Capitulo dos.

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Si, mi mama había tenido razón ¿Vale? Estaba agradecida con ella porque, aunque me había quitado el pollerón, estaba muriendo de calor. Lo único que quería era llegar a casa y ponerme unos shorts, o darme una ducha. Cualquier cosa que me quitara el dolor de cabeza producido por el largo viaje y el sol.

Tomamos un taxi que nos recogió en la salida del aeropuerto. Papá le dio la dirección del hotel y, mientras hablaban, yo no podía contener mi risa. El acento de los australianos me parecía adorable, pero definitivamente este señor lo llevo para el otro extremo. La forma de terminar cada oración hacia que quisiera reírme a carcajadas.

Mamá le iba contando historias a Rachel, quien estaba sonriendo como una maniaca, mientras yo miraba por la ventana con la música de mis audífonos de fondo. Quitando el calor y todo eso, era bastante bonito. Incluso me gustaba.

-Podemos ir a la torre de Sídney, o al puente de la bahía de Sídney –Dijo mi papa alegremente, arruinando toda ilusión de independencia –Serán unas bonitas vacaciones.

El Taxi doblaba por las calles y, para ser sincera, se iban poniendo cada vez más bonitas. Por un momento pensé que nos alojaríamos en un hotel barato de segunda mano, para ahorrar, ya saben. Pero lo que estaba viendo era más allá de mis expectativas iniciales. Las plazas eran hermosas, las piletas e incluso los centros comerciales.

Tuve que bajar la ventana para no ahogarme con el calor, lo que mas deseaba en este momento era sombra. De seguro en Michigan ahora nevaba y el viento elevaba cosas por los aires. No me digan rara, pero que hermoso seria estar allí en este momento. De hecho, consideraría seriamente enterrarme en la nieve en estas circunstancias.

Cuando el auto color amarillo se iba deteniendo y andando a una menor velocidad supe que estábamos llegando. Era un bonito sector y, pude darme cuenta de que había un supermercado a dos construcciones de, lo que parecía ser, el hotel donde nos quedaríamos por un mes.

-Es aquí –Dijo el taxista del que aun me burlaba.

La cara de mi papá y la de mi mamá eran completamente similares, hasta se parecían con la de mi hermana. Ambos no decían ni una sola palabra, pero todo se podía resumir en una: Wow.

Fui la primera en bajarme, ya no aguantaba un segundo más en ese taxi, parecía un horno. Abri la puerta fuertemente y puse ambos pies en la acera. Mis piernas estaban medias dormidas y sentí algo realmente extraño cuando toque el piso. Necesitaba estirarme.

Mientras papá pagaba el transporte, yo sacaba mis maletas apresuradamente, casi como si alguien me las viniera a quitar. Y eso fue exactamente lo que paso. No como me lo imaginaba, claro esta. El botón, con un traje rojo y un sombrerito apretable, me quito las maletas con delicadeza, yo solo sonreí. No sabía que ese tipo de servicios existía. Eso es lo que me gano por ir a vacacionar siempre a cabañas en donde uno mismo tiene que cargar su equipaje.

Después de ese breve análisis me di cuenta de que estaba parada en medio de la calle y que el taxista ya había seguido su rumbo. Mis padres estaban en la recepción, inscribiéndonos, y yo parecía una tarada. Camine hacia la entrada del hotel, a una de esas puertas giratorias y sonreí nuevamente. Esto era demasiado para mí.

-Habitación 590 para las niñas.–Fue lo único que alcance a escuchar de la chica que estaba detrás de ese enorme mesón lleno de llaves o, más bien tarjetas mágicas abre puertas. Mire a mi hermana, quien también estaba mirándome y, una vez que nos alejamos del mesón, prácticamente nos abalanzamos hacia nuestros padres a quitarles la famosa tarjeta.

Aunque mi relación con mi hermana no siempre fuera la mejor y, pese a que tengo 16 años, mis reacciones pueden ser bastante infantiles en algunas ocasiones. Eran momentos como estos los que me hacían querer a mi familia. Después de todo, no era tan malo.

Out Of My Limit. (Luke Hemmings y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora