Capítulo 2

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-¡Chicas! Qué bueno verlas -Becca me miró-. A ambas.

Sólo a Vinka, querrás decir, pensé.

-Pasen, pasen. La fiesta ya se está poniendo buena. -sonrió.

-Pues, excelente. -respondió Vinka.

Cuerpos sudorosos se movían al ritmo de la música bajo luces estroboscópicas, todos apegados, en la pequeña sala de estar de la casa de Becca. Y, al parecer, Vinka quería que también fuésemos parte de aquella multitud. Qué asco.

Becca vino con un par de vasos plásticos rojos que contenían un líquido con espuma rebosante en su interior: cerveza. No tengo idea de cómo estudiantes de preparatoria pueden reemplazar al té por semejante basura como ésta. Sólo bebí el contenido por Vinka, que le lanzaba una mirada de: "Por favor, Ruth. Sólo será esta noche, nada más." Le asentí con la cabeza, y sonrió satisfecha.

Caminamos a través de la sala de estar, y Vinka y yo nos acomodamos en un viejo sillón de estampado escocés en el cual se encontraban Scarlett Carrey y Mark Brown: una pareja conformada por la típica rubia que formaba parte del equipo de animadoras y el bello futbolista de rostro sincelado, pero superficial más que nada; una pareja que no era vergonzosa al expresar su afecto en público.

Traté de mantener una conversación normal con mi amiga: escuela, la fiesta, una nueva marca de maquillaje y cosas así. Sin embargo, era inevitable detenerse cada dos segundos para pedirle a la amorosa pareja que se encontraba junto a nosotros que dejaran de restregar sus bocas entre sí, cosa que fue inútil pedir. En un momento, Vinka, ya casi echando humo por las orejas, explotó:

-Está bien, par de sanguijuelas. Esto es una fiesta, por si no se dieron cuenta. No un motel de cuarta. Así que, por favor, ¡les pido que dejen de devorarse uno a otro, como si nadie estuviera junto a ustedes!

Scarlett palideció, y sus carnosos labios saturador de brillo labial color rosa se fruncieron en una línea. Mark frunció el ceño, y soltó un gruñido. Acto seguido, caminaron hacia el vestíbulo, y abandonaron la casa de un seco portazo.

Los chicos que se encontraban bailando, se detuvieron y nos observaron confundidos. No tardó mucho para que la música siguiera y la fiesta continuara.

Becca bajó los escalones de dos en dos y, con cara de póquer, nos dijo:

-Vilma White subió para acercarse a mí y decirme que ustedes echaron a Scarlett Mark de la fiesta -Vinka y yo nos miramos con los ojos en blanco y temimos por lo que Becca nos fuera a decir (o gritar)-. ¡Gracias! -nos abrazó con fuerza-. No tenía idea de cómo los iba a echar; vinieron de colados.

-Yo... no sé qué decir -dijo Vinka-. Yo sólo les exploté.

-No es tu culpa -la consolé, acariciando cariñosamente su brazo y acercándola a mí-. Ellos parecían parásitos.

-Ni que lo digas -aportó Becca, y sonrió-. Por eso yo nunca los invito a mis fiestas: siempre terminan prácticamente teniendo relaciones con ropa en los muebles de la gente.

El timbre sonó, y la anfitriona de la fiesta me miró fijamente a los ojos.

-Ruth, ¿podrías abrir la puerta? Me dijeron que Parker Lane se quedó dormido en la cama de mis padres.

Un sonido como de vidrio roto vino desde la cocina.

-Y ahora también tendré que encargarme de eso.

-Está bien. -respondí.

Me dirigí hacia la puerta, y la abrí. Un delgado, y algo corpulento cuerpo se encontraba frente a mí. Debía medir cerca de 1,85 mts., y tenía unos hermosos ojos celestes, pero inyectados en sangre. Su cabello negro azabache resplandecía.

El día en que el agua se mezcló con el aceiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora