capítulo 13

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Llega un momento de tu vida en el cual la peor de tus pesadillas se hace realidad, ese momento que suele marcar un antes y un después...

Mi corazón se aceleró, el aire dejó de llegar a mis pulmones, sentí que incrustaban una espada dentro de mí. Nunca había sentido una sensación parecida, era espantoso el dolor en mi pecho, la opresión y la necesidad de gritar.


La morena estaba de espalda a la puerta, su vestido estaba en el suelo y ella estaba sólo en bragas, Bruno por su parte la estaba acariciando, sus manos estaban en su espalda, subían y bajaban de una forma salvaje.

Su camisa estaba desabotonada, estaba besando el cuello de la morena cuando su mirada y la mía se encontraron. No se sorprendió, al contrario me dedicó una mirada cínica que sólo logró aumentar mi dolor.

Una lágrima traicinera bajó por mi rostro y gracias a ello pude apartar mi mirada de él, tomé el poco orgullo que me quedaba y volteé.

Mis piernas no me ayudaban mucho, apoyé mis manos en mi escritorio, inhale y exhale pero las ganas de llorar no mejoraban y mucho menos la opresión en mi pecho, tomé mi cartera y salí de la oficina.

Tomé el ascensor que por suerte estaba desocupado, no me importaba si me despedían por irme antes de la hora  sin explicación alguna, no podría seguir ahí, sabiendo que el estaba teniendo sexo con ella en el mismo lugar en donde lo había hecho conmigo hacía unas horas.

Salí del edificio, me monté en mi coche y  entonces exploté. Lloré, lloré, por horas, minutos, no lo se, sólo sabía que quería dejar de sentirme así.

— ¡ Maldito Bruno!.— Grité entre sollozos, encendí mi coche sin tener una dirección a donde ir, no  quería ir a casa.


Conduje durante varios minutos hasta que encontré un lugar que decía "Bar", entre y fui directamente a la barra.

— Dame lo más fuerte que tengas.—  Dije dirigiéndome al bartender.

Esté me miró extraño por unos segundos y después me sirvió en un vaso un líquido color canela.

Lo tomé, admito que el primero fue un poco fuerte, de hecho su sabor era más fuerte aún pero fue disipándose conforme iba bebiendo más.

No sé cuantas veces le pedí al mesero que llenara mi vaso, nunca había bebido al menos no así pero me estaba dando cuenta de mi error, porque el alcohol en mi sangre se sentía jodidamente bien.

Tomé mi vaso para llevarlo a mi boca pero estaba vacío, iba a llamar al mesero pero una mano desconocida me detuvo.


—  El próximo lo invito yo.— Mascullo el  chico que tenía su mano sobre mi vaso.

— Okay.—  Respondí, no estaba para discutir con idiotas.

Él chico desconocido llamó al mesero y pidió mi trago, sentándose a mi lado en la barra.

Debo admitir que era muy apuesto, bastante de hecho. Era alto, un poco fornido pero nada exagerado, de tés morena, ojos oscuros y labios carnosos.

— ¿como te llamas, bonita?.— Preguntó en tono seductor, idiota.


—  Fara..— Respiré unos segundos, no se porque pero sentía mi lengua pesada, muy pesada.— Fara Linares.


— soy Andrew.— Dijo dándome su mano, le sonreí.

— Mucho gusto Andrew.— Dije con una sonrisa.

Pasé horas hablando con Andrew era muy amable, su forma de decir las cosas. Además así unos chistes excelentes, o eso creo.

Sabía que ya era tarde así que me levanté de la barra para irme a mi casa, bueno, a mi auto que me llevaría a mi casa... Mis piernas flaquearon y sentí unas manos tomarme por la cintura.

—  Hey.— Habló Andrew muy cerca de mi rostro.— ¿ A dónde vas?... Dudo mucho que puedas sostenerte sola.

Me reí a carcajadas ante su combetario, enserio esté chico era muy divertido.

— Mira... An.. And.— Traté de recordar su nombre.

— Andrew.

— Eso.—Sonreí por su ayuda.— Andrew, me voy a ir a mi casa,fue un placer conocerte...— Intenté soltarme pero el no afianzó  su agarre.

— Vamos hacer una cosa.— Habló tan cerca que podría jurar que rozó mis labios.—  Tú me das tu dirección y yo te llevo a tu casa... Vale.

Lo miré dubitativa unos segundos.


— vale.— Respondí.

La verdad no recuerdo bien la dirección que le di a Andrew pero fue la correcta porque me llevó hasta mi departamento,o a la entrada de esté. Me bajé del coche y el  hizo lo mismo ayudándome a bajar.

— Gracias.— Agradecí, después de todo el chico me había llevado a casa, me moví un poco y un leve mareo me pasó.

Mi vista estaba un poco nublada, Andrew me rodeó con sus brazos acercándome a él.

— Q... Que... ¿qué haces?.—- Pregunté.

El chico ignoró mi pregunta y me besó, traté de soltarme pero el era mucho más fuerte que yo, me apretó más a él tanto que sentí el aire faltarme. Le pegué como pude pero esté continúo.

Si en mi forma natural (digase cuando no estoy borracha). Suelo ser algo débil, ebria lo soy al triple. Mis manos parecían de gelatina y mis pies ni siquiera hacían esfuerzo en moverse para ayudarme.

Estúpido cuerpo entumecido.

Mi respiración se tranquilizó unos segundos, el invesir de Andrew dejó sus manos quietas unos segundos y sus asquerosos labios se alejaron de los míos, todo gracias a los gritos de una tercera voz.

—¡¡ ¡Aparta tus asquerosas manos de ella!!.

















AMORES QUE MATAN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora