Capítulo 6.

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—Adelante, joven Yurio.

Ante la indicación del médico, el rubio ingresó al consultorio, tomando asiento frente al mayor. Sus labios formaron una línea, mostrándose bastante incómodo.

Por su cabeza aún rondaba la pregunta de: ¿cómo Otabek lo había convencido de venir aquí?

—Bienvenido, soy el doctor Sam. Especializado en especies —logró añadir el docente, acomodándose los lentes—. Principalmente, quiero decir que no eres el único hombre gato aquí, en Japón.

—¿Hay otros? —preguntó el menor, curioso.

—Sí, bueno, sólo uno. Es un chico un poco mayor, de veintiséis años —respondió—. La única diferencia, es que él no heredó esto de familia... Fue más bien un accidente, ha estado en terapia desde entonces. Sin embargo, me ha sorprendido el avance que tuvo gracias a su pareja.

Yurio se mordió el labio, evitando hacer demasiadas preguntas. Observó como el Dr. Sam tomaba una carpeta, para luego extender el documento hacia él.

—Los análisis muestran que, por el ADN de tu madre, eres un hombre gato. Esto es natural —dijo el mayor, juntando sus manos.

El rubio frunció el ceño. Bien, sí, sus padres nunca estuvieron con él, lo abandonaron cuando era solo un niño. Pero la noticia aún no dejaba de sorprenderlo.

—¿Tienes pareja que te ayude con tus celos? —Yurio asintió ante la pregunta—. Perfecto, ahora solamente te daré unos medicamentos y podrás irte.

* * *

Yurio caminó en dirección ha su departamento. Después de tres días en celo, por fin podía volver. En cuanto llegó, sacó sus llaves, pero antes de introducirla en el cerrojo, se dio cuenta de algo: La puerta estaba abierta.

Tragó saliva.

Oh, diablos...

El temor se metió en su cuerpo, causándole un leve temblor. Acercó su mano a la perilla de la puerta, abriéndola de manera lenta, cautelosamente. Su mirada se dirigió al primer objeto contundente que encontró, tomándolo entre sus manos con rapidez.

Tensó los músculos al ver que alguien se dirigía hacia donde estaba él. Sin embargo, se relajó al ver a unas siluetas bastantes conocidas.

Viktor y Yuri.

Ya no se le hacía raro sus entradas a su departamento, o sus visitas no deseadas. Así que, dejó el objeto en su lugar y preguntó: —¿Por qué están aquí?
—Quisimos venir a visitarte, pero no estabas. La puerta estaba abierta cuando llegamos —contestó Viktor, el cual tenía en brazos a su gatita negra.

—¿Dónde te habías ido? —preguntó Yuri—. Estábamos preocupados.

—No les importaría —musitó entre dientes Yurio.

—Por supuesto que sí, eres como nuestro hijo —dijo la pareja al unísono con un pequeño tono divertido.

El rubio viró los ojos, dejando su mochila en el sofá, dejando caer accidentalmente sus análisis al suelo, esparciendo los papeles por el suelo. Mucho antes de reaccionar, Nikiforov tomó los documentos.

Observó como la expresión de la pareja cambiaba a una de total sorpresa.

—Tú...

—Ajá, sí, soy un hombre gato, ahora lo saben —bufó, cruzándose de brazos—. Adelante, son libres de decirme lo que quieran.

Un silencio invadió a los presentes, sin embargo, fue interrumpido por una suve risa del Yuri japonés.

—Está bien, eso no cambiará nada —sonrió—. Te queremos seas o no una de esas criaturas.

Kitten | Otabek x Yurio, Yuri On Ice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora