¿Un cafelito juntos? Ese fue el único mensaje que recibí al whatsapp. No tenía el número registrado y no podía reconocer quien me escribía. –Perdona, es que no te tengo en la agenda. ¿Quién eres? –pregunte. –David- contesto escuetamente. -¿Guapo? ¿Qué haces en Mallorca?- Pregunte por medio de un mensaje de voz. -No soy Guapo, Soy Bisbal- respondió con otro audio. Un calor subió por mi cuerpo al escuchar su voz, parecía molesto pero me daba igual. Ufff esa voz, como olvidarla, me calaba hasta los huesos. –Mientras veía que estaba grabando un nuevo audio me intrigaba saber cuáles eran sus intenciones. Oye! Que estoy en el bar de enfrente y te he visto a través del ventanal y pensé que sería agradable tomarnos un cafelito juntos, como los viejos tiempos. ¿Te apetece? Pregunto en un tono inseguro. Mire en dirección al bar y ahí lo vi sentado en una mesa, al ver que lo miraba me sonrió e hizo un gesto con la mano para que fuera hacia el
-¿Laura? ¿Sigues allí? ¿Qué me dices?- Pregunto.
-Vale, ya voy- conteste nerviosa. Me calce nuevamente los lentes de sol y la boina y Salí del lugar esperando que no hubiese paparazzis en la puerta. Ya me imaginaba el cotilleo nacional si lograban echarnos una foto, solos en un bar. Los nervios crecen a medida que iba acercándome a la entrada del lugar, me costaba respirar, antes de abrir la puerta y entrar mire para todos lados, tratando de comprobar que nadie me observaba. Suspire y entre. Lo v i y se me paralizo el corazón. Que belleza de hombre, sus rizos cortos, esa chaqueta de cuero negra que le sentaba a la perfección. Quede perdida mirándolo y nuestras miradas se unieron, al verme se paró y tomándome por sorpresa me abrazó. Fue algo rápido pero empecé respirar más fuerte, pues los nervios me habían dejado en blanco. Hizo un gesto para que nos sentemos, como pude lo hice. Observe como llama a la mesera y le pedia dos cafés, todavía recordaba como me gustaba, y un cosquilleo interno de felicidad afloró.
Esperamos en silencio mirándonos hasta que llegara el café. Comenzamos conversar sobre el reencuentro, la no cobra y tal. No pudimos evitar reírnos de ese momento. ---Laurilla- dijo tomándome las manos... -Esto no ha sido un encuentro casual, he venido a buscarte porque debía hablar contigo.- Intente decirle algo pero él se apresuró y puso un dedo sobre mis labios –Calla chiquilla y escucha lo que tengo para decir. Has estado en mi mente desde el reencuentro, cada paso que di y lugar que fui ahí estabas tú y no ha pasado un solo día sin que pensase en ti, la sensación de tenerte tan cerca. me hizo recapacitar sobre nosotros. Sé que me equivoque en el pasado y que no me comporte como debía. Pero ya no puedo prolongar esta agonía por mucho tiempo más. Te extraño, durante todo este tiempo lo hice y ahora lo hago más que nunca- Con cada palabra sentía que las lágrimas asomaban mis ojos y todo el sufrimiento encapsulado por los años, se iba desvaneciendo. No podía sostenerle la mirada. Solo podía escucharlo y tratar de mantener la compostura.
-Estoy convencido de que si me lo permites, podría lograr recuperar el tiempo perdido y sanar esas heridas del pasado. Nada podrá borrar lo que hice, pero si demostrarte lo importante que eres para mí- Dijo casi con un hilo de voz.
-Por favor!! di algo – suplicó.
Mis ojos estaban fijos en el café que ya se había enfriado. -Por favor-, repitió tan bajo que apenas pude oírlo
Levante la mirada y lo vi, era el, el muchacho que había conocido en la Academia, tan vulnerable, con el corazón a flor de piel, los años habían hecho sus cosillas pero su esencia era la misma.
Le sonreí y dije – Acepto pero solo con una condición-
Abrió aún más los ojos y un brillo de miedo cruzaron sus ojazos – ¿Cuál? Pregunto
-Que el próximo cafelito lo tomemos en mi casa- le dije guiñándole un ojo.
Se le escapo una carcajada que hizo que las personas del bar se dieran vuelta a mirarnos – Vale, Vale! El próximo será en tu casa, promesa dijo y deposito un beso en mi palma como símbolo de su juramento.