— Hola— me dice cuando llega
— Hola, estás preciosa— no es mentira
— Te respondería que tú no te quedas atrás, pero estoy enfadada— se cruza de brazos. Esque... No me quiero repetir, pero de verdad que la deseo tanto...
— Lo siento, no quería incomodarte ni nada por el estilo. Es la costumbre, nos cojimos todos...
— Te perdonaré, pero sólo porque pareces un niño pequeño intentando excusarse— pasa un coche al lado nuestra y pita al ver a Melek. Doy un paso para decir un par de insultos, pero Melek me sujeta del brazo— ¿Caminamos un poco? Hay un restaurante cerca de aquí que cierra muy tarde.
Asiento y caminamos por la calle, bajo la tenue y amarillenta luz de las farolas.
— Enhorabuena por el título de Estudiante del Año— me dice sin mirarme
— Claro, si aquí tienes al hombre más inteligente y trabajador de sobre la faz de la tierra— Muy buenas ego, gracias por aparecer y salvar el momento
— Claro, ya... El hombre que salvó a los osos polares de la extinción, el que creó la cura para el sida, el que ideó un plan para evitar el acumulamiento del co2 en la atmósfera— ironiza
— Ya, ya... Lo pillo— y reímos los dos
Llegamos al restaurante, entramos y pedimos algo para beber. Melek pide un zumo de naranja, para refrescarse dice, y yo prefiero una copita (sé que ando un poco sobrado con las copitas, pero no puedo evitarlo, la cercanía de esta chica me tiene embriagado)
— Pues...— comienza— quisiera pedirte un favor
— Claro ¿Qué?
— Mira mami, un príncipe y una princesa— dice una niña que apareció a nuestro lado. Melek y yo la miramos con ternura, mientras reímos por su comentario, realmente parecemos haber escapado de una película.
Una mujer, alta y bella, con el velo puesto, y un largo vestido que la cubría al completo, apareció detrás de la niña. Miró a Melek, para luego mirarme a mi. Al ver la copa entre mis manos, arruga la nariz y mira a Melek, y su mirada se convierte en asco.
— Pena debería darte, ensuciando el nombre del hijab y de la religión
Melek la miró, y cambió su gestualidad, antes de levantarse y encararla.
— Disculpa, pena debería darte a ti, no sólo por ensuciar nuestra religión con tus ideas obscenas, sino por juzgar a una mujer como tú. Dejemos a un lado que crea en lo mismo que tu, estoy sentada en un restaurante, tomando un zumo. Me acabo de graduar, y pronto trabajaré para mantener mi honra y mi dignidad intacta— mira a la niña— al menos preocúpate por educar a la niña. Y si te preocupa éste— me señala— es mi compañero de estudios, y está en contra de la religión obligar a alguien hacer o creer en algo si él no desea. Y por último, evita pensar en este tipo de obscenidades, seguro arrastrarás un gran peso sobre tus hombros. Te puedo mirar el problema, soy psicóloga, y te haré un descuento por amable— ironiza.
Un hombre llega y arrastra a la mujer de su brazo, hasta alejarla de Melek
— Discúlpala, es muy entrometida— dice antes de irse.
Me levanto, dejo mi copa sobre la mesa y la miro a los ojos
— Siento causarte problemas, realmente no quería, ni era mi intención. Te prometo que no beberé cuando esté contigo— esa promesa me salió del alma
Ella clava su mirada en mis ojos y sonríe con ternura, mostrándome sus hoyuelos. Quería besarla, pero esta vez sin llegar a mayores, sólo besarla. Sólo disfrutar de sus labios...
— Mejor me dejas en mi casa— da un paso hacia atrás al ver que me acercaba a ella.
Carraspeo con la intención de alejar el deseo de mi cuerpo y camino tras ella hacia la puerta
— De hecho, me gustaría que te ocuparas de un caso- dice mientras caminamos al aparcamiento- es de un jóven que no pudo entrar a la asociación, o mejor dicho, la asociación no quiso entrometerse en su caso. Peleé por él, en vano— se para y me mira— He visto cómo te desenvuelves y creo que no hay nadie mejor que tú que pueda mejorar la condición del chico.
— Claro, con mucho gusto...
— Perdona, sé que tienes muchas ofertas de otra gente mucho más importante, y pide el precio que quieras, estoy preparada a pagar por el chico cuanto sea
— Melek, significa mucho para mi el trabajo que estás haciendo. Sé lo buena persona que eres, y de verdad quiero ayudar. Y bueno, eso me daría algo de fama— ella sonríe y sube a mi coche.
— Em... Yo me voy a Estados Unidos, quiero ver a mi familia allí— me tenso al oír que estará lejos de mi— Y el caso es bastante confidencial.
— ¿Confidencial?— me estoy saltando algo
— Pues sí, la CIA americana está metida en todo esto. Así que tendrás que firmar un documento antes de leer el caso
¿Qué? ¿La CIA? Algo no cuadraba. Paro el coche a un lado del asfalto, y me giro para mirarla
— ¿Puedo saber por qué?
— No se sabe de la existencia de este chico— no me mira— por su propia seguridad. No puedo decir nada más— ahora me mira— Mañana paso por tu casa, con el documento de compromiso que debes firmar. Piénsatelo durante esta noche.
Nos miramos por unos segundos, hasta que me vuelvo a colocarme el cinturón y conduzco hasta su barrio. La dejo por ahí y cuando desaparece por la esquina, siento el impulso de ir y asegurarme de que llega sana y salva. La sigo de lejos hasta que veo que desaparece tras la puerta de su casa. Me apoyo sobre el muro y saco mi móvil, con la intención de escribirle un mensaje, me lo pienso mejor y guardo mi móvil. Cuando una luz se enciende en su casa, la luz del cuarto de arriba. Unos minutos después se apaga. <<Buenas noches princesa>>
Me levanto del muro y camino a mi coche, con su imagen con ese vestido en mi mente, haciéndome sonreír
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Holiiiiii, otro capítulo más. Como siempre, vota comenta y comparte si te gusta
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La Chica del Hijab ©
Romance1er premio de #MuslimAwards2017 en Novela Juvenil No ven en ella lo que piensa, lo que opina, lo que hace, su personalidad, sus aficiones, sus metas... Sólo ven el pañuelo que cubre su cabeza. Melek guarda tras su armadura de fuerza un corazón ente...