-Encuentro-

992 81 45
                                    


Kid era un joven con mucho talento para pintar, como para esculpir y había sido ese talento, el que le había ayudado a estudiar en Beaux Arts de París, una de las universidades de arte más importantes del mundo. Su padre, un hombre de negocios, creía que el "amor" por el arte de su hijo, era un simple capricho y le había puesto una meta clara, para poder seguir con ese camino tendría que entrar a la mejor universidad de París o renunciar a su sueño, grande fue si sorpresa al ver a su hijo victorioso, accedió a costearle un apartamento para que comenzara su "independencia".

Para Eustass, el apartamento había sido el mejor regalo que su padre habría podido darle, al fin podría extender sus alas y abandonar el nido; no dudo en mudarse el mismo día que su padre le había dado las llaves de su nuevo hogar, su refugio, su cueva, fue quizás la primera vez en años que abrazó a su padre con real aprecio, se despidió de su madre con un beso en la mejilla tomándola por sorpresa, después de todo el pelirrojo no era conocido por ser cariñoso, hizo sus maletas tan rápido como pudo y salió a tomar un taxi, dando la dirección de su nueva vida, al llegar bajó del taxi con prisa y miró aquel gran edificio de apartamentos, era mejor de lo que pensaba o habría imaginado, más al entrar e ir a su nuevo hogar se topó con la realidad de su lugar, era pequeño y caliente,se apresuró a abrir una ventana disfrutando de la brisa que golpeaba suavemente su rostro, aspiró hondo y lo retuvo por unos segundos antes de suspirar satisfecho, aquello sería solo el comienzo. Por suerte el lugar lo habían comprado amueblado, si es que se podía llamar de esa manera, aunque no se podía meter mucho en un lugar de tan solo 10 metros cuadrados, caminó alrededor inspeccionando todo,tenía una pequeña cocina a un lado de la puerta, por poco y pensó que era solo decoración, pero la estufa era funcional, una pequeña alacena sobre la pared y un pequeño compartimento bajo el lavabo, aun lado una pequeña nevera, un repisa corta con un microondas pequeño en ella junto con tres vasos, seguramente sus padres los compraron como indirecta de que lo visitarían, esa era toda su cocina, se dio la vuelta topándose con el comedor, una mesa cuadrada blanca y mantel blanco, habían cuatro sillas negras, aunque dudaba que las usara todas alguna vez, pasando la mesa había un pequeño espacio con un sillón para dos a un lado de una de las ventanas,seguramente ahí se pasaría comiendo en lugar del comedor, fue a una de las puertas encontrándose con el cuarto de baño, un escusado, un lavabo y una regadera, era pequeño pero no tanto para una sola persona, cerró la puerta y ya estaba en la cocina de nuevo, fue a la sala donde estaba la otra puerta, ahí encontró una pequeña habitación con una cama individual en medio, en la pared frente a esta se encontraba una televisión pequeña, aunque sabía que no la vería mucho, tenía mejores cosas que hacer, fue hacia la ventana que se encontraba a un lado de su cama para abrirla también,sonriendo satisfecho al ver aquella imponente vista, podía ver incluso la torre Eiffel, arrojó su maleta sobre la cama y buscó en su mochila un cuaderno y un carboncillo, no podía estar ahí parado,con esa vista y no dibujar nada, después de todo era lo que amaba y pronto iría a estudiar donde siempre había anhelado.

Meses habían pasado y con ellos las estaciones, ahora se encontraba en otoño, una estación que odiaba y amaba al mismo tiempo, por un lado tenía ese clima impredecible, de la nada comenzaba a llover como si el cielo se fuese a caer o solamente se tornaba agradable, ahora siempre traía su abrigo puesto y cerraba las ventanas, aún recuerda cuando olvidó hacerlo, regresó a un apartamento mojado y a los vecinos de abajo molestos, él estaba en el octavo piso, por lo que debía cuidar que esas cosas no sucedieran de nuevo; por otro lado,amaba el otoño por los paisajes tan hermosos que ofrecía la ciudad,los arboles de tantos colores, la luz tenue del sol atravesando cada hoja naranja, amarilla o café, era admirar como los árboles mostraban el curso de la vida misma, si las estaciones fueran una edad, el otoño sería esa etapa entre adulto y viejo, cuando te detienes y miras alrededor para ver qué rumbo ha tomado tu vida y quizá la última oportunidad para cambiarla antes de que llegase la vejez y la muerte en invierno, solo para renacer de nuevo en primavera, pero el hermoso paisaje no era lo que miraba en ésos momentos, ya que se encontraba en la entrada de la biblioteca Mazarine, mientras el agua caía con fuerza sobre todo París,parecía un diluvio aquello, por suerte había logrado llegar sin mojarse demasiado, al menos antes de que se humedeciera hasta su ropa interior.

Mi MusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora