Cediendo al placer

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El tema principal de este one shot es el pet play, también quiero aclarar que el "pet play" es una variante del BDSM, no busca la humillación de la mascota, ni el maltrato ya que todo tiene que ser con el consentimiento de las partes involucradas. Y su finalidad tampoco es el sexo, aquí lo puse porque yolo xD más que nada es explorar un mundo lleno de morbo y un tanto bizarro nwn me parece que la practica más conocida es el pony play, pero la mascota o pet, puede ser un gato, perro o conejo, todo depende de sus gustos.

No hay continuación.

Si eres sencible a temas BDSM te pido no leer, todo con el fin de evitar ofensas.

Gracias.

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Autor: Haruka Eastwood

Sus preciosos ojos azules brillaron con un deje de lujuria en esa oscura habitación, cerró sus orbes y emitió un jadeo de gozo cuando escuchó los pasos de su amante. Lentamente se movió para incorporarse, y la delgada cadena alrededor de su cuello tintineó junto al inconfundible sonido de su cascabel, rompiendo aquel excitante y extraño silencio que tanto le gustaba, entonces las luces se encendieron y lo vio.

Ahí, en el alféizar de la puerta se encontraba él, su más grande —y única— perdición quien esbozaba una sonrisa ladina con sus irresistibles labios de durazno. Simplemente sensual, perversa y magnífica como todo él. Su cuerpo ágil, fuerte y trabajado era una tentativa a lo prohibido, su cabello rebelde y sus fascinantes ojos borgoña complementaban de una forma casi bizarra el perfecto cuadro que le obsequiaba cada que lo veía, casi como si fuera un maldito modelo de revista, en donde se mostraba risueño y burlón, sabiendo que lo tenía a su entera disposición.

—Ciel… mi lindo pet —ronroneó seductor con aquella voz de terciopelo, caminando con supremacía hasta él.

Su pequeña mascota lucía adorable aquel día, su cuerpo desnudo y esbelto se encontraba recostado de una forma sugerente y casi vulgar sobre aquel almohadón negro que contrastaba a la perfección con su blanca y lechosa piel que tantas veces degustó. Exquisito, pensó y delineó sus labios con su larga lengua, agachándose hasta quedar a la altura del pequeño Phantomhive, cuyos ojos parecían brillar como los de un fiero gatito a punto de atacar, sin rastro de sumisión pero al mismo tiempo obediente por él, como si estuviera a nada de recibir su premio.

Y es que eso era desde hace medio año… Ciel era su mascota exclusiva, una sensual y exótica mascota que Sebastián disfrutaba tocar y follar cuanto quisiera y como quisiera, maravillandose con sus expresiones de éxtasis y sus gemidos suaves, llenos de gozo que lo transportaban a un mundo mórbido, placentero y único en donde ambos tocaban el cielo con la punta de los dedos, rozando el límite de la demencia.

¿Aberrante o enfermizo? Era igual, fuera de esas cuatro paredes, eran Ciel Phantomhive, hijo del magnate Vincent Phantomhive, un chiquillo de diecinueve años orgulloso, prepotente y presuntuoso a más no poder. Alguien que no dudaba en minimizar y rebajar a las personas cada que podía, haciéndoles entender cuál era su lugar. Excéntrico y reservado por naturaleza, quien disfrutaba las fiestas clandestinas y los “peligros” constantes de una vida sin reglas ni restricciones. Y por otro lado estaba él, Sebastián Michaelis, un simple barman de veintiocho años que trabajaba en uno de los bares pijos que más frecuentaba, seductor, sonriente y aparentemente idiota.   

Polos completamente opuestos. Básicamente era inconcebible que alguien como Ciel se dejará humillar y fingiera ser un odioso gato entrenado para él —sensual gatito en el mejor de los casos—, alguien inferior en muchos sentidos y no solo en el aspecto económico y social. Pero sólo con Sebastián se sentía a gusto, solo Sebastián lo complacia y solo a Sebastián se entregaba con plenitud, dejando su placer y su voluntad entre sus manos, siendo más libre que nunca cuando le colocaba una correa al cuello, llegando más alto cuando a sus pies se arrodillaba.

Mascota de SebastiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora