Ya estaba un poco más tarde, todos ya habíamos terminado de desayunar y cada quién se fue a su respectivo cuarto a tomar una ducha. Yo le seguí el paso a Michael y nos introducimos a nuestro cuarto, luego me siento en una esquina de la cama y agacho un poco la cabeza, Michael se para en el umbral de la puerta y me mira preocupado.
—¿Pasa algo? —Se acerca y se acuclilla, mirándome fijamente. Sus ojos me absorbían y sin pensarlo, me incliné y lo abracé fuertemente, él abre los ojos de par en par y luego corresponde mi abrazo— Tranquila, todo estará bien, de ahora en adelante.
—¿Tú crees? —Murmuré, cerca de su oído y luego me separé unos mili centímetros de él, chocábamos nariz con nariz, nuestras respiraciones se escuchaban resonantes. Sólo éramos el y yo, nadie más. Posó sus manos por debajo de mis orejas acariciando tiernamente mi cuello.
—Claro que todo estará bien —Murmuró en el mismo tono, en el que le interrogué aquella pregunta, que por una extraña razón, se me hacía imposible de creer — María, estás aquí. Conmigo. ¿Qué más puedo pedir? Estoy tranquilo de tenerte cerca.
Lo miré por un largo tiempo, veía que brillaba su silueta y su mirada de intensificaba más, era penetrante, como si me robara la energía, lo analicé de arriba hacia abajo y estaba orgullosa de que ese hombre fuera completamente mío. Posé mis manos sobre sus hombros y me acerqué lentamente hacía él, deposité un pequeño beso en mejilla y luego en la comisura de sus labios, él me toma por la cintura y me atrae más a él. Poco a poco se fueron intensificando más los besos y cada vez se hacía más apasionante, él se va colocando de pie poco a poco y sus manos hacen un pequeño recorrido por mi cuerpo, hasta llegar a mi cabeza, sosteniéndola delicadamente, sigilosamente se sienta en la cama, quedando al lado mío y yo me coloco a horcajadas de él, nos detenemos y nuestras respiraciones están agitadas, él me regala una de sus mejores sonrisas y luego se apoya sobre mi pecho, que sube y baja alteradamente, me abraza fuertemente.
—No quiero volver a perderte, quiero formar un hogar y tener unos bellos hijos, de los cuales esté orgulloso —Se separa de mí y me mira fijamente, coloca uno de mis mechones de cabello detrás de mi oreja y acaricia mi mejilla con sus cálidas yemas, coloco mi mano sobre la suya y ladeo un poco mi cabeza; cerrando mis ojos, para disfrutar el exquisito tacto que sus manos me proporciona, son suaves y cálidas.
Michael suspira y luego mira el reloj que está dentro del cuarto, ya marcaba medio día, por penúltima vez me da un beso en los labios y me dedica otra sonrisa, luego me toma de la cintura y me deposita sobre el colchón de la cama. Quedamos callados por unos minutos mientras que él se pone de pie, dándome la espalda.
—Quiero te arregles para esta noche —Rompió el silencio que ahogaba aquel cuarto, voltea y me mira— Quiero recompensar todos estos días en los que trate de sobrevivir con tu ausencia —Finaliza.
—Está bien —Lo miro dulcemente y me pongo de pie para abrazarlo por su torso y apoyar mi cabeza sobre su pecho, para formar un abrazo perfecto y protector, sentía que estaba en el universo infinito, destruyendo galaxias, para crear la nuestra. Luego él se separó de mi tomándome por los hombros, me da un último beso en la frente y me regala nuevamente su sonrisa perfecta, después de mete al baño y me quedó ahí contemplando aquella puerta que se cierra poco a poco, giro lentamente hacía dirección a la cama y me recuesto un rato, mientras que en unos milisegundos, escucho caer el agua de la regadera, suspiro de alegría, de alivio, de ser la mujer con más suerte del mundo.
Después de una ducha de 30 minutos, Michael sale envuelto con una toalla que lo rodea por su cintura, veo su perfecto cuerpo y siento que me da un ataque ¡Dios mío!¡Es enserio que esté hombre es mío y solamente mío, perteneciente de mi! Suena algo egoísta decir esto, pero ¡Rayos! Un deseo dentro de mí se apodera, me asusta, me excita y a la vez me sorprende, cojo una de las almohadas y cubro mi rostro, el cual siento que le sube la temperatura. Debo estar rojísima.
—¿María? —Michael interroga a la vez que se carcajea por mi actitud tan patética, creo que se ha dado cuenta, siento como se acerca poco a poco a la cama y se introduce en ella, gateando directo hacía a mí, la cama se hunde por el leve peso de su cuerpo, retira la almohada que esconde mi avergonzado rostro —¿Estás chiflada, mujer bonita?
—No me fastidies —Inflo mis cachetes y miro hacía otra dirección, me choco con la ventana, contemplando el bello día, que Dios nos regala esta maravillosa mañana. Siento un tacto tibio sobre mi barbilla que me hace girar a dirección donde Michael está.
—No te estoy fastidiando, pequeña —Me mira tiernamente y sus ojos brillan como un par de faroles, yo sonrío y siento que mis mejillas suben aún más de temperatura — Anda. Ve. Colócate más hermosa de lo que eres.
Él me toma de la cintura y me presiona sobre su cuerpo semi desnudo, yo siento una corriente electrizante que recorre cada rincón de mi cuerpo, mi piel se eriza y él me regala una mirada picara. Nuestros ojos chocan y me estremezco. Me mira. Lo miro. Es como una melodía clásica simplemente perfecta. Reacciono a los minutos y me pongo de pie para ir directo al baño.
~***~
Después de una ducha de 30 minutos, salgo con una toalla envuelta, encima de la cama hay una caja de color beige con una cinta dorada, frunzo el ceño y busco a Michael por todo el cuarto, lo encuentro mirándose frente a un gran espejo, acomodando su corbata, tenía una chaqueta negra, pantalones negros, zapatos y se veía terriblemente sexy, me acercó y lo abrazo por detrás asomando mi rostro, miramos nuestro perfecto reflejo, unos rulos caían en su frente sutilmente y lo hacían ver majestuoso, todo un dios de la belleza. ¡Es increíble! Cada minuto, admiro más a este hombre.
—¿Ya viste a caja que está sobre nuestra cama? —Interrumpe con voz ronca, haciéndome entrar en la realidad y dejándolo de admirar.
—Sí, ¿Acaso esa caja es para mí? —Pregunte incrédula y me mira serio.
—Sí, es tuya. Ve y échale un vistazo —Me guiña el ojo y me toma de la mejilla, dándome una leve caricia. Yo suelto el abrazo en el que estaba proporcionando y camino como una niña pequeña ansiosa por ver sus regalos de navidad, al día siguiente.
Me senté sobre la cama, cojo la caja y la poso sobre mi regazo y la abro, encuentro un vestido color dorado, realmente hermoso, con un encaje precioso y miro a Michael, quién se acercaba a la cama, sentándose a mi lado.
—Para ti —Me toma de la mejilla y da un beso tierno.
—Oh Michael —Dejo el vestido a un lado y lo abrazo, luego me separo de él y poso mis manos sobre la solapa de su chaqueta— Me lo iré a probar —Sonrío.
Me voy directo al baño, salgo con el vestido medio puesto y miro a Michael.
—¿Me ayudas? —Hablé, mientras me pongo de espaldas, mostrando mi cierre trasero medio abierto, Michael se levanta de la cama y se acerca a mí y empieza a subir el cierre, luego sus manos pasan por mis hombros y me estremezco, me hace girar para quedar frente a él y me examina de pies a cabeza.
—Maravillosamente perfecta —Resaltó con una voz de orgullo, me carcajeo un poco y pienso lo exagerado que es a veces.
Luego, miro que zapatos me pondré y me encuentro con unos tacones color beige con ligeros toques dorados y plateados, Michael hace señas para que me siente sobre la cama y se acuclilla de rodillas y me los coloca.
—Gracias —Lo miro asombrada por la atención que tiene para conmigo. No imaginé que este día iba llegar, luego se pone de pie, extiende una mano y yo la miro.
—Vamos almorzar. Ya en la noche te llevaré a un restaurante en la Vegas —Yo tomo su mano y me pongo de pie, luego lo tomo del brazo y salimos del cuarto.
Bueno, este es el capítulo del hoy, espero que les haya gustado demasiado. Perdón si me tardé, tuve unos problemas personales bastante delicados y pues realmente no tenía cabeza, para absolutamente nada, no olviden votar y comentar! Gracias por sus votaciones y comentarios que hacen muy feliz y más que eso, por la paciencia. Las amo.
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Casados a la fuerza © [TERMINADA] #Sakura2019
Romance"No podía verlo, me daba ira máxima, con sólo sentir su presencia". Lo que ella no caía en cuenta, es que del odio al amor, sólo hay un paso. María, la criada mas joven de la mansión Neverland, donde actualmente vive Michael Jackson, el famoso c...