Capitulo 33

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No podía precisar qué clase de vínculo había entre Julia y mi hermano Carlo, él y yo dejamos de tenernos confianza desde que mi problema legal apareció, momentos anteriores a esos todavía nos teníamos la confianza de platicar abiertamente sobre in...

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No podía precisar qué clase de vínculo había entre Julia y mi hermano Carlo, él y yo dejamos de tenernos confianza desde que mi problema legal apareció, momentos anteriores a esos todavía nos teníamos la confianza de platicar abiertamente sobre inquietudes o algo que corregir respecto a nuestro comportamiento; pero ya no, el vínculo entre nosotros se perdió y no es como si alguno quisiera recuperarlo.

Al llegar a casa pude notar que Julia se sentía como si ya no hubiera cabida para ella, quería que notara que aún la había, aún tenía un espacio reservado para ella.

Después de dejarla lo más cómoda en mi habitación, me dirigí a la habitación de Carlo, estaba seguro que quería hacerle todo un interrogatorio, al mismo tiempo estaba seguro que querría darle un buen golpe en la cara. Su cara merece de todo menos los besos de Julia. Pensar eso duele.

—¿Qué haces aquí?

Carlo dio un respingo cuando entré a su habitación, dejando su celular a un lado para incorporarse a la orilla de la cama y exigir por mi respuesta.

—Cálmate, solo vine a dejar mis cosas que ocuparé mañana —no le dirigí ninguna mirada, simplemente me introduje en el baño para cambiar mi ropa y cepillar mis dientes.

—Bien, porque no pienso darte el otro lado de mi cama —alegó, como si en verdad estuviera rogando por eso.

—Quédate tranquilo, nadie querría dormir contigo nunca... —no pensé en mis palabras, sin embargo necesitaba que supiera que estaba molesto. No solo molesto, indignado, por ni siquiera defender a Julia.

Entré a su closet para sacar unas sábanas y almohada extra, la llevé conmigo fuera del closet y me paré con una mirada desafiante frente a Carlo quién se encontraba parado junto a su cama, probablemente dolido ante mi actitud y ante toda la situación.

—¿Le contaste a Julia? —su voz era apacible y persuasiva. Quería conseguir algo y no iba a dárselo.

—¿Tú nunca lo hiciste? —quería que mis palabras fueran cuchillos para él.

—No esperaba que volviera a aparecer... —excusó.

Una corriente de algo totalmente negativo recorrió mis puños que ahora se encontraban aferrados a la almohada que sostenía.

—Ella no quiso saber de todas formas, no le interesa —mentí. Escupí cada palabra tratando de enterárselas en su jodida cabeza.

Sabía que Carlo caía en juegos fácilmente, mi madre lo sabía. Ya olía sus malas intenciones de ellas, y la única perjudicada sería Julia.

—Bien, intentare hablar con ella mañana.

Negué enseguida. —Ni lo intentes... —probablemente sonó como una amenaza más que advertencia —, ella quiere espacio y estará ocupada para estos juegos.

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