Todo por ti | KomaHina

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Ibuki caminaba junto a otras dos chicas de su clase, amigas desde que ingresaron a la academia, Mikan y Nanami. Las otras dos parecían mucho más calladas que de costumbre y no era para menos, ella también extrañaba el grupo de cinco, no era agradable ver como se reducía a tres en una pestañeada. 

Al inicio pensó que era una pesadilla, Mahiru regresaría diciendo que era una broma de pésimo gusto y se pelearían, pero como siempre la amistad triunfa, terminarían por reconciliarse. El cuerpo frío de Saionji esperaba que era un maniquí y luego la pequeña saldría del baño a burlarse de su cobardía.

Pero no, todo era real.

Koizumi está muerta.

Hiyoko está muerta.

Y no pudo evitarlo.

— Tierra llamando a Ibuki, ¿estás ahí? —Nanami dejó de contarle a la enfermera sobre su nuevo videojuego por la preocupación, incluso pellizcó el brazo de la otra chica para asegurarse que seguía atenta a lo que ocurría.

— Ibuki está bien, está bien —contestó con un hilo de voz.

— Todos estamos muy tristes por lo ocurrido con nuestras amigas, pero debemos ser fuertes—agregó la pelimorada.

— Ibuki lo sabe, pero no es así de simple... 

Cruzaron la calle, ambas estudiantes intentaban calmarla aunque resultaba imposible. Pero de todas maneras tuvo que terminar de ceder, ya que el trabajo de medio tiempo estaba a menos de una cuadra y la sonrisa falsa, con la que atendía a los clientes en los días malos, tenía que volver al rostro de Mioda.

— ¡Esfuérzate, Ibuki! —le dijeron ambas antes de dejarla en su lugar de labores, un local de comida rápida donde se encargaba de la caja registradora.

Entró al lugar, recibiendo sonrisas de todos aquellos compañeros sin talento. No eran desagradables, pero simplemente ese día no tenía ánimos para regalar sonrisas a todo el mundo. Se colocó el delantal y ató su desordenado cabello, para luego cambiar de turno con otro chico en la caja.

✖✖✖

Hinata no paraba de llorar en todo el regreso a casa, desesperado no dejaba de imaginar a aquella joven que estaba en la foto. Estaba cansado ver a tantas chicas morir, y no quería que alguien más sufriera, no si al menos pudiera evitarlo.

《 — Deberías tomarte un descanso, Hajime-kun. 》

Eso fue lo que su profesora le recomendó, estaba cansado de sus emociones, asustado, triste y enojado al mismo tiempo. Maldita sea, parecía como un niño pequeño al que le robaron un caramelo. ¿Por qué demonios tenía que ser así?

No, tenía que ser fuerte. Al menos para mantenerse cuerdo, tenía que confiar en el talento de aquella chica, pronto descubrirían al culpable, sería encarcelado y todo terminaría en un final feliz, tal vez incluso llegara entrar al curso principal... como  lo quería Natsumi.

— Ya, basta. Debo calmarme—susurró a sí mismo—. Y comer algo de paso, tengo hambre.

¿Por qué siempre las casualidades de Hajime invocan a la desgracia? De todos los lugares que pudo ir justamente tenía que ser donde Ibuki trabaja, triste cliché. Lástima que ninguno de los dos pudo saberlo.

Cuando ella lo atendió, no sintieron a lo que los adultos suelen llamar "click", ni el estómago repleto de maripositas. Pero esas miradas representaban algo... pena. La lástima que desbordaba de los ojos de ambos generaba un sentimiento mutuo, que pudieron comprender como sufrían internamente.