Me encontraba apoyada en la valla de dos metros de madera, era de noche y había una brisa refrescante, era perfecto estar allí después de un largo día de entrenamiento de combate.
Pero en ese momento me encontraba fuera de las duchas de hombres, varios chicos que salían de allí me miraban de reojo puesto un pequeño farol sobre mi iluminaba con poco éxito la zona, estoy segura que de lejos tenía la imagen de una chica asocial que no hacía más que querer estar sola, pero el motivo verdadero de mi presencia allí era que lo esperaba a él.
Hacía media hora, poco después de que yo saliese de las duchas femeninas que se encontraban a unos diez metros de allí lo vi entrar, ahora inconscientemente había llegado caminando y me puse a esperarlo, si no fuese él al que espero ya me habría ido hace mucho, no me gustaba que me hicieran perder el tiempo, pero solo el hecho de ser él, hacía que fuese capaz de quedarme aquí toda la noche en su espera si no hubiese un toque de queda.
La brisa calmo por un instante y abrió paso a un fuerte viento, mi bufanda roja se dejo llevar por este, mi pelo aun húmedo también hizo lo mismo tapándome la vista, me lo acomode y mire hacia el cielo estrellado, la inmensidad de ese cielo era increíble, ni una sola nube esa noche, solo estrellas, era el único recuerdo de que había un mundo exterior fuera de estos muros.
—¿Mikasa?
Era él, me doy la vuelta para encontrarme con Eren detrás mío. A pesar de haber salido de las duchas, a pesar de que la hora de dormir se acercaba él se volvió a poner su uniforme de recluta, el simple hecho de ser un recluta lo enorgullecía, él sentía que estaba siendo de gran ayuda para la humanidad, amaba ser de utilidad para su raza y lo demostraba llevando hasta el último momento del día ese uniforme.
—Hola Eren…
Lo salude con mi siempre tranquila y aburrida voz, una voz que para algunos emanaba misterios, la voz que tuve desde aquel día en el que perdí a mis padres pero el día que lo conocí a él.
“¡Pelea… pelea!” aquella palabra todavía hasta hoy suena con claridad, su voz, las palabras que me decía, que no fuera débil ni una cobarde… Que este mundo era cruel.
—¿No tienes frío? —Me preguntó serio mientras se secaba el pelo con la toalla que llevaba.
—No… —respondí bajando la mirada y viendo lo que llevaba puesto, un corto para correr y una camiseta que solo me llegaba hasta el ombligo, entonces me di cuenta del frío que tenía, no me había percatado hasta ahora de aquella sensación, me estremecí.
—¡Idiota! —Eren me tomo por el brazo enojado—. Estas helada, y también tú pelo está húmedo.
Sostuvo la toalla que tenía con ambas manos y me cubrió la cabeza con esta, empezando a secarme el pelo, era algo brusco pero sé que sus intenciones son buenas, no puedo evitar ruborizarme por su acción y me alegro de tener parte de la cabeza tapada.
A pesar de lo oscuro que estaba y lo poco que iluminaba ese farol, logro notar la cara de Eren algo roja, ¿sería un engaño de mis ojos? ¿Acaso se sonrojo por el simple hecho de secarme el pelo? Eso me dejó desconcertada.
—¿No te parece mejor así? —dijo con tono serio mirándome a los ojos, le afirmo tímidamente con la cabeza pero otro escalofrió me recorrió el cuerpo.
Él también notó esa reacción y parece tomarse un rato para decidir algo, a continuación se saca la chaqueta de cuero con algo de dificultad y me la entrega, la agarro ligeramente.
—Toma —observe como su mirada se endurecia con nerviosismo—. Que no vuelva a pasar… ¿sí?
Suelta por completo la chaqueta y se acaricia la nuca como símbolo de tímidez. Jamás había visto a Eren actuar así.
Eren… Eren…
Se preocupaba por mí, cerre mis ojos y quise lagrimear pero no lo hice, me haría ver débil frente a él, aunque eso no evito que se me hiciera un nudo en la garganta.
—Sí… Gracias Eren —susurre.
Por alguna razón el corazón me latía rápidamente, ¿qué me estaba pasando? Quería devolverle el favor, no porque le debiera una, si no porque se tomo la molestia de darme el uniforme que amaba, eso demostraba que me la confiaba sin más, podría haberme dicho que fuera a mi dormitorio para no resfriarme pero no lo hizo
Si hubiese sido Armin, Eren solo le habría dado una reprimenda acerca de mantener la salud, que es fundamental para un soldado, para proteger a las personas y esas cosas.
