Cuando Todo Salió Mal

39 6 1
                                    

Mina y Milo estaban estáticos tirados sobre el pasto verde y cálido del claro. Mina sentada al estilo indio solo podía verlo desde arriba y un solo perfil ya que Milo estaba acostado boca arriba con los ojos cerrados. Trataba de entender la razón de esa conexión que no tenía sentido, tratando de creer que solo era una coincidencia y que nada de eso era real.

La conexión entre criaturas de diversos mundos ocurre, muchas veces, sin que los involucrados se den cuenta, como cuando se siente una extraña brisa helada, una caricia calurosa inexplicable o llega la calma que tanto se necesita. Son momentos únicos e irrepetibles que generan energía latente y que, de alguna manera, cambian a la persona y su rumbo de vida son señales de que el velo tras dimensional se vio afectado. O al menos eso decía en el expediente que Teo había encontrado.

Estaban aún de pie cerca de esos árboles luminosos. Milo se había quedado cerca de esa raíz que caía llena de destellos. Iba y venía mientras se mordía el dedo al pensar cada detalle, cada momento, cada situación vivida las últimas cuarenta y ocho horas.

Mina lo miraba con intensidad, con necesidad de comprender, pero no había manera de hacerlo a través de lo racional, debía comprenderse desde otro punto.

- Nunca creí que existiera esta clase de vínculo, jamás tan intenso, jamás tan doloroso.

- ¿Será que esta extraña relación simbiótica implica el cambio en ambos mundos? Digo, nosotros y nuestro vínculo... es posible que sea el inicio de algo grande, necesario e intenso.

- No lo sé, solo sé que debes volver a tu mundo y vivir tu vida en tu plano, lejos de Dandelion. -Cada palabra en esa oración era muy chocante para Mina, sintió como si la estuviera echando de su vida. Mina era consciente de que el tiempo continuaba pasando, por lo que ella continuaba desaparecida en el mundo natural. Un dato no menor y lo había pasado enteramente por alto.

- Oh, por dios... -Se puso de pie con velocidad y se tomó la cabeza. Milo se quedó mirándola en silencio-. Mi padre... no sabe que estoy bien... oh, no...

- Es verdad, bueno, podremos decirle... -Pero en ese instante, una flecha dorada atravesó el hombro derecho de Mina haciendo que la mitad de su cuerpo se fuera hacia atrás violentamente. Como si hubieran sido dos flechas asesinas y no una sola, Milo sintió una puntada eléctrica en el hombro opuesto, el izquierdo, justo en espejo a la natural malherida. La prueba tangible de la conexión: el reflejo de los opuestos.

- ¡AAHHH! ¡NO! -Pero era demasiado tarde, el Colegiado la había hallado. Mina estaba sangrando demasiado.

- Milo... -Mina cayó de rodillas y hacia un costado al tiempo que el hada estiraba un brazo para sostener su cabeza.

- ¡Déjenla en paz! -Con el hombro resentido por el golpe imaginario, trató de alzarla para que estuviera junto a él. La tomó como pudo del torso y la sostuvo junto a su pecho. Mina parecía desfallecer de dolor y comenzaba a sangrar profusamente. La flecha seguía clavada allí, evitaba el cierre de la herida.

- Criminal a la vista. Misión cumplida. Llévensela. -La voz robotizada de la guardia colegial retumbó en el ambiente y provocó que todo se volviera negro, como si se mimetizara con lo que ocurría.

- ¡Nooooo! -Gritó Milo con todas sus fuerzas, pero no sirvió de nada cuando la guardia lo tomó de los brazos para esposarlo y alejarlo de Mina. Uno de los hadas vestido con armadura de samurái verde se arrodilló y arrancó la flecha, a lo que ambos reaccionaron: Mina con un grito agudo de dolor desesperante y Milo con un gesto molesto, dado que para él no fue más que una leve presión incómoda.

El sujeto notó esa reacción. No era una buena señal.

- ¿Qué fue eso, jefe?

- Algo que no me gusta nada... ¡Métanlos a ambos en la carroza! -Milo recibió varios golpes para ser dominado por tres samuráis y Mina sangraba profusamente. Estaba por desmayarse.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

El castillo se alzaba nuevamente sobre el horizonte y podían verlo en el costado derecho de la gran carroza negra. Desde la pequeña ventanilla de la celda andante se veía tan pacífico, tan bello que nadie sospecharía que dentro había cinco hadas perversas esperándolos para sentenciarlos.

- Estarás bien, tranquila. Lo siento tanto -Las palabras no generaban el efecto que deseaba porque Mina continuaba llorando con extrema congoja y miedo, sus lágrimas caían una tras otra y Milo no sabía qué hacer para evitarlo, para dejar de sentir la misma angustia y actuar como su salvador una vez más. La tenía rodeada por sus brazos; ella, acostada sobre su cuerpo seguía descargando su miedo en forma de gotas y humedecía la ropa de su amigo. La sangre había teñido la blusa y parecía seguir saliendo a pesar de que Milo tenía su mano presionada contra la herida.

- No me alejaré de ti. No te dejaré. Resiste. -Nuevamente la magia mística de esa extraña conexión inesperada se activó y Mina dejó de llorar para caer dormida. Milo se dio cuenta de que había pasado lo mismo que en la celda: Mina había absorbido la energía de su deseo y lo materializó.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Luego del debate y de dictaminar la sentencia (la segunda de esa semana), fueron conducidos hacia las mazmorras, donde la depresión y el miedo eran las únicas sensaciones que dominaban. La calma en la carroza se había terminado cuando Milo fue separado de ella y solo podía estar preocupado por lo que pasaría después.

- Necesito saber qué ocurrió y porqué. -Dijo Milo luego de tres horas de silencio.

- ¿Te preocupa eso y no que sigamos encerrados y sentenciados? -Milo notó el tinte cómico en su tono de voz. Separados por una pared de raíces entrelazadas, apoyados espalda contra el muro, llegaban a sentirse y a oírse. Estaban más cerca que en la celda anterior, eso era bueno. Un enfermero curó el hombro de Mina y lo vendó cuando llegó al vestíbulo de la mazmorra norte, por lo que ahora estaba más tranquila.

- No tiene sentido... fue un error, lo has dicho ya...

- No lo fue. Viniste a cambiar las cosas. Una chiquilla como tú vino a cambiar el rumbo del mundo en el que vivo -Mina sonrió a pesar de todo-, ¿sabes porqué no te entregué? Porque sabía que debías vivir. El Colegiado te asesinará, lo han hecho con muchos y lo harán contigo sin piedad, no importa que seas una niña, pueden hacerlo y lo harán. No puedo dejarte morir, no puedo dejar que maten la razón de mi curiosidad, de mis preguntas.

- Me inquieta saber que te quito el sueño.

- Lo haces. -Mina sonrió de nuevo. Milo suspiró-. ¿Por qué a mí? -Tiró la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Recordó la puntada aguda de la flecha que ella sí sintió en carne propia y el calor de la sangre que ella perdió. Lo invadió una oleada de tristeza al creer que Mina podía morir en unas horas a manos de los científicos locos de allí abajo y lo supo. Tuvo la respuesta a lo que les estaba pasando-: Somos uno.

- ¿Qué dices?

- Compartimos el alma, ese choque las mezcló. Es tan estúpido que debería escribirlo en mi cuenta de Wattpad y dejar que los lectores se burlen de semejante estupidez. Suena a una novela juvenil sin pies ni cabeza.

- Podrías pintar un cuadro con la escena más memorable. Como novela no tiene valor alguno aunque tal vez sí en un lienzo -Milo rió-. Lamento haberte atropellado con mi bicicleta esa noche. De haber prestado más atención nada de esto habría pasado. -La puerta de Mina se abrió. La puerta de Milo la siguió. El silencio y el miedo se incrementaron.

- Es hora. -El guardia entró y lo sacó por el cuello. A Mina la levantaron entre tres. Ambos caminaron maniatados hacia su fin.



(CONTINUARÁ)

Yo No Creo En Las HadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora