Capítulo 5

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Capítulo 5: "Invierno en el Expreso Hogwarts".

Dedicado a: _LeChatNoir_

A la mañana siguiente, Cedric me despertó, sonriendo como de costumbre llevándome una taza de té. Le agradecí sin ninguna demostración de afecto, me vestí y de inmediato seguí con la misión que no pude terminar anoche.

-¿De verdad no has visto la carta? -le pregunté a mi hermano cuando revisaba uno por uno los cajones vacíos de la cómoda.

-Revisé en mi baúl y tampoco está ahí.

Cerré los cajones y me agarré la cabeza, desesperada.

-Por un demonio, lo que faltaba. Primero olvido ver la carta de George y ahora no la encuentro en ningún sitio.

En ese momento, Ron abrió de golpe la puerta y entró enfadado, poniéndose la camisa. Giré la cabeza rápidamente para no verle el abdomen.

-Cuanto antes subamos al tren, mejor -dijo-. Por lo menos en Hogwarts puedo alejarme de Percy. Ahora me acusa de haber manchado de té su foto de Penelope Clearwater. -Ron hizo una mueca-. Ya sabes, su novia. Ha ocultado la cara bajo el marco porque su nariz ha quedado manchada...

-Ronald, ¿te puedes terminar de poner la camisa, por favor? Ya sabes, mi hermana.

-Oh, cierto -noté que estaba avergonzado- Lo siento.

Después de unos segundos, Cedric me dijo que ya podía darme vuelta a mirar a Ron. Con los labios apretados de la incomodidad, me giré para preguntarle:

-¿Por casualidad has visto..?-comencé, pero me interrumpieron Fred y George, que se asomaron a la habitación para felicitar a Ron por haber vuelto a enfadar a Percy. Bajamos a desayunar y encontramos al señor Weasley, que leía otra vez la primera página de El Profeta con el entrecejo fruncido, y a la señora Weasley, que hablaba a Ginny y a Hermione de un filtro amoroso que había hecho de joven.

Harry bajó las escaleras y se nos acercó.

-Les tengo que decir algo.

-¿Qué cosa? -pregunté cuando nos sentamos.

-Emm, mejor más tarde -murmuró Harry, al mismo tiempo que Percy irrumpía en el comedor. Con el ajetreo de la partida, no tuve tiempo para preguntarle a nadie si por casualidad habían visto la carta de George ni tampoco Harry nos pudo contar lo que quería decirnos. Todos estabábamos muy ocupados bajando los baúles por la estrecha escalera del Caldero Chorreante y apilándolos en la puerta, con las lechuzas encaramadas en sus jaulas. Al lado de los baúles había un pequeño cesto de mimbre que bufaba ruidosamente.

-Vale, Crookshanks -susurró Hermione a través del mimbre-, te dejarésalir en el tren.

-No lo harás -dijo Ron terminantemente-. ¿Y la pobre Scabbers?

Se señaló el bolsillo del pecho, donde siempre se encontraba Scabbers. El señor Weasley, que había aguardado fuera a los coches del Ministerio, se asomó al interior.

-Aquí están -anunció-. Vamos, Harry. Alanna, Cedric, ustedes vengan también.

Mi hermano y yo intercambiamos miradas confusas.

-Señor Weasley, le agradezco la oferta pero yo puedo ir a King's Cross sin ningún problema -dijo Cedric con una sonrisa tranquilizadora.

-Yo igual -me adelanté en decir para no parecer maleducada y aprovechada de la oferta del señor Weasley.

-Insisto, han pasado por mucho estos últimos meses. Es lo menos que podemos hacer.

Parecía nervioso, quizá por temor a que perdiéramos el tren, así que no dijimos nada más y aceptamos irnos con ellos. El señor Weasley nos condujo a los tres a través del corto trecho de acera hasta el primero de los dos coches antiguos de color verde oscuro, los dos conducidos por brujos de mirada furtiva con uniforme de terciopelo verde esmeralda.

Alanna Diggory y el Prisionero de Azkaban [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora