2da Bala

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Ha pasado una semana desde que Victor fue recogido por Yuuri para curarle las heridas, y no puede estar más agradecido. Come comida deliciosa todos los días, y duerme en un cómodo futón todas las noches, el personal siempre es amable y Yuuri, aunque siempre viene acompañado por Mila, lo visita sin falta por las tardes y se quedaba hasta el anochecer. Deseaba quedarse en ese paraíso para siempre.

Una tarde, cuando Yuuri lo fue a visitar, le propuso dar un paseo por el jardín. Como Victor no había salido de su habitación  desde que se encontraba bajo su cuidado —salvo para ir al baño—, aceptó inmediatamente.

Al salír al corredor, pudo notar que la estructura de aquella casa japonesa era vieja, como esos que solo había visto en libros de historia universal. Se preguntó si la casa era tan grande, y con tantos pasillos como para perderse si se atrevía a salír solo.

Yuuri iba conversando animadamente con Mila delante de él mientras le mostraba el camino, pero después de diez minutos de caminata, había perdido la cuenta de cuantos pasillos habían cruzado en el camino.

Yuuri, ¿aún falta mucho?dijo llamando la atención del japonés.

Solo un poco más Victor, no seas impaciente.

Después de otros diez minutos de lenta caminata, al fín llegaron al extenso jardín. Victor quedó con la boca abierta por el hermoso espectáculo delante de él: rosas, lirios, toda clase de flores con variantes colores estaban frente a él. Sin embargo, la cantidad que más predominaba eran flores de  crisantemo.

¡Amazing!exclamó después de salír de su asombro. Ignorando el dolor de su cuerpo en recuperación, salió disparado al jardín sin darle oportunidad a sus acompañantes de seguirlo, su excitación igual al de un niño en una tienda de dulces.

Victor, ten cuidadole reprendió Yuuri suavemente mientras veía como Victor se alejaba cada vez más de su vista. Solo atinó a escuchar una respuesta afirmativa antes de perder al albino en el jardín de flores.

—Actúa como un niño —dijo Mila divertida.

—Sí, un niño bastante lindo y caprichoso —respondió Yuuri con una suave sonrisa en sus labios.

A esa respuesta, Mila lo miró con una sonrisa traviesa. Había había visto más sonrisas verdaderas en su rostro en los últimos cuatro días que en lo que iba del año—Vaya, ¿acaso te gusta?

—¡N-no! ¿Cómo crees?. Esto... No es lo que piensas.

Después de reír por el sonrojo del pelinegro, se abalanzó sobre él en un abrazo.— Yuuri ¡eres tan lindo!

En ese momento llega un hombre de pelo azabache.

—Disculpa la interrupción Yuuri, pero necesito un minuto de tu tiempo.

—Dime, ¿Qué ocurre Otabek?

—Hemos recibido un informe sobre varios grupos pandilleros preguntando si han visto a un hombre con la descripción de Victor. Creo que tu invitado está en peligro.

—Ya veo —contestó Yuuri después de analizar la noticia, su mirada afilada con aire amenazante—. ¿Conseguiste la información que te pedí?

—Aún no. Necesitamos su nombre completo, ya que Victor es un nombre bastante común; y los peones que capturamos la semana pasada no han soltado ninguna información sobre él.

—Otabek, pensé que a estas alturas ya tendría la información en mis manos.

—Lo siento mucho señor.

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