Capitulo dieciocho: 'Voy a decepcionarte'

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Las gotas de agua caían y caían ¿Era de día? ¿O acaso era de noche? No lo sabía... ¿Y cómo podría saberlo? Si lo único que había en esa oscura habitación era el piso duro y helado, podía decir que estaba lloviendo por el sonido de las gotas contra el techo. Pero tampoco era como si le importase estar así...Después de todo...Hace mucho tiempo que las cosas le habían dejado de importar.

-Vaya, vaya. -Se escuchó la molesta voz de aquel hombre regordete, seguido por el sonido de la puerta abriéndose. - ¿Qué está haciendo Nicholas Agrés el día de hoy? -Preguntó, haciendo que el tono burlón se deslizara codiciosamente por su lengua.

-¿Qué más va a hacer? -le contestó su acompañante con el mismo tono de voz que él mientras lo codeaba. -Si no puede salir de este lugar, sólo es un mugriento mounstro muerto de hambre. -Ambos soltaron una fuerte carcajada mientras señalaban con su dedo índice al chico rubio de diecisiete años, quien únicamente estaba sentado en el suelo en silencio mirando al vacío sin ninguna expresión. Sus manos estaban encadenadas al suelo con unos pesados grilletes, pero parecía que esto tampoco le importaba.

-Oye, tú, mocoso. -Lo llamó el regordete acercándose a él mientras se acomodaba su pantalón. - ¿Acaso no piensas decir nada? ¿Ah? -Le preguntó parándose junto a él mirándolo fijamente. - ¿Estás sordo? ¿No vas a decir nada? -Preguntaba mientras empujaba la cabeza del rubio con dureza pero este permanecía en su sitio sin inmutarse ni un poco.

-Déjalo, la basura como él no merece ni siquiera hablar. -Le dijo su acompañante que no se había movido ni un poco de su sitio. -Total, únicamente es la rata de este laboratorio, no tiene ni voz ni voto.

El regordete miró una vez más al rubio y escupió a un lado para volverlo a mirar. -Tsk, este chico se pone cada vez más aburrido. -Dijo empujando la cabeza del rubio una vez más. -¿Ya no vas a intentar leer mi mente? ¿Ah? -Preguntó sin dejar de golpear su cabeza vez tras vez.

-No necesito escuchar pensamientos provenientes de porquería como ustedes. -Le respondió Nicholas sin ningún tipo de expresión mirando a la nada, lo que hizo que el hombre se enojara aún más.

-¡Tú, maldito...! -Exclamó listo para golpearlo como siempre lo hacía hasta que la puerta se abrió haciendo que el regordete se detuviera.

-Es suficiente por hoy. -Dijo un hombre vestido con un mandil blanco y una carpeta café en la mano. -Nicholas se va pronto.

-¿Qué? -Preguntaron ambos hombres sorprendidos y el rubio rápidamente levantó la cabeza. ¿Acaso había dicho que se iba? ¿Lo iban a dejar libre?

-Como escucharon. -Les dijo aquel 'médico' dirigiendo su vista al rubio. -Rápido, quítenle las cadenas y sólo déjenlo en esposas, hay alguien que quiere verlo.

Ambos hombres fueron de mala gana y lo tomaron del brazo con tosquedad. -Ven aquí estúpida escoria. -Le decían mientras con una llave sacaban la cadena y lo dejaban únicamente en grilletes.

-¿Quién quiere verme? -Preguntó Nicholas mirando al 'doctor' que estaba frente a él, ignorando los insultos que le estaban dando.

-Una persona muy importante, así que más te vale que te comportes o lo pagarás. -Lo amenazó mientras le señalaba la silla de electroshock que se encontraba al fondo de la habitación. ¡Cuánto odiaba esa silla!

El rubio sólo lo miró fijamente mientras lo seguía en silencio, el médico abrió una puerta revelando una habitación iluminada, haciendo que Nicholas parpadeara al tratar de acostumbrarse a la luz, ya que tenía semanas sin haber visto siquiera un rayo de sol.

LAS DOCE DIMENSIONES OCULTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora