<Capítulo 2

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Después de las últimas revisiones, me dieron el alta. Mamá y mi mejor amiga Rosario me fueron a buscar y me llevaron hasta mi casa.

Era jueves, mañana tocaba Soda Stereo donde yo y Rosario éramos como invitadas de lujo.

Estaba demasiado ansiosa y seguramente no iba pegar ojo en todo la noche.

[...]

—¿Tanto te ibas a tardar?–me queje mientras Rosario salia de su casa.

—Perdón, perdón...

Nos subimos al auto y di marcha.

—¿A donde te pensas que vamos?—Le dije al verla con un vestido todo brilloso y unos zapatos de dos metros.

—¿A conquistar al amor de mi vida?

—¿Zeta?

—¡No! Charly—-contesto y se abanico la cara con la mano.

—Ah, mira...

—Estoy enamorada de el porque el es t...

La deje de escuchar y empecé a mirar al frente, no me quería desconectar. Hacía frío y parecía que estaba por llover.

—...entonces por eso me vine vestida así. Supongo... Supongo que esta bién...–logre escuchar vagamente hablar a mi amiga.

Después de unos cinco minutos por la autopista, llegamos.

Había una multitud de gente. Y cuando digo multitud es una verdadera multitud.

Nos pidieron las entradas y le dimos los pases. Nos llevaron por un pasillo donde otro guardia nos dejó atrás del escenario. La vista era espectacular y realmente exacta.

—Los van a ver a los chicos cuando termine el show, ¿bueno?—dijo el mismo guardia y asentímos—. No se hagan las locas y quieran irse para allá mientras... el show este en curso.—termino de avisar y se fue.

Empezaron a tocar Toma la ruta y todo el griterío aumento.

Dos horas después estábamos Rosario y yo alfrente de una puerta que nos separaba de los tres hombres de nuestras vidas.

El mismo seguridad acosador nos miraba como si quisiéramos asesinar a los soda.

La puerta se abrió y en su grandísimo esplendor los pude ver.

—¡Hola! ¿Como estan?—dijo Gustavo con jovialidad, mientras yo empezaba a temblar. Nos abrazo y los mismo hicieron Zeta y Charly. No lo podía creer.

Nos sentamos en el sillón rojo aterciopelado y nos dieron algo para tomar.

—¿Como se llaman?—pregunto Zeta mientras Gustavo no dejaba de mirar a Rosario.

Admito que me dió una especie de celos.

—Yo Sofía—conteste—, ella...

—Rosario.—me interrumpió mi amiga.

—Que lindo nombre, Rosario—agrego Cerati sonriendo de costado.

Gustavo empezó a contar una anécdota que le paso en la provincia de Rosario y yo me quería ir. Después de eso, nos quedamos hablando largo rato, de varios temas y especialmente de música. No parecían agrandados ni mucho menos, parecían más normales que... algo normal. 0 fama subida a la cabeza.

—¿De donde salieron, loquitas?—dijo Charly y lo mire raro.

—¿Como de donde salimos?—pregunté.

—Eso. Me caen muy bien ya.—contestó

—¡Oh! ¡Ah Charly le caen bien!—expreso Zeta saliendole sin querer un pequeño aplauso.

—¡No, no! ¡Encima "muy"!– agregó Gustavo y se río. Yo por la incomodidad reí también—Mañana tenemos que ir a un programa, ¿Quieren ir?—pregunto Cerati mirándome.

—¿Nos pueden llevar?—contesté. El hizo cara de obviedad.

—Podemos llevar a quienes queramos.—Se mojo los labios y siguió—. bueno, tampoco a media ciudad.–río

La mire a Rosario quien asintió dándome permiso para acceder.

—Bueno, esta bien...

Esa noche no la iba a olvidar nunca en mi vida.

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