la princesa el dragon y el humano

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Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, existía un reino, ya olvidado de la memoria de todos los seres vivos, donde habitaban los humanos y los elfos.
Los elfos eran una raza de seres de increíble belleza, rasgos afilados y orejas puntiagudas. Eran muy altos y vestían túnicas de las sedas más preciosas que les llegaban hasta los pies, y eran muy sabios.
Pero los elfos no se llevaban bien con los humanos y estaban a punto de entrar en guerra.
El rey de los elfos tenía una hija, la más bella de todos los elfos, la más bella de todo el reino, y la tenía muy bien protegida en su castillo elfo de treinta y tres torres rodeado de agua y con un puente levadizo que daba vértigo solo mirarlo de lo grande y alto que era.
La princesa se llamaba shila y se aburría mucho en su castillo de treinta y tres torres. soñaba mirando por el balcón de una de las torres con escaparse un día y ver el gran reino de su padre el rey.
Un día se armó de valor, y a escondidas de su padre, cogió todas las sabanas de las camas que pudo encontrar y las fue atando con un fuerte nudo en cada extremo. Fue a la torre más baja de las treinta tres y tiró las sabanas atando un extremo a una columna y bajo despacito hasta llegar al suelo. Después atravesó el agua que rodeaba el castillo nadando hasta que llegó a la otra orilla, y así mojadas sus bellas ropas y llena de barro se fue a explorar el fantástico reino de su padre, el rey elfo.
La princesa llegó hasta una aldea de humanos. Cansada, sucia y con hambre. ¡ no había imaginado que fuera tan duro explorar!
Palin, un chico humano que vivía en la aldea, la vió sentada e inmediatamente se enamoró de ella, la llevó a su casa, la dió de comer chocolate, y la limpió.
Ambos se enamoraron perdidamente y palin que aunque humilde era muy valiente llevó a la princesa de regreso al castillo de treinta tres torres del rey elfo y delante de él dijo que estaba enamorado de su bellísima hija y quería casarse con ella.
El rey se enfadó muchísimo, por que él era un simple humano y no podía casarse con una princesa elfa.
La princesa le suplicó a su padre que los dejara casarse porque lo quería mucho y la había cuidado muy bien.

El rey elfo viendo las lágrimas de su hija dijo:
- Te podrás casar con mi hija si antes eres capaz de matar al dragón rojo que vive en cueva negra de la montaña y me traes una prueba de ello.
La princesa elfa protestó ya que era imposible que el pobre palin fuera capaz de matar al dragón. Pero Palin era muy valiente y dijo que por el amor de la princesa elfa haría eso y mucho más. Y dicho esto salió del castillo.
La princesa se asomó llorando a uno de los treinta y tres torreones del castillo viendo marchar a Palin y sabiendo que no lo volvería a ver.
Palin además de valiente era muy listo y fue a casa de un amigo suyo herrero. Un enano llamado adolfus.
Le contó a Adolfus lo que tenía que hacer. El enano meditó mucho y al final le regalo a palin un casco de hierro un escudo mágico que repelía el fuego del dragón y una espada mágica que era capaz de atravesar con facilidad la piel de un Dragón.
Armado con el escudo, el casco y la espada, Palin subió hasta lo más alto de la montaña donde estaba la cueva negra y el dragón.
Entró sin miedo en la cueva grande y oscura y grito:
- ¡Soy Palin, humilde humano, y vengo a matarte para conseguir el amor de la princesa elfa!
Del fondo de la cueva se oyó un rugido y una voz cavernosa que dijo:
- ¡ja ja ja! Como te atreves, humano, a desafiarme de esa manera. Voy a abrasarte con mi fuego, insecto. – Y dicho esto del fondo de la cueva salio un chorro de fuego hacia palin.
Pero palin además de valiente e inteligente era muy diestro y puso el escudo mágico que le había dado el enano Adolfus delante de el, y el fuego no le hizo nada.
Avanzo hacia el interior de la cueva con el escudo por delante tapando el fuego que el Dragón escupía una y otra vez.
Llegó a una gran sala que relucía con luz dorada debido a una montaña de monedas de oro y tesoros, y en el centro de los tesoros estaba un inmenso Dragón rojo.
El Dragón estaba sorprendido de ver que Palin había llegado hasta el.
-Tengo un escudo mágico y tu fuego no me hace nada y tengo una espada mágica que es capaz de atravesar tu piel.- Dijo Palin con la cabeza alta al gran Dragón.
El Dragón lo miró con asombro y mirando un momento hacia atrás retrocedió diciendo:
-Por favor no me mates humilde humano, pues si lo haces dejaras sin madre a mi futuro hijo.
Y diciendo esto se aparto para que Palin pudiera ver un enorme huevo de Dragón.
Palin sintió una pena enorme por la Dragón, pero si no la mataba no podría casarse con la princesa elfa.
- Si no te mato, y no llevo una prueba de tu muerte el rey elfo no me dejará casarme con su hija.
La Dragón pensó un rato y le dijo a Palin:
- Toma, llévate una escama de mi cuerpo y dásela al rey elfo.
Palín contento cogió la gran escama de Dragón y le dio las gracias.
-No, gracias a ti mi hijo vivirá y ya nadie nos molestara porque todo el mundo pensará que me has matado. Soy yo quien te da las gracias humilde humano.
Palín volvió al castillo y se presentó ante el rey de los elfos.
-He matado al Dragón y aquí está la prueba.
Dijo enseñando la escama al rey.
El Rey del los elfos sorprendido por la valentía y la fuerza de Palin aceptó que los dos muchachos se casaran.
La boda se celebró en el castillo del Rey de los Elfos.
Y en cada una de las treinta y tres torres ondeaban las banderas de elfos y de humanos.
Desde entonces los humanos y los elfos fueron amigos para siempre.

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2014 ⏰

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