Yoongi era un ángel, un ángel de alas con forma de negras, redondas y corcheas. La música era su razón de existir.
Yoongi tenía una belleza única e inigualable; con sus cabellos dorados y su piel blanca y tersa, tal vez por eso Jimin lo quiso, porque incluso su aspecto era como el de un ángel.
Jimin era un demonio, de cabellos oscuros y sonrisa perversa, de palabras bonitas y halagos cautivadores.
Yoongi era un ingenuo ángel enamorado.
Jimin era un demonio posesivo y violento.
El piano era su instrumento. Un enorme piano de cola negro, que ocupaba gran parte de la sala del pianista. Sus dedos se deslizaban con maestría por las teclas de marfil, llenando la habitación de melodías tristes y vacías.
Hasta que el demonio le dio sus alas y con ellas recuperó el color, el amor, las notas alegres y las canciones llenas de algo. Pero como se las dio, se las arrebató.
El pianista no debería hechizar a otros. Yoongi no tenía porqué sonreirle a Jeongguk. El ángel no tendría que haber abierto su pequeño mundo a nadie más que su demonio.
Porque Jimin lo llevó al cielo, para luego arrastrarlo al infierno.
El ángel fue manchado. Su cuerpo profanado.
Manchas violáceas en su blanquecino cuerpo, manos tatuadas a la fuerza y sonrisas rotas fue lo que el demonio le dio.
Encerrado en su propio mundo, donde sólo existían ellos dos, el demonio sonrió.
El ángel no lo soportó.
Voló. El ángel abrió sus alas y voló del décimo piso, para escapar del demonio, de su infierno personal.
El ángel voló. El demonio sonrió.
Nadie más volvería a ver ni tocar a su precioso ángel. Ni siquiera él.
¿Y por qué no?
El demonio tomó la cuchilla y se castigó, por todo el sufrimiento y dolor, que en su ángel provocó.
El demonio murió.
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.Belén♥