Nada importa y es tan profundo como el comportamiento humano, a veces tan incomprensible como obvio. Así las acciones humanas son mucho más complejas de lo que se piensa, aunque más simple de lo que se dice, dedicando esta parte a la moral, tanto lo bueno como lo malo y cómo se concibe.
Atribuyéndolo a una característica natural, podemos observar en los niños como pueden llegar a crueles extremos sin ellos ser conscientes, aunque parecen presentar límites en sus acciones por la presencia de la empatia, al menos entre iguales o en socializaciones donde no encontramos presente un estado de alerta. Su comportamiento puede verse reflejado en cuanto a la deseabilidad de promoción, de cualquier tipo, asemejándose al mundo adulto, aunque sin olvidar que antes de empaparse de este los niños son seres libres de clichés y prejuicios, en lo general de los casos, pues la velocidad de adquisición de conocimientos cuando nuestro cerebro se encuentra vacío de conexiones neuronales en comparación al de un adulto es vertiginosa .
No olvidemos que no son años sino por tiempo vivido. Quizás las barreras entre ambos mundos sean mas quebrantables de lo que pensamos, ignorando el abismo que ambos grupos parecemos imaginar por lo que nos enseñan. Pero... ¿Realmente existe tal barrera?. Así mismo, concluimos que la sociedad delimita lo que es bueno o malo, responsabilizando así al individuo de sus acciones. Pero... cuando llegamos al límite de nuestras actuaciones, cuando realmente hacemos una magnitud de daño incalculable, sencillamente guiados por una simple orden, por ejemplo. Entonces, es cuando se rompen todos los esquemas acerca de la moral y de la ética incrustada en nuestra naturaleza. Así encontramos dos ramas del ser humano una que tira hacia la bondad y la solidaridad, la otra, que tira para la individualidad, el egoísmo y el egocentrismo(...). Todo esto guiado por los "otros"