Me sentía alagada, ¿quería decir eso que sentía algo por mí o solo lo hacía porque era su amiga cercana o casi hermana? no, aquel pequeño acto de confianza, el simple hecho de que me secara el pelo significaba mucho para mí, otras personas lo tomarían como buenos modales, pero estoy segura de que había otro motivo, el rubor de Eren lo demostraba porque no era típico de él sonrojarse, no estaba en su actitud hacerlo, siempre lo vi como alguién que quería ser libre y que pelearía por lograrlo, no tenía tiempo para cosas “cursis”, entonces, ¿qué significaba todo?
Y yo ¿qué era lo que yo sentía por Eren? ¿Realmente me gustaba? O sólo estaba en gratitud por haberme salvado aquel día. ¿Podía llamar a aquello que sentía “gratitud”? Nunca me había fijado en que era lo que me gustaba del él, es apuesto, sí, pero no me fijo en aquello… Era él, su actitud, aquel día no dejo que la gente adulta se encargase y si lo hubiese hecho quizás nunca me hubiesen encontrado, ¿estaría en estos momentos trabajando como esclava o vendiendo mi cuerpo? No lo sé y ciertamente no me interesaba.
Su valor, eso era, amaba su valor, aquel día no me vio como una pobre niña a la que secuestraron, me vio como un ser humano, fue en mi ayuda, era por eso que lo quería.
Sacándome de mis profundos sentimientos, Eren se dio media vuelta mientras se despedía de mí agitando la muñeca. Yo debatía internamnete si para su andar o dejarle ir.
—Espera… —se detuvo, girando sobre su eje y quedándose en la misma posición. Salgo del campo de luz que proyectaba el farol y me acerco a él—. ¿Puedo devolverte el favor?
Con los nervios a flor de piel me acerque lo suficiente a su rostro hasta que pude sentir su respiración en mis mejillas.
—Ah ¿qué… qué quieres?
Por primera vez en años, Eren Jaeger balbuceo y no sólo eso, sino que también desvío su mirada de la mía.
—Acércate… —Le pedí, él me miró y la duda se vio en sus ojos por un instante, quizás no entendió lo que quería que haga, pero luego se fue acercando aún más a mi rostro poco a poco. Cierro mis ojos, mi corazón se acelera y estoy segura de que mi rostro debe estar tan roja que parecería que echaría vapor en cualquier instante, siento como me agarra por los hombros y espero el contacto de sus labios con los míos. Justo cuando sentí nuestros labios rozando, desvía el beso y lo deja en mi frente.
El beso que quería no llego, luego de su largo beso en mi frente simplemente apoyó su frente con la mía y la punta de nuestras narices chocaron, abro los ojos y me encuentro con los suyos.
—No puedo hacer esto —me susurra seriamente, siento como aprieta sus manos en mis hombros—. Al menos no ahora, tengo una meta, y es salir de estos muros, de esta jaula.
»Y hasta que eso pase, protegerte es lo único que haré. El día que podamos salir al mundo exterior sin miedo a que nos ataquen los titanes me asegurare de que tú y yo estemos juntos… para siempre.
Se separó de mí, me deseo las buenas noches y se fue de aquel lugar sin dejar de sonreír.
Era cierto, tonta fui al pensar que algo así pasaría, él me quiere, lo sé, lo acababa de decir, no directamente pero ya me dio una pista a la que me aferraré, pero hasta el día en el que cumpla su sueño, hasta el día que toda esta pesadilla acabe no pensara en otra cosa más que servir a la humanidad.
Mire como se alejaba hasta entrar en el dormitorio de hombres y agarro con fuerza su chaqueta, una lágrima recorre mi mejilla derecha.
—Esperare ese día —me digo a mi misma dirigiéndome al dormitorio de mujeres, aferrándome a esa chaqueta.
Esta noche será la única prueba de que ambos habíamos nacido en el peor momento de la humanidad para enamorarnos.
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El peor momento para nacer
FanfictionEl peor momento para nacer, y el peor momento para amarte. #5 en erenxmikasa #21 en jaeger #56 en mikasaackerman #66 en ackerman #204 en skn