[Oneshot]

952 73 27
                                    

Abrí los ojos completamente asustado, pues  aquella pesadilla que no paraba de repetirse cada noche había vuelto a perturbar mi sueño, por enésima vez. Pero aun con los ojos abiertos, algo impedía que la luz llegara hasta ellos. Moví un brazo para quitarme lo que fuese aquello que no me dejaba ver con claridad, y fui consciente de mi situación, de mi extraña postura. Mis extremidades estaban completamente inmovilizadas. Atado de manos y piernas, apenas podía hacer intentos inútiles de mover aquel cuerpo mío.

—Parece que ya te has despertado —aquella voz me resultaba totalmente familiar—. Empezaba a creer que no lo harías nunca.

—¿Quién eres? —Pregunté, notando como mi voz estaba incluso más ronca que de costumbre—. ¿Dónde estoy?

A decir verdad, ni siquiera recordaba qué había pasado antes de quedarme dormido, ¿o acaso inconsciente? No sabía qué era lo que me había llevado a aquella incómoda situación. Y cuando pensaba que aquello sería una broma pesada, algo rozó mi pierna, subiendo lentamente por ella, pasando por mi cadera hasta llegar a mi cintura. Hasta ese momento solo lo había sospechado, pero ahora podía confirmar el hecho de que estaba desnudo por completo.

—¿No me reconoces, Taeyong? —Susurró aquella voz a centímetros de mi oído.

Algo en mi cerebro pareció funcionar de nuevo. Sí, sí que lo reconocía. No podría olvidar aquella voz. Ni siquiera olvidaría ese olor embriagador que inundaba el ambiente en esos momentos. Pero decidí quedarme en silencio, preguntándome aún demasiadas cosas, buscando respuestas en mi mente.

Otra de sus suaves manos se acercó a mi cara, deslizándose por mi mejilla, rozando mis labios con el pulgar, hasta que poco a poco introdujo uno de sus largos dedos en mi boca, buscando el contacto con mi saliva. Intenté mantener mi mandíbula cerrada, apretando los dientes, pero no fue suficiente pues éste presionó mis mejillas con la mano sobrante, abriendo camino hasta mi lengua. ¿Qué demonios estaba pasando aquí?

—¿Qué se supone que estás haciendo, Ten? —Pude musitar, después de que sus dedos se alejasen de mi abochornado rostro.

—No me hables así —sentí un fuerte tirón en mi cabeza; me estaba sujetando del pelo, obligándome a alzar la barbilla—. Trátame con más respeto.

Si no estuviese completamente inmovilizado, le callaría la boca de un buen golpe, pero tuve que tragarme mi orgullo y hacerle caso. Ahora mi prioridad era saber qué coño estaba pasando.

—¿Me puedes decir qué ocurre y por qué estoy atado y desnudo, por favor? —Aquellas dos últimas palabras salieron con dolor de mi boca, como si me las estuviesen arrancando.

—Estás siendo castigado.

¿Qué cojones decía aquel maldito crío? ¿Castigado? ¿Por qué? Hice memoria, buscando una buena respuesta, pero a mi cerebro le estaba costando funcionar bien. Me mordí los labios, intentando disimular mi enfado.

—¿Por qué estoy siendo castigado? —Pregunté, intentando que mi voz sonase lo más suave posible.

—¡Ah! ¿No sabes por qué, Taeyong? —Noté la calidez de su aliento en la zona baja de mi cuello—. Llevas semanas provocándome, calentándome, jugando conmigo. Esto es lo que les pasa a aquellos que me dejan con ganas de más.

Un escalofrío recorrió mi espalda cuando noté los dientes del contrario clavarse en mi cuello, lamiendo la piel que había entre ellos. Gemí, sin esperarme aquello. Sí, era cierto que había estado jugando a calentarlo, paseándome con solo una toalla por las habitaciones en las que él se encontraba, tocando zonas que no estaban permitidas, comportándome de la forma más provocativa que podía cuando él estaba cerca. Quizás aquel juego estúpido al que había estado jugando había ido demasiado lejos. Quizás me había pasado. Quizás me merecía aquel castigo. Quizás aquel castigo era justo lo que yo estaba buscando.

Pero no iba a proporcionarle el gusto de saberlo.

—¡Ten, por favor! —Intenté mover las piernas, pero aquellas fuertes cuerdas me aprisionaban.

Sus labios comenzaron a bajar por todo mi torso, seguramente dejando marcas en mi cuerpo. Yo seguía fingiendo que aquello no era lo que llevaba semanas deseando. Me contorsionaba, me resistía bajo sus brazos. Ahora sus labios estaban en contacto con mi cuerpo. Estábamos muy cerca el uno del otro, justo como yo quería estar.

¿Es realmente esta locura lo que deseo? Cuando menos lo esperé, sus labios ya se encontraban en mi entrepierna, lamiendo, provocando inevitablemente una erección en mí. Pero paró. ¿Por qué diablos paraba justo cuando mejor lo estaba pasando?

—¿Estás disfrutando acaso? —Inquirió.

—N-no... —Mi respiración se había descontrolado por completo.

—No, amo —me indicó que lo llamase de aquella forma—. Dime la verdad. No me gusta que me mientan.

—Sí, amo —jadeé—. Estoy disfrutando, amo. Estoy... muy duro.

Pude sentir el calor subir por mis mejillas. Nunca me había imaginado diciendo aquel tipo de palabras. Nunca me imaginé arrastrándome de aquella forma por simple búsqueda de placer mundano.

En menos de un minuto mis tobillos habían sido desatados, dejando libre movimiento en mis piernas. Ya estaban empezando a agobiarme, así que lo agradecí en silencio. Pero no tardó mucho hasta que las firmes manos de Ten sujetaron estas, alzándolas hasta apoyarlas en lo que supuse que serían sus hombros.

—No mereces que sea gentil contigo —su voz, en esa ocasión sonó burlona.

Un desgarrador grito salió de mí, pues sin previo aviso él comenzó a introducir su miembro por mi entrada. No estaba preparado, y aun así siguió avanzando más y más. Notaba como mi rostro empezaba a llenarse de sudor y lágrimas. El dolor era insoportable, pero cuando llegó hasta lo más profundo de mi ser, presionó un punto que me arrancó un largo gemido de placer. ¿Cómo podía sentir tanto dolor y tanto placer al mismo tiempo?

—Así es, Taeyong —su voz se había vuelto más profunda—. Gime para mí.

Pegó mis rodillas en la superficie en la que me encontraba tumbado, alzando mis caderas para que las embestidas fuesen más fuertes, más rápidas, más profundas. Tiré de las cuerdas que me sujetaban las muñecas. Necesitaba tocarlo. Necesitaba ver a Ten haciendo eso para creer que era cierto.

Mis suspiros fueron a más en determinado momento. Estaba a punto de terminar, de llegar a mi punto culmen de placer, pero una de las manos del contrario presionaron la punta de mi erección. Gemí a modo de queja.

—No te voy a dejar terminar hasta que yo no lo haga, ¿qué te has creído? —Conociéndolo, juraría que estaba dedicándome una media sonrisa. Una pena no poder verla.

Y de seguido, un gruñido sonó muy cerca de mi oído.

La venda de mis ojos se soltó, y al fin pude ver sus rasgados ojos, sus finos labios, su barbilla marcada y afilada. Aquellos rasgos solo podían pertenecer o a un dios, o al mismísimo Satanás.

Satan's skin. [TaeTen, oneshot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora