Veintiséis

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Dos días antes

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Dos días antes

Había sido un milagro ver el rostro de Yuri luego de aquellos dos horrorosos días. Cada herida del cuerpo le dolía como mil infiernos y el hambre empezaba a volverlo loco. Estaba seguro que no alimentaban al pobre desde hacía más que un par de días.

Cuando escuchó la voz de su salvador el corazón le dio un vuelco. Empezaba a pensar que la misión fallaría y que tendría que irse a otro universo dejando a Yuri lidiar con los mafiosos él sólo.

Porque sabía muy bien con que grupo se estaban enfrentando.

Su Pájaro de Fuego estaba escondido detrás de unos ladrillos, Otabek no podía arriesgarse a que alguno de los guardias que pasaba se lo arrebatara.

- ¿Otabek? -preguntó Yuri.

- Yuri -murmuró él con la poca voz que le quedaba-. Nunca me había alegrado tanto de verte.

- Sí, bueno, se lo podrías decir a tu cara.

- Hablar duele, ¿crees que es fácil mostrar felicidad?

- Vale. Lo siento, de verdad. No era mi intención ¡Dios! ¿Cómo es posible que hayas terminado aquí? ¿Se puede tener tanta mala suerte? -masculló, más al aire que al Otabek mismo.

- No sé -suspiró-. Es una locura estar aquí abajo y oír a los demás presos lamentarse.

- Ahora sabes qué ha pasado con todas las personas que arrestaste para tu bendita Tríada.

Otabek frunció el entrecejo. Le molestaba muchísimo cada vez que Yuri criticaba su trabajo, ¿qué pretendía él que hiciera?

- No es como si hubiera muchas opciones. Si la gente supiera cómo comportarse en sociedad...

Yuri soltó un leve gruñido. Otabek supo que debía dar por terminado el tema.

- Te sacaré de aquí. Soy el futuro líder así que debería ser fácil para mí conseguir las llaves.

- ¿El futuro líder? Yuri, me dices que yo tengo mala suerte pero tú no dejas de ser un poco problemático a dónde sea que vayas.

- Cállate.

Lo miró a los ojos. Los dos estaban demasiado cerca pero a la vez tan lejos a causa de los barrotes. Yuri alzó su mano, dudoso. Lentamente la posó sobre la mejilla menos herida de Otabek. Cerró los ojos al sentir su frío tacto.

- Prometiste ayudarme. Ahora yo te ayudaré.

Y luego se fue, dejándolo sólo con los llantos y la oscuridad otra vez.

* * * *

La soledad de la noche fue mucho, mucho peor.

Yuri le había llevado a escondidas un poco de sobras de comida que sabían cómo lo mejor que Otabek había probado. Su estómago no estaba satisfecho pero al menos los rugidos de hambre no lo distraían. Aunque hubiese querido que lo hicieran.

Cien mil universos a tu lado [Otayuri] - YURI ON ICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora