Abandono. One-shot ❄Gruvia❄

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El fuego de la pequeña chimenea chisporroteaba y crepitaba a la vez que se consumía en lo que parecía un susurro.
Hace nada la casa estaba llena de risas y bromas y el hogar era cálido, pero ahora ni el fuego conseguía que el lugar volviese a ser cálido. Ni el fuego hacia entrar en calor a la chica despechada que lloraba sin parar mientras las gotas de lluvia caían creando una melodía triste, la mas triste que esa ojiazul había escuchado.
El tiempo empezó a pasar lenta y dolorosamente mientras que se encontraba alejada de su amado, no por decisión propia sino por culpa del joven devil slayer que decidió por los dos lo que sería mejor.
Las lágrimas nunca se acababan. Al paso de mas tiempo la maga elemental renegaba de cualquier alimento, ya que el hambre dejo de hacerse presente cuando el agobio y la angustia se apoderaron del poco juicio que le quedaba al darse cuenta de que el azabache no volvería, aunque en lo mas hondo de ella cabía esa pequeña luz de esperanza.
Mientras tanto, en un lugar lejano.
Un joven miraba el techo de su cuarto con mucha de rabia y frustración, se encontraba empapado a causa de la lluvia, pero en donde se encontraba la lluvia hacía meses que no se hacía presente.
El por primera vez en un par de meses se decidió a ir a ver como estaba la peliazul, no para hablar con ella o para visitarla sino para verla de lejos, como a un sueño lejano, pero pareció que lo que vio no fue un sueño sino una pesadilla.
La mujer a la que tanto amaba y añoraba se estaba dejando morir mientras esperaba a que el volviese, pero el alquimista no tuvo el valor de dar la cara.
La rabia no era en contra de la dulce maga sino en contra de si mismo, porque era su culpa que eso fuese así.
Era culpa de el que ella se dejase morir esperando a que regresase, porque el nunca lo haría, no regresaría nunca, no porque no quisiese, sino porque no tenia el valor ,ni el derecho de volver como si nada.
Bien dicho era que el soñaba con el día en que volviese a verla sonreír y a verla feliz, pero esperaba que lo fuese con alguien mas.
Meses después, después de un duro enfrentamiento tuvo que ver y afrontar a aquella ojiazul que se encontraba enferma a causa de la lluvia y la falta de sueño y alimento.
Ella no estaba totalmente recuperada pero podía mantenerse en pie y razonar con claridad, incluso pelear ,aunque nadie sabia de donde sacaba las fuerzas aquella cabezota.
El le explicó lo sucedido a solas.  Ella le entendió, pero no parecía la misma de antes, mejor dicho no era la misma de antes, la ojiazul seguía perdida y locamente enamorada del alquimista, pero no podía simplemente perdonarle, no podía olvidar el dolor y toda la tristeza que hizo mella en su ya destrozado corazón.

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