Felicidades ya eres una Onee-san

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Por fin volvería a su casa luego de estar fuera por casi una semana y media. Se había quedado al cuidado de unos parientes mientras su madre estaba en el hospital. Pero su madre no estaba allí por algo malo, sino por una buena razón. Ese 24 de mayo Mitsuko Matsuno, se había convertido en hermana mayor a la edad de 4 años.

Mientras caminaba junto a su padre tomados de la mano para ir a su casa, la niña de ojos café no podía ocultar su emoción por conocer a su pequeño hermano o hermana menor. Su padre no le dijo nada de cómo era pues ambos padres acordaron darle una sorpresa a la menor.


Ni bien la niña cruzo el lumbral de la puerta se saco los zapatos.

-¡¡Mamá!! ¡Ya estoy en casa! ¿Dónde está mi nuevo hermanito o mi hermanita?-pregunto gritando-. Espero que sea un niño... No mejor una niña, así puedo jugar con ella... No, ¿saben qué? Mejor niño así no le debo prestar mis muñecas -dijo la menor reflexionando sobre qué sería mejor, si tener una hermana o un hermano.

- Tranquila Mitsuko, recuerda que el bebe aún es muy pequeño y no puedes andar gritando o haciendo ruidos fuertes-dijo el padre llevando a la menor hasta el cuarto donde se encontraba su esposa con el nuevo integrante de la familia.

Al entrar al cuarto en donde estaba el recién llegado, la cara de la niña no se podía describir con palabras exactas, su expresión al ver que no tuvo una hermanita, ni un hermanito sino que tuvo seis hermanitos, sextillizos para ser más precisos, fue tremenda. Se quedo paralizada mirando los seis bebés que dormían en el futón, ladeo la cabeza hacia un lado sin entender lo que veía. Su madre se le acerco por detrás, se arrodilló para quedar a su altura y poso una de sus manos en el hombro de la menor.

-Mitsuko... Ellos son tus pequeños hermanos: Osomatsu, Karamatsu, Choromatsu, Ichimatsu, Jyushimatsu y Todomatsu -nombró a los recién nacidos por el orden de llegada a este mundo. La pequeña no dijo nada, sólo miró a sus hermanos con una ceja levantada como si fueran alguna clase de bichos raros.

Sus padres tal vez pensaron que eso se debía a que nunca había visto unos sextillizos. Por fin la joven abrió la boca para hablar.

-¿Esto pasó por que yo te pedí un cachorrito como unas seis veces? ¿Verdad? -preguntó la menor mirando a sus padres con cierta seriedad. Los adultos se miraron entre sí sin comprender y luego volvieron su vista a la menor, no entendían a que se refería con eso. Ella solo dio un largo suspiro-Algunos de mis compañeros de kínder me dijeron que cuando le pides un cachorro a tus padres, ellos en vez de darte el cachorro te dan un hermanito. Yo pedí seis veces un cachorro y ahora tengo seis hermanos -explicó la menor. Dado que tenía 4 años, su mente de niña no entendía muchas cosas, por lo que como cualquier niño pequeño que no comprende su entorno, comenzó a crear sus propias teorías de cómo funciona el mundo que le rodea.

Los adultos al escuchar tal conjetura de la niña no pudieron si no reírse por su inocente y dulce mente.

-No, mi pequeña-dijo la madre acariciando su cabeza.- No fue por eso que son seis. Tal vez Buda vio que en esta casa teníamos mucho amor que dar-dio una excusa algo simple para un niño que no entendía los nacimientos múltiples.- Lo que sí mi pequeña, es que hoy ya eres una hermana mayor y como tal será tu responsabilidad cuidarlos, amarlos y guiarlos por el buen camino -dijo la mujer viendo a sus pequeños durmiendo.

-¡Entiendo! Descuida mamá, seré la mejor hermana mayor del mundo -dijo con ánimos y luego se acercó para ver a sus hermanitos sin intención de despertarlos. Sin duda sería la niña más afortunada del mundo...

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⏰ Última actualización: Feb 17, 2017 ⏰

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