3. En tierra hostil II (8)

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 –¿Vas a ser capaz de estar aquí sin venirte abajo? –le preguntó Roca a bocajarro en cuanto estuvieron a solas en el pasillo.

–Este no es mi sitio, yo no soy como vosotros... –argumentó ella.

–Vamos, que no eres capaz –suspiró resignada la villana militar, muy seria.

–Yo no he reventado laboratorios ni vengo de una familia maligna, sólo jugué por casualidad a lo que resultó ser una prueba de ingreso. ¡Miles de personas juegan a matar a diario y no creo que las traigan aquí a todas!

–¿Sabes qué consideramos que sois los civiles? Nada, poco más que gusanos, peones prescindibles, granos de arena que pisamos al avanzar –le explicó Eisentblut, dura y cruel–. ¿Quieres ser eso?

–Sólo quiero volver a casa...

–No me lloriquees –le exigió Roca–. Puedo llevarte al despacho del Director, pero quiero que tengas muy claras un par de cosas: si decides marcharte, es posible que Satán tome medidas preventivas para silenciarte –sus palabras hicieron que tragara saliva, atemorizada–; y si decides quedarte, me niego a ser tu niñera.

La joven asintió, ya estaba hecha a la idea de que estaba metida hasta el cuello en fango venenoso y que podía hundirse más en cualquier momento.

–Iré a hablar con el director. Si me quedo aquí, acabarán silenciándome de todos modos.

Roca alzó las cejas, como si dudara entre que fuera muy idiota o muy valiente, posiblemente las dos cosas a la vez. Le hizo un gesto para que la siguiera, fueron al vestíbulo y por él accedieron a los pisos subterráneos.

–Espero que sepas volver sola al dormitorio, porque no pienso quedarme aquí esperando –dijo Roca, abandonándola frente a una puerta de madera oscura–. Si es que sobrevives –añadió malvada mientras se alejaba.

La joven se encogió un poco en aquel desértico y oscuro pasillo, pero enseguida se recompuso, o al menos fingió hacerlo. Estaba claro que si se mostraba débil, se la comerían viva. Inspiró hondo, se armó de valor y llamó golpeando con los nudillos, haciéndose daño en ellos.

–Adelante –le indicó una voz masculina desde el otro lado.

Hizo girar el pomo, empujó la gruesa puerta y tuvo acceso a una habitación iluminada por un fulgor rojizo. Cuál fue su (incómoda) sorpresa al no encontrarse sólo al director sentado tras su escritorio, sino también a la subdirectora Kill cruzada de piernas sobre la mesa. Tuvo la impresión de haber interrumpido un momento íntimo.

–Siento molestar...

–Ah, Nameless, eres tú, pasa, pasa, te esperaba –le dijo el hombre.

Tras él había una cristalera en la que ardían las llamas del mismísimo Infierno, que se avivaron para proporcionar más luz. Kill se giró hacia ella fulminándola con su único ojo, morado. La joven aguantó el tipo como pudo, agarrándose con las uñas a un clavo incendiado.

–¿En qué puedo ayudarte? –le ofreció Satán con amabilidad.

La joven se encontró pensando que, ya que iba vestido con un elegante traje de alguna época pasada, lucía perilla y sus ojos azules con una expresión inteligente y previsora, hubiera sido más adecuado, tal vez, llamarse Lucifer. O podría ser que el nombre ya estuviera pillado. ¿Habría un registro?

–Pues, verá... –empezó, acercándose con cautela, pero las palabras no le salían con la subdirectora destripándola con la mirada.

Satán se percató en seguida del problema.

Institute of Evil versus Heroes Academy (IEvsHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora