Seis Caracteres

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Necesitaría reflexionar. Ir a casa, tomarme un buen baño, una copa de vino… En vez de eso estoy conduciendo en dirección contraria, dirección contraria a mi casa y al equilibrio de mi vida. ¡Qué le vamos a hacer! No se puede decir que haya sido una chica reprimida nunca, pero llevaba muchos años sin un aliciente, sin un vuelco en el estómago.

Desde el primer momento que crucé una palabra con él conectamos. Es la verdad, plana, cierta y dura; tan dura que si la piensas te duele; pero no por eso pierde su significado. Y aquí estoy, más loca que cuerda, guiándome por un sentimiento tan infundado como cierto. Porque todo lo que sentimos tiene la mitad de real y la mitad de fantasía. Y eso ultimo es lo que nos atrapa en la red; lo que nos imaginamos, nuestras carencias, nuestros anhelos, lo intangible; que se esfuma, si llega a existir, en lo que dura un pestañeo. Aún así nos aferramos a eso, me aferro a ello y voy en su busca como si no hubiera un mañana. Al fin y al cabo eso es vivir, ¿no?

Podéis catalogarlo de inconsciencia, es cierto, de impulsivo, también lo es. Pero hay cosas por las que vale la pena arriesgarlo todo, arriesgar la perfecta burbuja que hemos diseñado. Cosas que aunque tengan fecha de caducidad es lo más verdadero que experimentas nunca, porque no dejas que se entrometa la razón con tonterías como la conveniencia y el largo plazo; sólo están los sentimientos, el corazón, y por eso siempre vale la pena hacer lo que sea, por muy descabellado que parezca.

La carretera se me hace interminable. Qué largo es el camino que nos separa de algo deseado. No contamos el tiempo, ni los kilómetros, la distancia en sí misma es el gran lastre. Y ahora me limito a franquearla sin titubeos, sin dudas.

-Todavía no me puedo creer que estés aquí niña –me dice abrazándome, varias horas después, varios pensamientos después.

-No podía soportarlo –digo con timidez.

-Qué tonta eres –me besa.

No tenemos que decirnos nada más, ya está todo dicho, todo hablado, todo escrito. Ahora sólo disfrutamos del calor de nuestra piel y oímos los latidos de nuestro corazón. No pensamos, actuamos, vivimos.

Vivimos el sexo más alucinante y sincero que nunca hemos imaginado. Casi no nos hemos visto, pero conocemos tan bien cada centímetro del ser del otro, que es como si hubiésemos estado juntos toda la vida. La compenetración es clave y continua, como si nos leyésemos la mente, como si compartiéramos un solo pensamiento. Nuestros gemidos son la banda sonora de una canción perfectamente acompasada, rítmica, que interpretamos a dúo. Todo es perfecto para nosotros, en este momento, en este lugar, juntos. Juntos conseguimos el éxtasis, no podía ser de otra forma, teníamos tanto anhelo el uno del otro que hasta nuestro deseo más profundo y gutural ha esperado la compañía.

-Qué seis caracteres más caprichosos, ¿verdad?

-Sí, son libres y han volado directamente hacia ti. Estarían a falta de sol –le digo y me besa.

Su beso me dice que no me vaya, que esto es lo real no lo que hay fuera. Pero sé que esto es tan especial porque es imposible, por lo menos es imposible ahora. Es imposible porque no nos conviene y nos haría más mal que bien; nos haría sufrir más que reír, pensar demasiado, hacer malabarismos… Así, sin embargo, es especial. Sabemos que nos tenemos, la exclusividad es algo inalcanzable. Pero una parte del otro está en cada uno, en el aire, en el cielo, en el sol… Y eso no nos lo podrá quitar nadie, ni nuestra burbuja, ni el tiempo, ni la distancia. Porque hay cosas más verdaderas que las convenientes, cosas más sinceras que las establecidas como veraces, sentimientos más profundos que un tonto enamoramiento.  Eso es lo que tenemos tú y yo. Todo.

Con la misma velocidad con la que vine, me voy. Dejando un trocito de mí aquí, en esta cama, en esta vida. Porque las cosas que menos podemos explicar son las más reales. Las que se alojan en preferente en nuestro corazón. El tuyo y el mío.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2014 ⏰

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