Me encontraba en la estación de trenes, esperando por mi primo; Jungkook.
Era la única persona allí. O eso creí, hasta ver una cabellera castaña a unos cuantos metros de mi.
Era un chico. Su mirada estaba perdida en las vías del tren. Posiblemente ni se había percatado de mi presencia.
Avanzó unos pasos hasta llegar al lado de ellas. Estaba demaciado cerca, y eso me extrañó.
El chico de nombre desconocido se arrodilló, colocó sus manos en una de las vías, y se recostó.
En el momento en el que escuché el ruido del tren aproximarse, reaccioné.
Si el chico seguía allí, moriría, eso era evidente.
-¡Hey! -Corrí hacia él agitando los brazos desesperada. El sonido del tren se hacía cada vez más cerca- ¡Sal de ahí!
El castaño levantó su cabeza confundido. Y volvió a su antigua posición, ignorándome por completo.
Lo tomé de los brazos con el intento de sacarlo de ahí.
-¡Suéltame! -Me empujó, y caí en la fría nieve.
Para cuando levanté mi vista, el tren ya estaba en frente de nosotros, listo para hacernos trizas.
Pero unos brazos me rodearon, y empecé a rodar.
En ningún momento abrí los ojos, y cuando lo hice, pude ver al chico de las vías a un lado de mi, respirando entrecortadamente.
Él notó que lo observaba, y se levantó de golpe.
Lo vi alejarse, entonces volví a correr hacia él.
-¿¡Estás bien!? -Pregunté preocupada y atónita. Nunca antes me había sucedido algo así.
Él no contestó, y siguió caminando.
Lo tomé de su abrigo, y él se volteó con el ceño fruncido.
-¿Qué quieres? -Su voz era profunda y grave. No iba para nada con su aspecto.
-¿E-estás bien? -Volví a preguntar, esta vez un poco intimidada por su mirada.
-Lo estoy -Dijo, y volvió a caminar, ignorándome nuevamente.
Yo lo seguí.
-¿Qué te parece si vienes a mi casa? Te prepararé un café caliente si quieres -Dije, tratando de ser amable. Ese chico me había salvado la vida.
Paró en seco.
-No me conoces. ¿A caso eres así con todo el mundo? -Me miró de reojo- A demás, no me gusta el café caliente. Me gusta frío.
-Te preparo uno frío -Insistí.
-¿No te escuchas? Pareces una necesitada. Si quieres conseguir un buen polvo sólo ve a una fiesta, ahí siempre hay adolescentes calientes, así como tú.
Auch. Eso había dolido.
-Sólo trato de ser amable. Deberías intentarlo tú también -Me crucé de brazos con la cabeza en alto, intentando verme firme.
-¿Para qué quieres que vaya contigo? -Preguntó con el semblante cansado.
-Me salvaste la vida.
-¿Estás diciendo que la mejor forma de agradecérmelo es invitándome a tomar un café en tu casa? -Se burló. Me avergoncé un poco, pero me mantuve en la misma posición- Si tanto insistes.
-¿Eso es un sí?
Él se limitó a asentir. Ya no me miraba, y eso me relajó un poco, pues era algo intimidante su mirada.