complacida con el resultado.
Mi vestido era azul oscuro tenía un escote tipo corazón arriba, era ajustado arriba, suerto de la cintura hacia bajo, me llegaba un poco debajo de mis rodillas, sexy y sofisticado a la vez.

Mis zapatos eran unos tacones negros, peine mi pelo diferente, no se porque pero quería verme diferente. Planche mi pelo hasta la mitad y la otra mitad la deje en sus rizos naturales, mi maquillaje era sencillo, al final estaba muy complacida con los resultados.

Escuche el timbre, Eric había llegado. Tomé mi pequeño bolso y fui hasta la puerta.

Si tenía dudas de mi atuendo de esa noche, todas desaparecieron ante la mirada de Eric, y la verdad ese tipo de miradas son las que suelen sumarle puntos al ego de toda mujer.

— Estás... Hermosa.

Pensaba decir "gracias", pero Eric no me dejó, sus labios me lo impidieron.

Eric me estaba besando, un beso tierno, dulce, sus labios eran maravillosos,  su delicadeza al tocarme era majestuoso.

— ¿ Nos vamos?.-
— Preguntó en cuanto nos separamos.

Tendió su mano y yo la tome, ese hombre era  un caballero en toda la extensión de la palabra.

La fiesta era en uno de los hoteles más importantes de toda la ciudad, el salón estaba lleno de personas de la clara innata "millonarios".

Ir del brazo de Eric me daba cierta seguridad, me presentó a muchos de los ahí presente, algunos los conocía a otros no. Pero nunca estaba demás conocer gente así, ya saben nunca se sabe cuando vas a necesitar amigos con "influencias".

Nalia también estaba en la fiesta, al igual que yo, también trabajaba en el bufete sólo que ella era la secretaria de Eric, era mi mejor amiga, nos cociamos hace años. Ambas estudiábamos en la misma universidad las dos Derecho  y las dos estábamos en nuestro último año, en fin, teníamos muchas cosas en común.

— Así qué tu y el señor Eric.— Masculló Nalia una vez nos quedamos a solas.

Un mesero paso frente a nosotras y tomamos una copa de vino.

— No.— Le aclare.— No es lo que estás pensando.— casi se  me había olvidado el "don" que tenia mi mejor amiga para ser mal pensada.

Me escudriñó con la mirada, buscando algo más.
—Sólo ha sido un beso.— Susurré.

— Un beso.— Dijo de tono pícaro.— Si por él fuera creo que hace rato que tu hubieras conocido sus zonas "intimas".

Tomé un sorbo de vino, me atragante al escuchar las palabras de Nalia, comencé a tocer por un momento sentí que me faltaba el aire, hasta que alguien me paso un vaso con agua.

— gra... Gracias.—Masculle una vez había conseguido tener mi ritmo respiratorio normal.

Levanté el rostro encontrándome a mi jefe parado delante de mí, y a Bruno a su lado.

No pude evitar mirar al segundo, se veía tan sexy vestido de traje, era un traje negro que le quedaba ajustado a sus brazos fornidos, podrá ser muy idiota pero potencial si tiene.

—Fara.— Habló mi jefe.— Bruno me contó de tu trató para con él hoy.

Mi piel se erizó al escucharle, ahora si que estoba jodida, me iban a despedir, quizás no lo hiciera hoy porque al final de cuentas tenía que guardar las apariencias, oh quizás si, quizás le valen madres las apariencias y me despide en frente de todos.

Al menos yo tenía argumentos...

oh vamos,  es su hijo tus argumentos valen mierda en esté caso.

— Señor puedo... Explicarlo.— Argumente casi en un susurro.

—Tranquila Fara, te agradezco que fueras tan atenta con él.— Lo miré sin entender. —  De verdad gracias.— Concluyó mi jefe, antes de irce por donde habia llegado.

Sentí mi sangre helarse, Bruno le había hablado bien de mi, pero  ¿porqué?...

Es posible que se diera cuenta de que había actuado como un invesir y sea su forma de disculparse.
Aunque no sé porque algo en mi subconsciente me decía que Bruno Prieto no era de esas personas que le interesara pedir disculpas .

La noche había sido fantástica, de vez en cuando me cruzaba con la mirada de Bruno pero preferí ignorarla.

Las copas de vino al final surgieron efecto, me sentía algo mareada, aunque con la compañía de Eric esto pasaba desapercibido, sus chistes eran geniales eso o que estaba casi ebria, opté por la primera.

— Ya vengo.— Le dije en medio de una risita.

Me alejé de Eric para ir al baño, lo busqué  por todo él salón pero no lo encontré. Seguí hasta el final del corredor y ahí estaba.

Labe mi rostro con abundante agua, tenía algo de calor, miré mi retrato en el espejo, casi salgo carriendo al ver la imagen de Bruno detrás de mí.

— ¿ Qué haces aquí?.— Pregunté asombrada. —  Casi me matas de un
susto.— le dije aún con mi mano derecha colada en mi pecho.

Esté se acerco más a mi, rodeó mi cintura con sus fuertes manos y colocó su cabeza en mi hombro. Sus labios tocaron mi cuello, llegando hasta mi mandíbula.


— Bruno, suertame.— Masculle en un intento de que mi voz sonará decidida, las piernas me estaban empezado a temblar a la vez qué mi respiración se agitaba.

— ¿Qué pasa si no quiero?.— Levantó su rostro para mirarme.— Si no me da la gana de dejarte ir junto a mi primito.— mordió su labio inferior.— ¿Qué pasa si sólo quiero hacer esto?...


Sus labios se posaron en los mios, me estaba besando, un beso pasional, agresivo, lleno de deseo y lujuria. Luché con mis débiles manos en un estúpido intento de apartarlo, pero su fuerza era mucho superior a la mia, tomó mis manos y las colocó en cima de mi cabeza, continúo besándome con la misma fuerza, sus besos me quemaban, quería apartarlo pero mi traicionero cuerpo empezó a reccionar ante sus caricias.


Le di paso a mi boca, sentí su lengua en toda mi cavidad bucal, nuestras lenguas estaban en una guerra de superioridad, dejó mis manos libres, aproveché esto para acariciar su pelo.


Sentía sus manos debajo de mi vestido, acariciando toda mi piel, hasta que lo sentí acariciar mi interior, lo deseaba, deseaba a ese hombre como nunca había deseado a nadie en mi vida.

En un rápido movimiento quitó mis bragas y se dispuso a hacer lo mismo con su pantalón, mi cerebro estaba bloqueado. No cabía espacio para ningún pensamiento coherente, para escuchar mi subconsciente o la parte lógica y sensata.

Me arrinconó más a la pared, colocando mis piernas alrededor de su cintura. sentí como se apoderaba de mí, de una forma salvaje, sin  pudor ni palabras románticas, cada embestida me acercaba más al abismo.


Mis sentidos no funcionaban, sólo éramos el y yo, nuestros cuerpos, la pasión, el deseo descontrolado.


Aumento más el ritmo hasta llevarme al final del precipicio, juntos llegamos al clímax, pude sentir su cuerpo temblar ante esté.



Nuestras respiraciones estaban agitadas, nuestros rostros cerca. Tomó mi barbilla Volviéndome a besar, hice fuerza de mí voluntad y lo aparté.
Mis manos, mis pies, mi cuerpo completo estaba temblando aún.


— esto no puede...

Mis palabras se quedaron suspendidas en el aire,  una voz en la puerta me hizo aguardar silencio, justo en ese momento me di cuenta de que Bruno la había cerrado con seguro.


—¿Fara, estás ahí?.— Mi rostro palideció más de lo que estaba al escuchar esa voz detrás de la puerta.

Maldición era Eric.

AMORES QUE MATAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora