Te escribo cada madrugada sin que sepas. De hecho, escribo sobre todo cada madrugada, pero más sobre ti, claro. Sos mi inspiración. Siempre estás conmigo, y no necesariamente de forma física... pero estás. Estás en mis relatos, estás en mis ojos, estás en mis labios, estás en mi cabeza, estás en cada canción que oigo... siempre estás ahí.
Sé que sonará frío, pero no quiero quererte. Me gusta, pero no quiero. No quiero... porque yo soy débil, porque podrías destruirme, porque te aburrirás de mi, porque no soy buena para nadie, porque soy un desastre...
Pero claro, con miedo o sin miedo; te quiero. Dios... te quiero tanto. Este sentimiento que causas hace que todo valga la pena. Incluso seguir cuando me siento rota...
