Prefacio

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Nunca había sentido tanto miedo en mi vida. El cuerpo me temblaba, mis piernas amenazaban con aflojarse y dejarme caer. Yo ponía todo de mí para poder seguir. Nunca había pensado en cómo iba a morir pero estaba segura que no hubiese imaginado que sería de ésta manera.

Sentía un fuerte dolor en el estómago, pero no podía detenerme. Cada relámpago en la oscuridad iluminaba mi camino y yo estaba realmente agradecida por eso. La luz solo duraba un segundo, por lo que debía aprovecharla para mirar bien y decidir hacia dónde ir. Estaba completamente confundida pero lo único que tenía claro era que debía escapar. Pude escuchar sus pisadas detrás de mí y entre en pánico, temía que me alcanzara. Mi cara estaba empapada, no sabía si era de sudor por el esfuerzo, la lluvia que caía o mis propias lágrimas que no paraban de brotar de mis ojos.

Un resplandor y otro más, las nubes rugían furiosas y cargadas de electricidad, pude ver claramente donde estaba: en el medio de la nada. Los árboles y pinos se me aparecían en el camino, uno tras otro, como si yo me dirigiese a ellos en vez de esquivarlos para escapar. No sabía qué hacer, solo intentaba alejarme de allí. Corrí tan fuerte como pude pero mis piernas tardaban en responder. Me apretaba el estomago con las dos manos porque ya no soportaba el dolor, las punzadas eran cada vez más fuertes. Otro trueno, uno más fuerte y un viento que acarreaba su olor. De repente una gruesa rama se interpuso en mi camino y caí al suelo al chocarla. Un dolor agudo me oprimía el pecho, lo último que recuerdo es un destello azul y al cerrar los parpados un color rojo que se fue apagando hasta perder el conocimiento.

El lado oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora