Capitulo único.

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Un castaño se encontraba sonriente caminando hasta un lugar en especificó. Su sonrisa se iba ampliando con cada paso que daba, ¡Iría a ver a su amado!, ¿Cómo no estar feliz? Las personas que lo veían se sentían vivas, el aura de ese hombre podría dar a entender que era el ser más afortunado del mundo. El joven veía las miradas de algunas mujeres, pero sólo las ignoraba y seguía caminando, ya que tenia que apresurarse o ya no le quedaría tiempo.

Camino todo el tramo que le faltaba para llegar a aquel lugar tan... particular, si es que podía llamarse asi, nadie creería que alguien cómo él fuera a un lugar cómo ese, y con aquella gran sonrisa, parecía que nadie lo podría amedrentar para que no ingresará ahí.

Se sentó rápidamente al ver el lugar de siempre, donde ya lo esperaba tan preciada persona que tanto amaba, se sentó rápidamente, y comenzó a hablar.

— ¡Chüya! Cuánto tiempo sin verte. —Expresó con alegría, mientras sonreía inmensamente.— Lamentó tanto no haber venido hace tiempo, estaba totalmente ocupado ya sabes con eso de la agencia no queda tiempo.

Nadie le respondió, asi que sólo hubo silencio y el sonar de las hojas que eran movidas por el viento, a lo que el castaño carraspeo un poco y siguió.

— ¿Estas molesto por mis cortas visitas? Lo siento, pero te alegrará saber que he estado bien, sólo que muy estresado, ya sabes cómo soy o llego ser a veces. —Nuevamente regalo una sonrisa a su receptor.

Pero hubo más silencio que el anterior, un silencio sepulcral, volvió a hablar sin borrar su sonrisa, que poco a poco disminuía.

— Tambien he ido a visitar a mi ex subordinado, Akutagawa, se volvió muy fuerte debo admitir, Atsushi-Kun no hubiera podido con él si no hubiera entrado en la agencia. —Relato pero no hubo más respuesta.— Me alegro haberle enseñado bien.

Agachó la vista y vio el ramo de flores que traía en manos, y su sonrisa volvió a brillar.

— Te traje esto. —Mostró aquel bello ramo de flores amarillas, pero el silencio permaneció, sin cambiar ni un momento.

El castaño suspiró con pesadez, cambiando su semblante alegre y burlón, por uno lleno de melancolía y dolor, reflejando todo lo que en aquellos años se estuvo guardando para él solo.

Sin más dejo aquel ramo de girasoles en la lápida, donde estaba inscripto con letras grandes las palabras; "Nakahara Chuuya, mercenario, amigo y pareja, se lamenta su pérdida en gran manera, muerto por su propio placer", mucha gente no entendía eso, alguna ya se lo podría imaginar, otras solamente podían ver con pena a Osamu. Claro, todo mundo lo miraban con pena después de aquella pérdida que vivió y quien él mismo provocó.

— Desearía que no hubieras ido solo... —Farfulló a la tumba, una lágrima pequeña se deslizo por la comisura de su ojo, rodando impertinentemente entre su nariz, hasta caer en el asfalto.— Por algo eramos Soukoku.

Después de eso, el peli café se puso en pie, regalándole una mirada sobria al lugar donde puso las flores y camino dejando eso ahí mismo.

Tocó su cabeza y ahí sintió el sombrero que siempre andaba aquel peli naranja, quien en esos momentos se encontraba viendo todo desde el más allá, con un único pensamiento en mente:

"Idiota, todo lo que hice fue por ti".

A fool who made a mistake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora