Prólogo (Réquiem a la soledad)

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''El ajedrez es algo tan complicado como fascinante, sujeto a las reglas que alguien impuso alguna vez, son consideradas inquebrantables. Aunque lo más inquietante es sin duda el hecho de que una vez comienzas no hay vuelta atrás, solo queda esperar al jaque mate final.

La vida es en sí misma una partida de ajedrez real en la que tú mismo eres el peón, pero debes tener cuidado, pues un simple movimiento en falso y... - movió su torre negra hacia el rey blanco, al fin arrinconado - ...jaque mate, todo puede acabar en un instante.

No logré comprender esas divagaciones que mi abuelo mostraba cada vez que jugaba al ajedrez hasta muchos años después, cuando me vi al borde de un abismo, de ese ''jaque mate vital'' del que él solía hablar. ¿Quién tenía tiempo de escuchar viejas tonterías cuando había que disfrutar el momento y hacer locuras? ¡Un niño no se paraba a pensar lo que hacía! Ni siquiera un adulto...

Quizás ese fue el verdadero problema; actuar sin pensar, cuando te das cuenta intentar cambiar pero...es imposible. Sucederá, sucederá cuanto más quieras evitarlo, cuanto más intentes cambiarlo, porque no hay forma de dar marcha atrás en el tiempo.

Las casualidades no existen en este mundo, solo existe lo inevitable de las cosas''

Los focos se apagaron de repente, el escenario quedó en la penumbra más absoluta. Sentía un vacío desolador, aunque oyese de fondo el vitoreo de un público agradecido por una actuación maravillosa...

No importaba, a ella solo le llenaban sus aplausos tras la valla de su jardín; anhelaba su olor, su sonrisa, sus gestos y cada centímetro de su piel. Toda esa felicidad quedaba tan lejana como el horizonte y sus sentimientos estaban ya tan añejos y estropeados como una botella de vino polvorienta, olvidada en el fondo de una bodega.

Deseaba verle de nuevo y besarle como la primera vez, pero eso ya no era posible, lo sabía mejor que nadie. Ahora tan solo quedan los trozos de un viejo espejo, roto por la ira años atrás, en un rincón de la antigua casa de sus padres.

Y ella... forzada a repetir una misma escena toda su vida, atrapada en un momento, una hora, un minuto, un segundo. Solo por miedo a avanzar, ella no volvió a mover su pieza jamás...


Illusia Alter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora