Capítulo único

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Harry se lo encuentra así, entre la bruma que crea el humo: sentado en el suelo, la espalda apoyada en su cama. La camisa medio abierta, el pantalón desabrochado, el canuto entre sus labios, una gotita de sudor dibujando un caminito mojado por su pecho, su vientre, perdiéndose en el ombligo.

Lo supieron desde el principio, él, Liam y Niall, porque el olor dulce se le pega a la ropa, a la cama, a la habitación. Se le ve en los ojos, a veces dilatados; en las acciones, como distraído, incapaz de concentrarse, en otro mundo. Harry le ha visto volver tambaleándose a las tantas de la noche, arrastrando consigo el consabido olor a marihuana.

(Ha oído cómo Liam y Niall se levantan y le discuten en voz baja, en un inglés vertiginoso que, según Harry, marea aún más a Louis. 

Zayn aprieta el abrazo con el que tiene sujeto a H, como si pudiera escucharlos en sueños).



Pero es la primera vez que le pilla.


Lo tiene todo cerrado, el olor a maría se concentra en la habitación y a Harry le da vueltas la cabeza nada más entrar. Quiere enfadarse. Quiere levantarse decirle que se está estropeando la vida, que es cantante, por el amor de Dios, el mundo espera que sea un modelo a seguir y no esto, que si necesita relajarse le tiene a él, que puede hacer con Harry lo que quiera, pero que lo deje.


De verdad, quiere hacerlo.


Abre la boca, un rápido y pequeño discurso formándose en la cabeza a pesar del martilleo constante en la nuca, la nube de ideas por el mareo, pero las palabras se disuelven en el olor del canuto como si fueran humo.

No puede hacer nada más que seguir con la mirada cómo la mano de Louis se toca el muslo, juega a desaparecer bajo sus pantalones, bajo los calzoncillos. Se toca con los ojos cerrados (las pestañas inmensas, larguísimas e infinitas y el pelo acariciándoselas y cómo desearía Harry ser esa mano, joder, esa mano que se mueve y cómo desearía ser el que se esconde tras esos párpados, en los pensamientos de Louis. ¿En quién piensa cuando se masturba?) y fuma entre suspiro y suspiro.


Louis nota su presencia al cabo de un rato.


— Cierra la puerta, Harry – susurra, la voz ligeramente ronca, desgastada. Probablemente es la marihuana la que le resta la importancia al hecho de que se estaba masturbando delante de su amigo, porque Louis, al contrario que Harry, no parece afectado por la interrupción.


El menor obedece, aunque el sonrojo por la vergüenza de ser pillado mirándole es evidente, no sabe si es porque la droga le está haciendo efecto ya o porque Louis le atraviesa con esa vidriosa mirada, lejana y oscura, como si estuviera decidiendo algo. Su mano sigue inmóvil dentro de su ropa interior, hasta que se digna a hablar.


— Ven.


Louis saca la mano de sus pantalones y la coloca en el suelo, a su lado, muy cerca de su cuerpo, señalando dónde quiere que esté. Harry se sienta ahí, justo ahí donde tenía la mano (se prohíbe pensar en cómo le gustaría estar en ese otro sitio, en sus pantalones). Sigue mareado por el intenso olor que le rodea, le duele la cabeza cuando se deja caer en el suelo. El cuerpo de Louis desprende un calor intenso, arde como el canuto que se consume en su boca, y Harry se siente incómodo cuando nota el cosquilleo en el estómago, los nervios.

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