Estando en la explanada de la secundaria, esperando a que nos asignarán un salón a los nuevos alumnos me encontré a mi novia.
-Hola.- Le dije dando mi mejor sonrisa.
-Hola mi amor, ¿Cómo has estado?. Te extrañé como no tienes idea.- Me dijo con un brillo en los ojos.
Aún recuerdo cuando me abrazo.
-He estado muy bien. ¿Como te fue en estas vacaciones?.
-Lindo, aunque mi mamá al parecer ya se entero de lo nuestro, pero con tantas prisas de entrar a la secundaria, comprar los uniformes y útiles seguro se le ha olvidado.
-Menos mal.- Respondí dando un gran suspiro.
Y fue así como continuó el primer día de clases en aquella secundaria. Por causa del destino o coincidencia nos tocó en el mismo salón. Me senté en una esquina y ella en la esquina contaría a la mía. Esto se volvía una guerra de miradas tiernas.
-Nos vemos mañana mi amor.- Me dio un beso en la mejilla.
-Nos vemos.
Salimos de la secundaria y comencé a caminar a casa, al llegar revise mi Facebook como de costumbre, pero este día sería diferente.
Me llego un mensaje de Monserrat, el cual decía:
"Hola, tengo que decirte que no quiero causarte problemas, y siéndote sincera me siento incómoda a tu lado, simplemente ya no quiero saber nada de ti".
Aquel mensaje me destruyo.
-¿Quien se cree ella para terminarme?. Por dios, yo soy quien termina a las chicas, nunca me habían terminado. Esto no se va a quedar así.
En toda la noche pensaba en como vengarme por lo que me había dicho.
Al día siguiente después de despertar y arreglarme ya tenía en mente un discurso con el cual le dolería hasta haber nacido.
Salí de casa y pasaron minutos para llegara a la escuela, justo al entrar, ella estaba afuera del salón, seguro esperando me. Con fuerza me acerqué al salón.
-Hola.- Me dijo penosa.
-Hola.- Fruncí el ceño.
-Tenemos que hablar con respecto con lo de ayer.
-¿Aún queda de qué hablar?.- Comencé a alzar la voz.- Después de lo que ha pasado ayer, ¿Crees que aún quiero hablar contigo?.- Con un gran nudo en la garganta le conteste.
-Entiendo que estés molesto, pero ese mensaje yo no lo envié, lo envió mi mamá; mi hermano encontró mi cuenta abierta y leyó todos nuestros mensajes, entonces se los enseño a mi mamá y ella fue la que te envió ese mensaje.- Me lo decía con lágrimas en los ojos y con una esperanza a que le creyera.
En aquel momento se me olvido el discurso.
-Si solo querías terminarme, ¿Por que no me lo dijiste en la cara?.
-Entiéndeme por favor, yo no pensaba en eso, yo no lo envié, yo no quería que esto pasara, pero si tú no lo quieres creer ya será tu problema.- Me dijo furiosa.
-En ese caso lo nuestro se acaba en este momento, o bueno, siendo exactos lo nuestro termino desde ayer.
Un par de semanas pasaron hasta que su cumpleaños llego. Contaba los días para desearle un lindo cumpleaños pero como era de esperarse después de todo lo pasado era tan obvio que me mandaría muy lejos.
Entrando a la escuela y pasando unos horas se me acercó su mejor amiga.
-Hola Alan.
-Hola Claudia, ¿Qué pasa?.
-En realidad no mucho, solo quería recordarte que hoy es cumpleaños de Monserrat.
-Eso lo sé, no se me puede pasar.
-Y ¿Le vas hablar?.- Me dijo ansiosa.
-Claro, ojalá y esta vez no me mande muy lejos.
Caminamos hasta el asiento de Monserrat. La mire fijamente.
-Hola.- Le sonreí amable.
-¿Qué quieres Alan?.- Frunció el ceño.
-Entiendo.- Baje la mirada.- Solo pasaba para desearte un feliz cumpleaños.
Di la media vuelta y regresé a mi asiento.
No pasó más de diez minutos para que Monserrat se sentara a mi lado.
-¿Alan?, perdón por lo de hace un momento.
-Claro Monserrat no te preocupes.- Le guiñe.- ¿Para qué querías hablar conmigo?.
-Ay Alan.- Dijo enojada.- Contigo nunca voy a poder.
Enojada, se levantó y se dirigió hasta asiento, así se mantuvo en todo el día de clases.
Pasaban los días y cada vez eran más extintas las miradas, las palabras y el contacto. Así fue como ella y yo olvidamos lo que sentimos por ambos.
Los días eran cotidianos. Entrar al salón de clases y a menudo no entregaba las tareas y trabajos, solo hablaba con mis amigos de tontería ya fueran juegos, chicas, ropa y un poco de futbol.
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No lo imaginaban
Teen FictionAlan, un chico atractivo, de gran personalidad. Pero muy conocido en la secundaria por ser demasiado "mujeriego". Este sería el inicio de cómo cambiar a la persona que menos esperas. O solo es aprender lo que la vida nos enseña.