¿Cuántos Derek Dunne podían haber en Londres? Por favor que no sea el que estoy pensando.
Mi corazón se quiso salir de mi pecho en cuanto lo vi entrar. Dios el hijo de perra estaba más guapo de lo que imaginaba. Su cara más seria, más maduro, lo hacía verse tremendamente atractivo, y su barba (aunque generalmente no me gustan las barbas) lo hacía verse demasiado sexy, creo a este hombre cualquier cosa se le ve bien. Miles de momentos empezaron a cruzar por mi mente y sentí que me faltaba la respiración.
Las palabras del señor House me sacaron de mis pensamientos y me recordaron que tenía que inhalar aire para no ahogarme.
–Ella es la señorita Hamill, directora del departamento de diseño arquitectónico – dijo mientras me miraba en busca de alguna respuesta de mi parte.
–Es un placer señor Dunne – dije atropelladamente y con la voz algo temblorosa.
Derek me miró fijamente a los ojos, pude ver su cara, estaba casi tan sorprendido como yo, lo puede sentir un poco nervioso, de todas las personas en el mundo probablemente jamás imaginó que me encontraría a mi al cruzar por esa puerta.
–El placer es todo mío – dijo, extendiendo su mano hacia mí.
Le di mi mano y en lugar de simplemente estrecharla, se inclinó y la besó delicadamente. Mi corazón latió a mayor velocidad. El solo toque de su piel y de sus labios en mi mano me hacía temblar. Sentí como mis mejillas se sonrojaron levemente, entonces quité mi mano de una forma un poco brusca e inhalé profundamente de nuevo. El señor House me miró consternado, y nos pidió tomar asiento.
La entrevista duró poco mas de 20 minutos. El señor House y Derek entablaron una conversación bastante animada, yo me limité a escuchar en silencio, no podía decir una palabra, sentía que si abría la boca soltaría algo muy poco adecuado o inteligente.
Los escuché hablar de los estudios de ingeniería que Derek había realizado en la Universidad de Arizona, cuyo doctorado había concluido en otra prestigiosa universidad en Argentina. Hablaba tres idiomas: inglés, español y portugués. ¡Já! En eso lo superaba, yo hablo español, inglés, italiano, portugués y un poco de alemán, este último no muy fluido, pero puedo comunicarme. También mencionó algo de su trabajo anterior, en una empresa en el norte del país, pero a la cual tuvo que renunciar al trasladarse a Londres por "motivos personales", seguramente estaba casado, o huyendo de alguna mujer a la cual había traicionado y ahora quería asesinarlo, con lo perro que es eso puede ser posible. Sonreí al percatarme de mis descabelladas hipótesis.
Necesitaba que esto acabara ya, que se marchara y nunca más volver a verlo, pero el destino había decidido que no sería así, mi penar estaba por comenzar:
–Bueno señor Dunne, si la señorita Hamill no tiene ninguna objeción, queda usted contratado, por favor preséntese mañana para firmar el contrato y que pueda empezar con sus labores. Irina le indicará lo demás –
Sentí como un si me hubiesen arrojado un balde de agua fría. De todos los putos candidatos tenía que contratar a Derek, ¡Mierda de suerte la mía!
Derek posó sus ojos miel en mi y sonrió levemente. Yo permanecí sería y respondí:
–Por supuesto, señor Dunne debe estar mañana aquí a las 7:30 am, con vestimenta formal, mi secretaria le indicará la documentación que debe traer y luego lo pasará al departamento de Recursos Humanos, en cuanto concluya con la contratación puede buscarme en mi oficina, en el piso 12, le mostraré su oficina y le daré su equipo de trabajo –
–Muchas gracias Iri...Señorita Hamill. Muchas gracias por la oportunidad, prometo no decepcionarlos, me retiro que tengan linda tarde –
Me miró a los ojos nuevamente y me extendió su mano, yo la estreché de manera rígida, por si pensaba volverla a besar que no lo hiciera. No podría resistirlo.
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Por esta vez...
RomancePrimera, segunda...tercera oportunidad. ¿Cuantas son necesarias para saber que amas a alguien? Derek Dunne e Irina Hamill vivieron un apasionado pero inconcluso amor juvenil, el cual la deja a ella destrozada y con muy poca fe en el género masculino...