La sirena y el pirata

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Pirata silencioso, canalla y orgulloso, en el mar el temido, todo un gran Lobo de Mar, intrépido y atrevido, no le faltaban mujeres pero él no estaba interesado en ninguna, lo que más le  interesaba era él, lo que más anhelaba era el mar, si pudiese se casaría con el maravilloso mar; las olas rompían tras su barco el cual navegaba por las olas bravas y traicioneras,  a su espalda el viento golpeaba sin dudar mientras la brisa empañaba  su vista, pero  él siempre con una gran sonrisa, pues el mar era su vida y no dudaba en morir, no dudaba tener una vida entera en esas aguas tan profundas, tan misteriosas, tan enigmáticas, esas aguas que tanto tiempo habían llamado tras él, lo habían seducido y lo habían orillado a sentirlas como su piel, es el mar tan bravo y  aguerrido que lo amaba tanto y a su barco, su barco era la joya más preciada que poseía; no tenía más, solamente su barco, su tripulación y el mar. Costa tras costa con su botín iban, arrasando con todo  aquel que se interpusiera en su camino, eran imparables,  unos buenos piratas canallas, unos buenos piratas salvajes, bravos y aventureros piratas siempre ellos, pero... un día todo cambió cuando  una gran ola a su barco desvío del camino, luego lo volcó y en  trizas quedó, el pobre navío  era fuerte y resistente pero en la conmoción se había perdido y él había sido  herido, era como si ya no existiera nada, sí hubiera hechado su suerte y todo hubiera perecido, pero aquel pirata fuerte y aguerrido seguía con vida, no sabía porque se encontraba inconsciente en ese lugar, en el mar azul rodeado solamente de la inmensidad de su amado hogar, pues el océano era eso su hogar y su tripulación su familia que ahora muerta yacía, no le importaría morir ahí, no le importaría fallecer, pues el mar era todo lo que era, todo lo que él quería.

En su delirio y convalecencia alguien lo salvo, era alguien muy bella, ojos cálidos y serenos con mirada penetrante e intrigante, sonreía muy sincera viendo aquel hombre herido al cual atendía, inconsciente yacía mientras la luna los cubría, un canto aquel bello ser emitía, el cual resonaba con supremacía, resonando en las paredes de una cueva mientras el tiempo transcurría, paso algún tiempo hasta que aquel pirata despertó y cuando la vio se enamoró, era el ser más fabuloso y maravilloso que en la vida observó, con sólo una mirada ella lo conquistó y él a ella la cautivó, ella le cuido hasta que se curó, ella una bella sirena se enamoró y el sin reconocerlo ante ella cayó, pues ya no era posible concebir su vida sin su amor, el volvió a su vida, como pirata continuó sin embargo ella en su vida también se convirtió, así se amaron por la eternidad, el siempre buscándola en el mar, ella siempre protegiéndolo, siguiéndolo por la eternidad, mientras los dos se amaron de verdad, ambos vivían en el mar, embriagados con su libertad, pues el océano era la libertad y ellos volvían cada día a amarse más y más, encontrándose cada noche, cuando nadie más mirase, mostrándose amor cada vez más, pues ni la tierra ni un huracán los podría separar, ambos eran uno, toda su vida en el mar hasta que su muerte los fuera a alcanzar, justos hasta el final, un verdadero amor por siempre recordado y grabado en las olas, en el viento, en las indomables aguas de ese basto lugar, la más bella historia de amor escrita jamás, pues solo la luna y su amado mar eran testigos de aquel sueño inmortal, ese gran amor inmemorial.

En su delirio y convalecencia alguien lo salvo, era alguien muy bella, ojos cálidos y serenos con mirada penetrante e intrigante, sonreía muy sincera viendo aquel hombre herido al cual atendía, inconsciente yacía mientras la luna los cubría, un ca...

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