—Rosario, todo bien. Pero que nos vengan a buscar en una camioneta negra brillosa hasta más no poder con vidrios polarizados me parece mucho, como que son capos de la mafia.—comenté al ver el transporte que nos llevaría hasta el programa.—Ni el presidente debe tener algo asi.—¡Boluda, ¿que te pasa?!—paro en secó y me miró.— ¡esta buenísimo! Y razona porque puede ser la única vez que nos pase en nuestras vidas.
No se si tenía tanta razón, un poco sí. No la quería contradecir así que le hice una sonrisa divertida y nos subimos al auto.
—Mira si nos estaban jodiendo...
Mi amiga rodó los ojos.
Esperábamos en una especie de camarín pero era una pieza totalmente vacía. Sólo había un sillón y una radio que se caía a pedazos pero el sonido era increíble, de ahí, de ese pequeño aparato escuchamos el programa.
—Rosario...
Ella saco su vista del piso y posó su mirada en mí levantando una ceja.
—Necesito ir al baño.
—¿Ahora?
Asentí haciendo puchero. De verdad necesitaba mear, y de los nervios me había tomado casi dos botellas pequeñas de agua.
—Aguantate.
Bufé.
Después de unos segundos ya no podía aguantar más.
—Rosario...
Me miró.
—Necesito ir al baño.—pedí
—...
—Necesito mear.
—...
—Boluda me sale el chorr...
La puerta se abrió derrepente y entraron los chicos como si nada.
—¡Hola, nenas!—saludo el líder—¿Como andan?
Rosario se paró y saludo a los tres con mini abrazos empalagosos. Yo hice lo mismo como pude. Me estaba haciendo pis.
—¿Escucharon el programa?—pregunto Gustavo al que mi amiga contestó que sí.—¿Les gusto como nos desenvolvimos?—acotó haciéndose el inseguro.
Toda tu sabiduría y manera de hablar con tanta pasión temas superfluos era realmente majestuosa. Lo amaba tanto y ahora lo veía dos días seguid...
—Si, nos re copo.—respondió mi compañera, dejando al descubierto su manera de contestar con tremenda idiotez.
Nos quedamos hablando un rato. O mejor dicho, socializar—con Rosario era todo lo que había. Si, soy demasiado tímida pero no me puedo controlar.
Me quedé pensando en todo. ¿Vieron en esos momentos que te parece llamativa hasta una mancha de humedad del camarín? Asi estaba yo. No porque estaba aburrida, sólo que pasaba desapercibida por mi manera estúpida de hacerme ver. O en otras palabras: no hablar, no reír, no mirar a los ojos por miedo y tratar de parecer normal. Y mi amiga se caracteriza por ser, justamente, bastante carismática. No es que yo no tenga carisma, si, la tengo. Pero prefiero esconderlo.
—¿Vamos a seguirla en mi casa?—escuche derrepente que dijo Rosario haciendo que deje de pensar. La mire mal al ver que le tocó un rulo a Gustavo.
Por más que di todo mi esfuerzo en que esa mirada fuera de asesina, ella ni me vio.—Epa, ¿joda?—intervení casi impulsivamente. No podía decir algo como aquello, ¿de donde salía? ¿de una cueva?
Mi amiga me miró el doble de mal que la mire yo al principio y asintió seguido de poner su mejor cara.
—No sé...—contesto Gustavo casi al mismo tiempo que mi amiga dejará esa sonrisa descontracturante.
—Tranqui, mi casa no la conoce nadie. Queda pasando la autopista así que es medio lejitos, no pasa nada.
—Vamos, ya fue.—se metió Zeta mirándome y sonriendo.
No quería que me sonriera el.
Queria que me sonriera Gustavo.
Los odio.
♦♦♦♦
Estábamos en la casa de Rosario, sentados en la mesa jugando a las cartas y escuchando música.
—No entiendo esto, perdonen...—se rindió Rosario tirando las cartas a la mesa.—me aburrí.
Los chicos hicieron abucheos y me pareció pelotuda la situación así que me fuí a la cocina.
Me serví un vaso de agua y tome un trago; en eso lo ví venir a gustavo.
—¿Te puedo decir algo?—me dijo apoyándose en la pared y sonriendo.
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Corazón Delator
Fanfiction-Sofía es así, intensa. -Gustavo es así, sin ganas de responsabilidad. ¿Hasta cuando she podrá aguantar?