Capítulo 3: Peligro en las sombras

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--- Imaginé que te encontraría aquí.

Frente a mi estaba Misae mirándome con esos grandes ojos seductores que la caracterizan. Hoy lucia diferente, una delicada trenza recorría una pequeña porción del cabello detrás de su oreja derecha; la cual decoró con coloridas flores silvestres, mientras que el resto de su larga y lisa melena negra caía por su espalda libremente. Una agradable fragancia a lavanda la envolvía y la brisa fresca de la tarde me regalaba su aroma. "Hoy se ve realmente hermosa."

--- luces diferente.

--- ¡Lo notaste! Trencé mi cabello. ¿Te gusta?

--- Digamos que te queda bien.

--- ¿Sólo bien? --- Frunció el ceño y cruzó sus brazos bajo su abundante busto.

"Aquí vamos de nuevo. Esta chica realmente nunca se dará por vencida." Misae es la única hija de Arock y una de las chicas más bellas de la tribu, por no decir la más bella. Sólo la exnovia de Merdock puede competir en belleza con ella, pero en mi opinión Misae le lleva mucha ventaja. En especial porque Misae tiene un cuerpo alucinante. Su pequeña cintura y sus abundantes pechos le dan una figura sensual. Y más aún, con la escasa ropa que suelen usar las mujeres para cubrir sus cuerpos, un beneficio del calor de la pradera.

Lo común es que usen una banda de tela gruesa para cubrir su busto y un amati, que se compone de otra tela amarrada en sus caderas a la que le tienden a bordar hermosos paisajes de la pradera y su vegetación. En el caso de nosotros los chicos, solo cubrimos nuestra parte inferior con unos pantalones de cuero al cual le sobreponemos un taparrabo de tela de algodón bordado al igual que el amati de las chicas; pero nuestros diseños son más masculinos y a esta pieza la llamamos vatho. Por ejemplo, mi vatho tiene bordado un grupo de caballos pintos corriendo en la llanura. El amati de Misae solo le cubría hasta la mitad del muslo y la banda que envolvía su abundante busto apenas podía ocultar lo más importante. Me forcé a solo mirar más arriba de su cuello, ella realmente no me interesa por lo que no quiero darle una impresión equivocada.

Ahí estaba ella, dándome una juguetona mirada triste con aquellos seductores ojos negros...ojos con los que volvería loco a cualquier chico. La realidad es que todos en la tribu la ven como su diosa. Todos excepto yo. Siendo tan hermosa es raro que no me interese, pero no es mi tipo. Bueno, no es que no me guste, claro que me gusta, en especial sus... pero realmente es una chica engañosa y no quiero ser utilizado como un trofeo. Por alguna razón, puedo percibir que piensan los demás, es una habilidad que poseo desde niño y la que he ocultado de todos, incluso de mis abuelos. Y sé muy bien, que Misae es una chica vanidosa y egocéntrica; que desea presumir ser la novia del chico más cotizado de la tribu, y no es por jactarme, pero yo soy ese chico. Ahora mismo, solo está interpretando su acto de chica inocente.

--- Sabes que eres hermosa, la trenza solo resalta lo que ya eres.

--- Si piensas que soy hermosa ¿Por qué aún no me has pedido noviazgo? Sabes que a ti es el único al que le diría que sí.

"Tengo que resistir... tengo que resistir... ¡Ahhh!" Misae se sentó a mí lado, ciñéndose de mi brazo de manera que sus abundantes pechos descansaban sobre mí. "¡Hoy viene con todo! Kalen piensa en otra cosa...en escorpiones, eso es muchos escorpiones. En Arock, si él es su padre, si intento cualquier cosa con ella mañana estaré muerto o casado. Tengo que apartarla de mi si no deseo sucumbir a la tentación." Moví mi brazo de manera que ella tuvo que soltarme. Por un segundo pude ver la decepción en su rostro. "Muy bien Kalen, has vencido el primer ataque."

--- Ya lo he dicho, por ahora prefiero ser libre. --- dije apartando la vista de ella y mirando a los límites de la llanura. Tratando de lucir indiferente.

Los Zetlyc: Primavera MuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora