Capítulo 2

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Segundo día en coma:

Notaba una parte de mi pierna ardiente. Supongo que eran los rayos de sol por la mañana, que se asomaban por la ventana y cubrían mi pierna. Era como si fuese Edward Cullen, el vampiro más mono que había conocido nunca mediante todas las historias que me había leído.

Un ruido sordo se escuchó. Era la puerta que se abría.  Era primera hora de la mañana. Seguramente era la enfermera que volvía a entrar para cambiarme las medicinas. 

Notaba como movía mis piernas y me cambiaba la aguja. Luego entró una mujer y le pidió paso a la enfermera, ésta le dijo que podía entrar. Se volvió a cerrar la puerta y la mujer me acarició la piernas, luego las manos, hasta que se sentó en la silla de invitados y dejó caer su bolso en el suelo. Empezó a hablar con un fino hilo de voz.

-Mir...cuánto tiempo ha pasado... no sé si puedes oírme- sí, sí que puedo- o si simplemente sabes quién está aquí a tu lado- sé que eres tú, mi madrastra- pero necesito contarte esto. Antes de nada, quiero decirte que te quiero, y aunque solo estuviste durante unos pocos años conmigo, te quiero como a mi propia hija. Te llegué a querer tanto porque me volviste a llenar mi corazón de alegría, de amor. Desde la muerte de mi propia hija no volví a ver tampoco a mi marido. Estuve sola..., hasta que te encontré a ti. Me hacías falta en ese momento. En cada instante me recordabas a mi hija. Era como si nunca se hubiera ido. Durante meses busqué información sobre ti, intenté averiguar sobre tu familia, sobre ti, pero nunca encontré nada. Hasta que un día, después de años contigo, de haberme acostumbrado a tenerte en casa, apareció tu madre. Tu madre biológica- hizo una pequeña pausa y luego continuó.

-Tu madre te había encontrado, y tuvo que llevarte a casa. Me volvieron a romper el corazón por segunda vez. En esos días odiaba a tu madre. Me habían quitado por segunda vez lo que más amaba en esta vida. Desde entonces sólo te puedo ver los fines de semana- ríe sarcásticamente.

De pronto, alguien entra en la habitación. Es Rose, mi madre. 

-Hola Clear. ¿Qué tal? ¿Sabes si ya tienen los resultados de los análisis?- preguntó Rose. 

-No, aún no me han dicho nada. No creo que los tengan tan rápido- dijo mientras se secaba las lágrimas y se escuchaban sólo unos sollozos. 

-¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?- no podía dejar de imaginarme la cara, el físico y la apariencias de mis madres. 

-Estoy bien. Tranquila- contestó Clear. 

-Oye sabes que puedes contármelo, ¿no?

-Sí. Tengo que irme. Ya hablaremos. 

Se escuchó un portazo. Clear se había ido. 

En estos instantes me sentiría muy nerviosa. Sola... con mi madre... en una pequeña habitación...Pero en ese momento no era así, debido a que ella no sabía que yo podía oírla. 

No había ningún ruido en toda la habitación. Me moría de ganas por saber qué es lo que estaba haciendo mi madre. 

No podía abrir los ojos, no podía moverme. Eso me ponía muy furiosa. Me preguntaba cuándo acabaría todo esto.

El estar en coma era muy estresante. Era como si no fuese yo misma. 







En estado de shock, amnésicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora