Capítulo 1.

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POV LAUREN.

Lunes.

Eran las 6 de la mañana, estaba realizando mi rutina de ejercicios, aunque estaba a nada de terminarla ya que normalmente me levantaba a las 5 a.m., mientras tanto comenzaba a planificar mi día en mi cabeza, era una fanática del control, eso no lo negaba a nadie y todos lo sabían. Amaba los lunes por el simple hecho que era un día que daba el inicio a la semana y me permitía seguir trabajando en mis empresas, y lo mejor es que significaba una semana menos para que el año termine, lo que se traducía a que podría finalmente tomar mis vacaciones que he estado aplazando desde hace mucho.

Con tan sólo 26 años de edad ya tenía a mi cargo a más de 1 millón de personas alrededor del mundo en mis diferentes empresas, quienes dependían de mi para sobrevivir. Eso me daba un inmenso poder y, por supuesto, estabilidad económica envidiable. Lo que en mi lenguaje se resumía a que podía hacer lo que yo quisiera.

Jauregui's Inc. Había pasado a mi poder después de la decisión de mi padre, hace unos 6 años, desde entonces mi vida pertenecía totalmente a la empresa, a partir de ese entonces, años después, me dediqué a formar empresas de todo tipo, unas habían fracasado y otras crecieron inmensamente. Así mismo, tenía mi fundación de ayuda humanitaria que funcionaba en todas partes del mundo, incluso en los lugares más recónditos del planeta.

Como persona era una gran idiota, pero seguía siendo humana y tenía un buen corazón.

POV CAMILA.

Lunes.

Odiaba los lunes. Los lunes daban inicio a una semana más en mi detestable vida, muchas veces había pensado en acabar con mi constante sufrimiento, pero tenía a mi cargo la responsabilidad más grande que podría tener una mujer a mi edad, mi hija. No podía dejarla sola, no teníamos a nadie a quien recurrir y jamás podría permitir que algo malo le pasara, era mi vida.
Tenía que salir a buscar empleo para poder mantenernos, ella tenía 6 años. Aún no había ingresado a estudiar por falta de dinero, no podía comprar sus cuadernos, su uniforme, su mochila y demás útiles escolares, todo ese tema me traía de cabeza.

Hace tres meses había perdido mi empleo, me despidieron porque faltaba constantemente, pero no era algo que podía controlar, el problema era que no tenía con quien dejar a Sasha, un par de veces la dejé sola, pero no podía trabajar con calma, sabía que estaba mal. Las pocas veces que la dejé con alguien, fue con la dueña del edificio donde vivíamos, pero siempre que llegaba Sasha corría a mis brazos y lloraba desconsoladamente, esa mujer era un ogro.

No tenía amigos, ni amigas, mis padres murieron cuando cumplí 18 años en un accidente de tránsito, el dinero que ellos me habían dejado me sirvió para sobrevivir durante unos años, y a partir de entonces me ha tocado ver las cosas color oscuro. En resumen, no tenía a nadie.

Vivía sola con mi hija. Tenía la esperanza de encontrar empleo y salir adelante como siempre lo hicimos. Me quedé embarazada a los 19 años y desde entonces me hice cargo de ella, sufriendo siempre por no tener suficiente para comer, o para lo mínimo de vivir. Es lo más preciado que tengo en mi vida, no me quejo de ella, pero sí de lo que nos tocaba vivir a diario.

Volviendo a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora