8. El castigo de la inocencia

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Capítulo VIII

"El castigo de la inocencia"

—¡Esto es tan emocionante! —Gritó Todoko terminando de colocarse los guantes para no manchar sus manos con el decolorante. Osomatsu sólo de miraba horrorizado a si mismo en el espejo con lo que podría ser su última imagen viva de él. Nada de esto le parecía, aunque eso no lo había pensado al querer tomar el rol de líder de la búsqueda del cuarto Matsuno.

—¡Esto es tan denigrante! —Exclamó Osomatsu por su parte. El olor del producto hacia llorar los ojos del mayor y sentía que su nariz le presionaba. Todomatsu rió, tomando fotos para recordar el momento, y disfrutando completamente de la agonía y el horror que mostraban los ojos del mayor. Si bien, esto para él era un disfrute que amaría por días, y una venganza contra los golpes y la humillación del mayor. Los demás veían curiosos a Osomatsu desde la entrada del baño no creyéndose lo que veían.

Choromatsu por su parte, disfrutaba un poco del sufrimiento del mayor y trataba de no sonreír para evitar verse como alguien de cruel corazón, pero terminó haciéndolo de todos modos sin descaro. Todomatsu se acercó a Osomatsu y acomodó un mechón de cabello desacomodado en su frente, con una tierna sonrisa llena de malicia.

—No hay vuelta atrás, Osomatsu-niisan. —Le dijo mientras revelaba un tono cínico entre su ligera voz delicada. —Tú fuiste quien insistió en ir a la junta, y ahora tendrás que verte diferente. Iremos buscando un sobrenombre perfecto para ti.

—Blondmatsu. —Sonrió Karamatsu desde la entrada, con sus mejillas encendidas. Todomatsu trató de no reír por lo patético del sobrenombre, no porque fuera gracioso, sino literalmente patético, y Osomatsu sólo resopló entre dientes.

—Te parecerás a Kim SeokJin cuando está rubio.—Todomatsu tomó una fotografía a la cara irritada por el mayor, con un efecto de conejito en la aplicación y rió.—Pero feo. Horriblemente y terriblemente feo.

—Agonizantemente feo.—Le siguió el juego Jyushimatsu.

—Si Tougou te reconoce, podría ser peligroso. —Dijo Choromatsu, quien se acercó a Osomatsu y se recargó sobre el hombro del mayor con una sonrisa plagada de venganza por las bromas de Osomatsu de las cuales nunca obtuvo justicia. Él solo puso sus ojos en blanco y se cruzó de brazos con sus mejillas infladas y evitando su mirada.—Y Todomatsu tiene razón, tú fuiste quien nos quitó del camino con tanta insistencia. Estas son las consecuencias de ser un patán.

Osoko entró en el baño del departamento con un par de toallas pequeñas y las dejó sobre el regazo de Osomatsu, sentado sobre una silla alta con demasiados retoques rosados. Todoko comenzó a mezclar los ingredientes de un pequeño plato hondo especial para el decolorante, y para dar su toque final, cubrió su rostro con un cubrebocas negro. 

—El decolorante maltratará un poco tu cabello, y más ya que tu tono es algo oscuro. —Dijo Todoko dejando a un lado el decolorante de cabello e inclinándose a un lado de Osomatsu para que este pudiera verla.—A demás, tendrás que esperar a que tu cabello crezca de nuevo para que sea idéntico al de tus hermanos.

—Nuestro cabello crece rápido. —Dijo Karamatsu encogiéndose de hombros y cruzándose con una tierna sonrisa. —No pasará mucho tiempo para cuando él vuelva a tenerlo así.

—Aunque les haría bien un cambio de look. —Comentó Todoko parándose correctamente y tomando el cabello de Osomatsu entre sus dedos, algo que le hizo sonrojar levemente al mayor. Osoko rió un poco divertida notando lo avergonzado que estaba Osomatsu, y asintió. —En fin, no me molesten cuando esté haciendo mi trabajo.

La mentira que nunca les conté | Osomatsu-san • PAUSADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora