Camino por sendas grises repletas de espinas negras, tan afiladas y finas como las agujas. Estas rozan mi piel, mi corazón se oprime. Cierro los ojos y veo un paisaje tan lleno de vida, color y esperanza que la senda que estoy acostumbrada a ver día y noche se torna borrosa hasta que desaparece. Perdida entre sentimientos me abrumo con tanto impacto visual y abro los párpados de nuevo pero mi lugar monocromo ya no está. Trato de imaginar de nuevo, de crear la ilusión, la esperanza. Nada. Desesperadamente intento ver la realidad cruel y desgarradora para que mis pestañas se empapen de agua triste pero no funciona. Puedo escucharlo. El silencio es tan penetrante que a mis oídos llega ese espeluznante sonido. Estoy en mi cápsula líquida, una especie de océano me cubre y me vuelvo lo que soy ahora mismo. No río, no lloro, no vivo. No soy más que un cuerpo inerte que mira hacia todo sin ver nada. Importancia de nadie, alejada de todo, lo escucho.
Respiro calmadamente: primero cojo aire con la boca y lleno mis pulmones, más tarde los vacío. Pero lo que es alarmante de mi estado es ese sonido: el aire, hueco, vacío, muerto, como yo. Lo peor de todo es lo que hay fuera de mi cápsula: la gente, las risas, los llantos…Ya ni siquiera me importa que todo haya seguido fluyendo en el exterior sin mí. Tal vez no soy tan necesaria, ni querida, ni ignorada. De todos modos da igual porque ni tan solo la preocupación de no ser amada aflora por mi hueca cabeza.
Camino (porque debo hacerlo, supongo) por sendas vacías de de agujas rotas. Pronto las agujas negras de las rosas se clavarán en mi cerebro inyectándose con agresividad hasta lo más profundo de mi razón y la teñirán de oscuro; atravesarán mi garganta y la agujerearan sin compasión hasta que un collar de perlas granate rodee mi cuello; perforarán mi motor interno que, sinceramente, no sé cómo puede seguir latiendo; y cuando se hallan clavado lo suficientemente dentro de mí recuperaré aquello que más ansía esta muñeca vacía: volveré a sentir, aunque tal vez será la última ocasión que tendré de hacerlo. Colgada miro al suelo. Noto como los hilos de las agujas tiran y tiran de mí hacia la rosaleda de espinas negras, estirando mi piel a través de los puntos donde se encuentran. Me están cosiendo como a ellas. Algunas están adquiriendo el rojo de mi sangre en sus pétalos. Parece que la beben, como si la necesitaran para vivir.
Ahora veo, desde mi punto de vista de flor inerte que solo respira como una niña camina por aquí. Tiene miedo. Lo quiero, quiero tener eso, quiero sentir de nuevo. Ha cerrado los ojos y se ha quedado en mitad del camino en un mundo inexistente. Qué recuerdos. Pobre ignorante. Cuando se despierte no verá nada. No sentirá nada. Yo robaré su corazón.
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Sed de vida
Short StoryEste es un relato corto que habla, metafóricamente, de las diversas visiones imaginarias de la depresión. ningún capítulo tiene mucha relación con el siguiente. son textos breves cargados de grandes significados.