El camino de un demonio

Visita inesperada.

    Abrí los ojos, Valeria aún seguía a mi lado.

— ¡Por fin has despertado dormilón!, ya han pasado tres horas desde que te dormiste.

— ¿Tanto rato?, ¿realmente soy un demonio? — aún seguía algo desconcertado por todo aquello que estaba ocurriendo en mi cabeza.

—Por supuesto que lo eres, y yo soy quien debe protegerte, o al menos eso es lo que debía hacer, ahora que conoces y despertaste nuevamente tu poder, creo que ya no será necesario que siga haciéndolo.

—Pero, te quedarás a mi lado, ¿verdad?

—Todo el tiempo que quieras. Sonrió.

Se escuchó a lo lejos la perilla de la puerta principal, había alguien fuera, pero ¿cómo?, a estas horas de la madrugada era prácticamente imposible. Nos acercamos lentamente por la ventana, corrimos solo un poco la cortina, fuera había una silueta fuera, pero no podíamos distinguirle, aquella persona estaba rodeada de luz. Como nadie abrió, simplemente atravesó la puerta, me miró y dijo.

—Soy el Arcángel Rafael, he venido hasta aquí con un sólo objetivo, el destruirte, eres un gran peligro para este mundo, no tan solo para los humanos, también para los ángeles celestiales, ángeles caídos y hasta tu especie, los mismísimos demonios, Dios se dio cuenta de lo que eres y el poder que tienes, así que ahora debo eliminarte, en el nombre del padre, del hijo y del...

— ¡No dejaré que le hagas daño!—gritó desesperada Valeria mientras se interponía en medio de los dos.

—Vaya, veo que sigues siendo un gran estorbo, y va aumentando el grado de problemas que nos das, ya no lo matamos anteriormente por tu culpa y la de aquél viejo, y cómo me di cuenta, tú fuiste la que recuperó sus poderes. El ángel alzó la mano y le dio un gran golpe a Valeria, haciendo que esta chocara contra la pared, fue tan fuerte aquél azote que llegó a gritar de dolor.

—Vaya, vaya—exclamó una voz que se oía cercana, luego, del suelo emergieron tres personas— así que en busca de los peces pequeños, ¿verdad?, lástima que no puedas con nosotros, alguien tan grande y respetado como tú se rebaje a este nivel, pero, ¿por qué no te quedas un rato a luchar con nosotros?, aquí estamos los tres hermanos infernales.

—No puede ser, ¿por qué?, Bael, Mefisto y Lucifer, ¿qué hacen aquí?, no pueden interferir en esto.

—Solo veníamos a ver a nuestro amiguín. Dijo Mefisto.

—Además, tú tampoco deberías interferir directamente, o ¿no Rafael?—agregó Bael.

—Esto está mal, muy muy mal. Dijo el Arcángel, rápidamente tomó a Valeria y perdimos su rastro después que se echó a volar.

— ¡Valeria!— grité.

—Él no le puede hacer nada, no puede desatar una guerra entre los bandos al lastimar a la chica, les costaría mucho. Dijo Lucifer.

Al parecer estaban en su forma humana, escogieron los tres una muy apuesta, hay que ser sinceros de vez en cuando, hay que admitir eran realmente hermosos. Claro. No podían superar mi belleza, pero eso es otra cosa.

—Llegamos hasta aquí, te escogimos a ti para que seas el menor de nosotros, el cuarto príncipe del inframundo, y no, no te lo preguntamos.

—Por mí no hay problema. Les dije.

—Está bien, no hay problema en ello.

—Muy bien con eso, pero debes elegir un nombre para usar, que no sea el que ya tienes, es decir, ya no volverás a ser Chris, tu identidad y todo lo que has hecho en el mundo humano hasta ahora, será olvidado.

—Mhhh, creo que me llamaré... Skath, ¿suena bien?

—Parece que se te hizo fácil, ahora nos iremos.

Los cuatro príncipes de fueron por un portal al inframundo.

Rafael fue con la chica y la llevó a una secta religiosa muy fanática, la llevó con el cabecilla, había en la sala dos cuerpos quemándose. El Arcángel preguntó por la identidad de aquellas personas, el sacerdote sin inmutarse respondió que era una pareja separada de su hijo hace aproximadamente quince años, estuvieron presos todo este tiempo, pero según el sacerdote, ya descansaban incinerados, pero en paz.

—Encárgate de esta chica. Le entregó a Valeria.

— ¿Y ella quién es?

—Un peligro.

—Ya veo Rafael, la tomaré.

—Adiós. Rafael volvió al cielo.